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Tras escapar de la guerra, una pareja siria rehace su vida en Argentina

Historias

Tras escapar de la guerra, una pareja siria rehace su vida en Argentina

Majd y Lana huyeron del conflicto en Damasco. Ahora han recuperado la esperanza y rehacen su vida en la provincia argentina de San Luis.
12 Abril 2017 Disponible también en:
Majd y Lana posan con sus bicicletas delante de su apartamento en San Luis, provincia ubicada en el centro de Argentina.

En una cálida tarde de entre semana, la ciudad argentina de San Luis es un oasis de paz. Majd y Lana, un matrimonio de refugiados sirios de Damasco, están haciendo tiempo antes de entrar en su clase de español. Es difícil creer que llegaron aquí hace sólo cinco semanas.


"Ya nos sentimos como en casa", dice Lana con una sonrisa. "En Argentina hemos vuelto a aprender a ser humanos", agrega Majd, dando una larga calada a su cigarrillo. La pareja no tuvo más alternativa que huir de Siria. Dos años antes, Majd, que trabajaba como cocinero, salvo la vida por los pelos cuando cayó una bomba sobre la casa de sus padres, en la Ciudad Vieja de Damasco. Él y Lana, escultora, se casaron y compraron un apartamento alejado del centro de la ciudad. Sin embargo, en poco tiempo se convirtió en "el barrio más peligroso de toda la ciudad", recuerda Majd. "Todo el mundo tenía miedo".

En febrero de 2017, llegaron a la provincia de San Luis, en el centro del país, bajo un programa de visados humanitarios para refugiados sirios puesto en marcha por el Gobierno de la República Argentina. La tranquilidad de la capital provincial, también llamada San Luis, contrasta vivamente con el ambiente de muerte y la destrucción que reina en Damasco. Con una población de 200.000 personas, sus calles tienen una vibrante actividad durante la mañana, mientras que por la tarde, la mayoría de los negocios cierran mientras sus habitantes se echan la siesta.

A más de 12.500 kilómetros de su hogar, la pareja está feliz. Siendo los primeros refugiados sirios en llegar a la provincia, se han hecho famosos. Hasta están comenzando a reconocerlos por la calle. "A veces me siento como un Pokémon", bromea Majd.

"En Argentina hemos vuelto a aprender a ser humanos"

Puesto en marcha en 2014, el programa de visados humanitarios de Argentina ofrece una vía de escape vital para quienes huyen de la guerra en Siria. Requiere que ciudadanos argentinos, organizaciones o instituciones actúen como patrocinadores de los candidatos y comprometan fondos privados para ofrecer alojamiento y asistencia económica a los refugiados recién llegados.

San Luis ha ido un paso más allá. Es la primera provincia en otorgar fondos públicos para apoyar el reasentamiento de al menos 50 familias en la provincia, 30 de las cuales serán seleccionadas por ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados. A aquellos que llegan, se les ofrece clases de español gratuitas, alojamiento, educación (incluyendo la opción de estudiar en una universidad), seguro de salud y transporte público. También tienen derecho a recibir dos años de apoyo financiero para adaptarse a su nueva vida en la Argentina mientras buscan trabajo.

Esta opción llegó justo a tiempo para Lana y Majd. Muchos de sus amigos murieron después de ser fueran reclutados por el ejército sirio. Muchos otros murieron durante los enfrentamientos. A medida que la violencia se recrudecía, la pareja consideró huir a Europa por vía terrestre. Pero su religión -- ambos son cristianos ortodoxos -- hizo que su viaje fuera imposible. La ruta,que les obligaba a pasar por Idlib o Alepo, los hubiera llevado a encontrarse con grupos extremistas, quienes los hubieran matado por su fe. Ocultarlo no era una opción: Majd tiene un crucifijo tatuado en su antebrazo derecho.

Una vez fueron aceptados por el programa de visados humanitarios de Argentina, la pareja dejó Damasco y voló a Buenos Aires. Desde su llegada a Argentina, han podido practicar su religión libremente. "Lloramos la primera vez que fuimos a misa", dice Lana. Suelen rezar en su nuevo apartamento, que se encuentra en una residencia para estudiantes en la Universidad de La Punta, a una media hora en coche de la ciudad de San Luis.

