En Brasil, un refugiado sirio aprovecha todas las oportunidades para prosperar en su nueva vida
En Brasil, un refugiado sirio aprovecha todas las oportunidades para prosperar en su nueva vida
“Cuando llegué aquí por primera vez, sentí paz y tranquilidad”, recuerda Abdul, una década después de huir de su país natal, Siria, entonces en plena crisis. Ahora Abdul se siente tan en casa que se reconoce como “Brasi-sirio: ¡brasileño sirio!”.
Abdul es uno de las más de 4.000 personas refugiadas sirias acogidas por Brasil desde que en 2013 se convirtiera en el primer país de América en ofrecer visas humanitarias especiales a quienes huyen de Siria. Un proceso de asilo simplificado supone un rápido reconocimiento e integración de las personas refugiadas, que en la actualidad suman unas 140.000 procedentes de países como Venezuela, Siria, Afganistán y la República Democrática del Congo.
Durante una visita a Brasil el mes pasado, Raouf Mazou, Alto Comisionado Auxiliar para las Operaciones de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, elogió el “compromiso con políticas inclusivas para los refugiados” del país. El ejemplo de Brasil, dice, es la prueba de que “la documentación, el asilo y otras formas de protección, combinadas con el acceso al empleo, los medios de vida, la educación y la salud, son la mejor manera de llegar a soluciones”.
Trabajo, fútbol, diversión y servicio
Abdul es la encarnación de cómo pueden ser esas soluciones.
Tras huir de Siria al vecino Líbano, escuchó hablar sobre la visa humanitaria de Brasil y rápidamente la solicitó. “Cuando me pusieron el visado en el pasaporte, empecé a verlo y a pensar en Brasil. Este visado me garantizaba una nueva vida. Me salvó la vida”, asegura Abdul.
Tan solo seis meses después era un refugiado reconocido con documentación oficial que le permitía empezar a construir una nueva vida al otro lado del mundo.
Viviendo en la cosmopolita megalópolis de São Paulo, Abdul ha aprendido a hablar portugués con fluidez – aunque manteniendo un poco de su acento árabe – y tiene un trabajo diurno como asistente jurídico en la Fiscalía General del Estado, ayudando a las personas extranjeras a acceder a la documentación y los servicios públicos. Por las tardes dirige una organización benéfica que apoya a personas refugiadas y migrantes, y da charlas en escuelas secundarias sobre su experiencia como refugiado, y por las tardes estudia Derecho. En 2022, tras nacionalizarse brasileño, Abdul llegó a presentarse como candidato a un cargo político, aunque no tuvo éxito.
Entre tanto trabajo, se asegura de encontrar tiempo para jugar y ver su deporte favorito, el fútbol, e incluso organiza un torneo de fútbol para personas refugiadas en toda la ciudad. Abdul trabaja duro, juega duro y viste elegante. Su casa de São Paulo está decorada con recuerdos de sus dos equipos favoritos, el Flamengo y el Corinthians, incluidas camisetas firmadas, y se ha enamorado de la música brasileña, tanto de la samba como del rap, que baila y canta.
Retribuir
“Con el número de personas desplazadas por la fuerza en todo el mundo en máximos históricos y el derecho a solicitar asilo amenazado en muchas partes del mundo, el viaje de Abdul desde Siria, país asolado por la guerra, hasta Brasil demuestra que conceder a las personas acceso al asilo y a la protección internacional es un ejemplo claro y tangible de solidaridad que, traducido en acción, salva vidas”, afirma Davide Torzilli, Representante de ACNUR en Brasil.
Después de que se le hayan ofrecido tantas oportunidades, y de haberlas aprovechado él mismo, Abdul cuenta que su ambición ahora no es sentarse a descansar, sino “dar una mano a quien lo necesite” de la manera que pueda: apoyando a otras personas refugiadas, así como a su nueva comunidad y educando a la población sobre los problemas de los refugiados.
“Necesitamos solidaridad, empatía y políticas públicas decentes para hacer frente a nuestra situación”, afirma. “Agradezco a esta tierra porque me abrió las puertas para construir una nueva vida, una nueva historia”.