Jóvenes salvadoreños impulsan la transformación y unidad de sus comunidades
Jóvenes salvadoreños impulsan la transformación y unidad de sus comunidades
Joana, de 23 años, tiene todavía muy presente cuando hace más de dos años tuvo que desplazarse de su comunidad por miedo a que ella y su familia fueran extorsionadas.
Joana, comprometida con unir a todos los vecinos de su comunidad en un espacio seguro
“Antes vivir aquí era un peligro. Nosotras las mujeres éramos acosadas por los grupos (criminales) que controlaban la comunidad. Yo no podía salir de mi casa sola, siempre tenía que ir acompañada por mi papá”, cuenta Joana.
Muchos vecinos de la comunidad sufrían extorsiones y su familia también se vio afectada. “Venían personas exigiendo dinero a cambio de “protección”. Era muy complicado porque no podíamos pagar. Llegó un punto en que decidimos irnos”, explicó.
Joana huyó a casa de su abuela donde nadie le conocía. Ahí se sentía más segura. Finalmente, años después pudo volver a la casa donde creció, en Mejicanos, en la capital del país.
Al regresar a su comunidad Joana encontró su pasión en el trabajo comunitario junto a otras personas jóvenes. “Me incorporé al comité juvenil para hacer actividades para integrar a todas las personas en la comunidad. Organizamos fiestas para los niños, pintamos las paredes para borrar símbolos de las pandillas que solo le traían malos recuerdos a la comunidad. Nos enfocamos en tratar de unir a los vecinos y les invitamos a hacer uso de los espacios comunitarios”, comenta.
“En todas las actividades tratamos de involucrar a la niñez, jóvenes y adultos”.
Joana estudia comunicaciones y además es coordinadora del centro comunitario conocido como CUBO-Centro Urbano de Bienestar y Oportunidades. Desde su rol en el CUBO, está comprometida en organizar actividades para el bienestar de la niñez y la juventud y fomentar la convivencia pacífica en su comunidad.
En El Salvador los CUBOS son un espacio de aprendizaje y esparcimiento para personas de todas las edades. ACNUR ha apoyado al Gobierno con el equipamiento de 12 centros de este tipo, donde además facilita talleres para fortalecer el liderazgo comunitario y contribuir a la reconstrucción del tejido social.
“En todas las actividades tratamos de involucrar a la niñez, jóvenes y adultos. Para mí es importante que todos se sientan cómodos, tranquilos y felices de venir acá a compartir”, cuenta Joana.
Las actividades que se realizan en el CUBO son múltiples, desde talleres sobre salud mental, hasta tardes de emprendedores, clases de karate, cómputo, y baile, entre otros.
“Trabajamos duro para mantener el centro activo, con talleres durante la semana y actividades comunitarias los fines de semana”, explica. “Aquí los vecinos pueden venir y compartir. Las personas jóvenes vienen todos los días a usar las computadoras, o simplemente a leer un libro. Es un lugar seguro y acogedor para todos”, concluye Joana, orgullosa de saber que está marcando la diferencia en su comunidad.
Bryan, junto a otros jóvenes rompe las barreras invisibles e integra comunidades
Bryan, de 26 años, es miembro de la “Red Juvenil Sin Fronteras”, una red conformada por siete comités juveniles que representan a jóvenes del municipio de Soyapango, en San Salvador. Estos jóvenes están comprometidos a integrar diversas comunidades que históricamente estuvieron divididas por la violencia.
Bryan recuerda cómo se involucró en la red por el deseo de ver un cambio en su entorno. “Me pareció bonito organizar actividades entre varias comunidades. Nunca hubiera creído que eso fuera posible”, cuenta Bryan.
La Red Juvenil ha empoderado a los jóvenes y movilizado a los vecinos entre las comunidades.
“A través del comité se hacen diferentes actividades comunitarias y recreativas. También se fomenta la unidad entre las comunidades, algo que antes no existía. Esto ha logrado erradicar las barreras invisibles entre las comunidades”, explica Bryan.
“Me pareció bonito organizar actividades entre varias comunidades. Nunca hubiera creído que eso fuera posible”.
“Las barreras invisibles no nos permitían entrar a ciertas comunidades. Por ejemplo, los jóvenes de la comunidad “X”, no pueden convivir con jóvenes de la comunidad “Y” por los grupos delincuenciales”, detalla Bryan, recordando los desafíos que enfrentaban.
Anteriormente, debido a la presencia de pandillas, no era seguro para las comunidades reunirse. Por ello, los comités juveniles ahora lideran actividades que buscan integrar a las comunidades. Entre las actividades organizadas se incluyen encuentros deportivos, festivales en los que familias enteras pueden disfrutar e intercambiar tradiciones locales, y proyectos artísticos como pintar murales que dejan una marca positiva en su entorno.
“Lo más bonito de la red es el intercambio de experiencias con otros jóvenes, porque hemos aprendido mucho unos de otros”, comparte Bryan con una sonrisa.