La pareja está adaptándose bien. Comparten su apartamento con Blackie, un cachorro travieso que les regaló el gobernador de la provincia, Alberto Rodríguez Saá. Dos veces por semana toman el autobús hacia la ciudad para acudir a sus clases de español con Claudia, su profesora. Están progresando de una manera extraordinaria. "Entendemos todo, sólo que no tenemos el vocabulario necesario para poder responder aún", explica Lana.

Y la población local tiene muchas ganas de ayudarles. El programa de reasentamiento anima a los residentes de la provincia a ofrecer apoyo a los recién llegados. Muchos se están prestando voluntarios. Los lingüistas pueden ser traductores, los emprendedores pueden brindar trabajo, incluso las familias pueden encontrar una forma de ayudar. "Pueden cenar juntos o celebrar un cumpleaños", explica Liliana Scheines, coordinadora del Comité para los Refugiados Sirios, que implementa el programa provincial llamado 'Corredor Humanitario de San Luis'.

Mario Lange es uno de los que ha dado un paso al frente. Un artista cuyo taller se encuentra en el borde de la ciudad y cuyas brillantes y coloridas pinturas y murales adornan los edificios públicos de San Luis. Mario comprende la difícil situación de Majd y Lana. "Nací en la extrema pobreza", explica. "Vivía en medio del campo y cuando llegué a San Luis fue difícil".

"El plan es recibir a cuatro o cinco familias cada dos meses"

Poco después de su llegada, Mario invitó a Lana para que lo ayudase con una instalación artística en un espacio público y entregó a la pareja bicicletas pintadas a mano. Mario les ha advertido que adaptarse a la vida en San Luis lleva su tiempo. "En unas semanas comenzarán a darse cuenta de que están en otro país. En ese momento será cuando realmente necesitarán nuestra ayuda".

En un discurso ante la Asamblea General de la ONU en Nueva York el 20 de septiembre del año pasado, el presidente argentino Mauricio Macri se comprometió a reasentar a 3.000 refugiados sirios. Anunció que se daría prioridad a las familias con niños. "Las imágenes que estamos viendo nos duelen y nos preocupan", dijo a los líderes mundiales. "La realidad nos obliga a hacer más".En San Luis, el programa no ha hecho más que empezar . "El plan es recibir a cuatro o cinco familias cada dos meses", dice Scheines. La idea es asentarlos en 60 municipios de la provincia para que se integren mejor con los residentes de San Luis.

ACNUR cree que es necesario hacer más para ayudar a los cinco millones de refugiados sirios, desarraigados por seis años de conflicto sangriento. El gobierno provincial está recibiendo elogios por su enfoque progresista. "E s un programa asombroso", dice Michele Manca di Nissa, Representante Regional de la oficina de ACNUR para el Sur de América Latina. "Esperamos que pueda ser un modelo para otras provincias de Argentina y otros países de la región". La Oficina Regional está asesorando a la provincia en cuestiones de integración local y sensibilizando acerca de los refugiados a través de la organización de talleres para periodistas y de la exposición artística itinerante 'RefugiArte'.

Majd y Lana no se han olvidado de Siria. Utilizan las redes sociales para seguir las noticias y mantenerse en contacto con sus amigos y familiares. La pareja espera ayudar a algunos de ellos a seguir sus pasos. Sus padres "son muy viejos" para dejar Siria, dice Lana. Pero algunos primos están interesados. Majd y Lana están recopilando sus nombres y pasándoselos a las autoridades argentinas. "Es como una cadena", explica Lana. "Estamos intentando ayudar a tantos como podemos".

La pareja está rebosante de optimismo con respecto a su futuro. Lana espera encontrar trabajo como artista y Majd, un cocinero entusiasta, quiere abrir un restaurante algún día. "Vamos a empezar de nuevo y vamos a tener éxito", afirma Lana. Están decididos a construir una nueva vida en Argentina. "Éste es nuestro hogar ahora", dice Lana, entornando sus ojos hacia las escarpadas laderas de los Andes en la distancia. "No puedo imaginar volver a Siria".

Por Jack Aldwinckle