“Por ejemplo, el softbol no se practicaba en la comunidad San José, pero en La Campanera sí. Otro ejemplo es que en La Campanera no se pintaban murales, pero en Las Margaritas sí. Gracias a la Red, las personas jóvenes de estas comunidades ahora se unen para colaborar en proyectos”, explica Bryan.
ACNUR promueve actividades de coexistencia pacífica en más de 44 comunidades en El Salvador para mitigar los impactos de la violencia histórica y prevenir el desplazamiento forzado. Además, apoya de manera continua las actividades organizadas por los jóvenes de la Red Juvenil Sin Fronteras.
“El intercambio de experiencias y buenas obras que realizamos desde los comités juveniles creo que es lo más bonito, porque lo bueno de cada de cada comunidad se replica en otras”, destaca Bryan.
“Gracias a la Red, las personas jóvenes de estas comunidades ahora se unen para colaborar en proyectos”.
Además de su compromiso con la comunidad, Bryan persigue su pasión por el diseño gráfico y el estampado de textiles. “Estoy terminando de levantar una marca de ropa”, cuenta. Con determinación, Bryan espera seguir trabajando para dejar una huella positiva en su comunidad mientras persigue sus sueños de arrancar con su emprendimiento.
Alejandra, facilita el aprendizaje en su comunidad para todos, especialmente las niñas y niños
Alejandra, de 28 años, es madre, estudiante de diseño gráfico, líder comunitaria y colaboradora de su centro comunitario. Ella tiene el don de crear oportunidades de aprendizaje para personas de todas las edades en su comunidad.
Alejandra vivía en una comunidad estigmatizada por la violencia, controlada por pandillas. Cuando se convirtió en madre, tuvo que desplazarse a otra comunidad por temor. “De niña no tuve la oportunidad de crecer en un ambiente seguro. Donde vivía la situación era muy violenta, no se podía salir realmente. Yo no quería eso para mi hija así que tuve que irme”, recuerda Alejandra.
Luego de un tiempo pudo regresar. Ahora, a través de su liderazgo comunitario, lucha incansablemente por el progreso integral de su comunidad, especialmente de los niños y las niñas.
“En la actualidad me parece que la Colonia IVU es un lugar de oportunidades, un lugar para transformar. Un lugar donde ahora los niños, jóvenes y adultos pueden ser libres. Las personas necesitan aprender a unirse y a convivir. Y nosotros los jóvenes podemos impulsar estos cambios”, menciona Alejandra.
Con una visión de progreso para su comunidad, organiza y dirige talleres de alfabetización para niños y adolescentes. “Mi motivación de trabajar son especialmente los niños que por mucho tiempo se vieron marcados por la violencia, y ahora juntos estamos aprendiendo a ser una comunidad unida. Mi visión es luchar por ellos y sus sueños, por las generaciones que vienen”, cuenta Alejandra.
En los talleres que facilita en el centro comunitario también promueve la expresión artística a través de espectáculos con títeres y elaboración de manualidades. También coordina y gestiona actividades para las personas adultas mayores, jornadas de limpieza, jornadas médicas, capacitaciones de liderazgo, entre otras.
Alejandra alberga la esperanza de un futuro mejor y un mayor bienestar para las generaciones venideras. “Juntos ayudaremos a las niñas y niños a alcanzar sus sueños, haciéndoles saber que nada es imposible o demasiado grande, y que nada les impedirá cumplirlo”, enfatiza Alejandra.
Además, es una de 90 voluntarios comunitarios de ACNUR. Como parte de esta red, se ha capacitado sobre derechos y acceso a servicios disponibles para informar a su comunidad. “Es súper bonito que tu voz se escuche y trabajar por tu comunidad. Realmente agradezco la oportunidad de tener las herramientas para ser una líder positiva en mi colonia”, concluye Alejandra.
Motivación y necesidades de los jóvenes líderes comunitarios
Las personas jóvenes son la esperanza del país y están comprometidos a desarrollar sus capacidades de liderazgo para construir un futuro sostenible. Su meta es capacitar y empoderar a otros jóvenes, fortaleciendo así los lazos comunitarios.
“Mi motivación de trabajar son especialmente los niños que por mucho tiempo se vieron marcados por la violencia”.
ACNUR, en colaboración con socios, el sector privado y el Gobierno, trabaja estrechamente con la juventud para potenciar sus habilidades y conocimientos. A través de nuevas herramientas, las personas jóvenes pueden convertirse en agentes de cambio y promover la paz en sus comunidades.
Además, ACNUR apoya actividades que permiten a la juventud demostrar sus talentos y crear un ambiente positivo, una de ellas es en asociación con el Museo MARTE de San Salvador que facilita espacios donde personas jóvenes de diferentes comunidades reflexionan a través del arte sobre quiénes son, cómo son percibidos y quiénes les gustaría ser.