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Discurso de cierre del Alto Comisionado en la septuagésima quinta sesión del Comité Ejecutivo del Programa del Alto Comisionado

Discursos y declaraciones

Discurso de cierre del Alto Comisionado en la septuagésima quinta sesión del Comité Ejecutivo del Programa del Alto Comisionado

18 Octubre 2024 Disponible también en:
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Estimada presidenta,

apreciables delegaciones,

amistades y colegas,

Está por concluir una sesión más del Comité Ejecutivo, así que permítanme darles las gracias, a todos ustedes, por su compromiso y apoyo; también por el franco intercambio que se ha dado esta semana. Junto con el equipo gerencial de ACNUR, escuché todas y cada una de sus intervenciones. Ustedes también me escucharon a mí, cuando respondí a 152 declaraciones en el debate general. Agradezco los esfuerzos por mantener las discusiones firmemente enfocadas en las cuestiones humanitarias que exigen atención inmediata.

Considerando lo que ocurre en el mundo, nuestra labor es demasiado apremiante como para que los desencuentros políticos generen divisiones en torno a cuestiones que nos unen. Tengan por seguro que ACNUR tiene la disposición de seguir dialogando con Marruecos y con cualquier otra delegación, de manera constructiva y de buena fe (como siempre lo hemos hecho), para resolver cualquier desavenencia que se relacione con el mandato de la organización.

Estimada presidenta,

Me complace anunciar que esta semana se sumaron doce miembros más a la Alianza Global para Acabar con la Apatridia. ¡Felicitaciones! Muchas gracias a quienes anunciaron que se incorporarán a la alianza; también a quienes comentaron que tienen previsto hacerlo. Por supuesto, ACNUR les invita a que lo hagan. Los esfuerzos que hemos hecho de manera colectiva dan fe del poder que tiene el multilateralismo; además, evidencian todo lo que se logra con el trabajo colectivo y colaborativo.

Me impresionó la gran cantidad de compromisos que se expusieron, en mayor o menor medida, en una gran variedad de contextos, incluso en países que enfrentan desafíos en materia de seguridad, que están padeciendo los estragos del cambio climático, que están haciendo frente al desplazamiento y que, aun así, se siguen esforzando por facilitar el acceso al registro civil y de nacimientos. Esto demuestra que somos conscientes de que la apatridia no solo priva a las personas del ejercicio y goce de derechos fundamentales, sino que, al crear exclusiones graves, supone un gran desafío en términos económicos y sociales; por tanto, reducirla y erradicarla redundará en beneficio de los Estados.

Como siempre, tengan por seguro que ACNUR seguirá apoyando sus esfuerzos. La misma importancia la tendrán las oportunidades para que todos los países se apoyen entre sí, para que aprendan uno del otro (como han hecho, por ejemplo, Japón y Filipinas). Ese es el espíritu de colaboración y participación que promueve la Alianza Global.

Por cierto, muchos de ustedes han mencionado la eficacia que han tenido las acciones coordinadas a nivel regional en otros contextos, incluso por conducto de organizaciones regionales (como ECOWAS e IGAD), o bien a través de iniciativas como el MIRPS, entre otras; sobre todo en relación con el abordaje de los movimientos mixtos, de personas refugiadas y migrantes, que son complejos y trasnacionales. Como hemos señalado la Alta Comisionada Auxiliar para la Protección y yo, una respuesta efectiva a los movimientos mixtos será posible únicamente si se consideran las rutas de desplazamiento en su totalidad; es decir, más allá del prisma de los controles fronterizos. Esto no quiere decir que debemos ignorar por completo las particularidades de los contextos nacionales.

Sabemos que la seguridad en las fronteras constituye un elemento esencial de la soberanía estatal. Sin embargo, para que los controles fronterizos sean eficaces, es necesario balancearlos con intervenciones estratégicas a lo largo de las rutas; también mediante el desarrollo de la capacidad de asilo y de políticas públicas adecuadas. ACNUR tiene todo preparado para apoyarles en esta difícil tarea (la organización tiene el compromiso de hacerlo), como lo hizo, por ejemplo, con Sudáfrica, un país que afronta movimientos mixtos de refugiados y migrantes.

Estimada presidenta,

Permítame dedicar un poco más de tiempo a la sostenibilidad en la labor de ACNUR; es decir, en el apoyo que la organización brinda a las personas refugiadas y desplazadas, así como a las comunidades de acogida, mientras se buscan soluciones duraderas. Lo hago porque fue un tema que casi toda la audiencia puso sobre la mesa desde que pronuncié mi discurso de apertura.

Aprecio la franqueza con la que muchos de ustedes han planteado preguntas e inquietudes con respecto a esta importante cuestión, pues nos permite – en este momento y en el futuro – aclarar lo que pensamos y tomar acciones más adecuadas y efectivas. Por otra parte, me emociona descubrir cuán amplio es el apoyo que se brinda para fortalecer la autosuficiencia de las personas refugiadas y desplazadas (sobre todo en situaciones de desplazamiento prolongadas), considerando que las comunidades de acogida también se han beneficiado. En realidad, este es el propósito principal detrás de los cambios que queremos implementar, en beneficio de todas las partes.

Se han mencionado prácticas y políticas públicas de todas las regiones; o sea, ejemplos variados y muy positivos en los que las personas desplazadas tienen acceso a los sistemas nacionales (para el cuidado de la salud, la educación o el mercado laboral), pues se reconoce que pueden contribuir a las comunidades que les han dado acogida. Tal es el caso de Etiopía, Kenia, Ruanda, Uganda y Zambia, países que durante años han dado generosa acogida a las personas refugiadas; todos ellos emitieron poderosas declaraciones que detallan su compromiso con la inclusión. Lo mismo hicieron algunos países latinoamericanos. Al respecto, ansío estar en Chile en diciembre (para el evento ministerial de Cartagena+40), pues la región está labrando un ambicioso camino para potenciar la solidaridad.

Sin embargo, todos estos países necesitan apoyo para mantener ese compromiso; de otro modo, estas “regiones de inclusión” podrían ceder al peso de las continuas olas de desplazamiento.

En ese sentido, quisiera dejar algo muy claro: el modelo de asistencia sostenible que queremos alcanzar – con base en la inclusión y la autosuficiencia – no funcionará sin el apoyo financiero ininterrumpido de los donantes. Esta semana, los países de acogida han subrayado esta cuestión. El modelo de respuestas sostenibles no busca que se reduzca la financiación para el trabajo humanitario. Es imperativo que se comparta la responsabilidad que conlleva brindar protección a las personas refugiadas. La distribución de responsabilidades es la esencia del Pacto Mundial sobre los Refugiados.

La cuestión es que esas responsabilidades se asuman colectivamente y de mejor forma, sobre todo en el contexto que hemos descrito (en el que ocurren más guerras, escasea la paz, hacen falta soluciones duraderas y fluctúa la financiación para la labor humanitaria).

No cabe duda de que llegar a un equilibrio mucho más sostenible exige más colaboración entre ACNUR y los actores para el desarrollo; la organización ha invertido bastante en ella en los últimos diez años. Es necesario mejorar aún más la manera en la que se brinda la asistencia humanitaria; particularmente, para evitar la dependencia y que surjan otros obstáculos que imposibiliten el desarrollo. Las organizaciones para el desarrollo deben seguir el ejemplo del personal humanitario; así aprenderán cómo movilizar los recursos con mayor rapidez, sobre todo cuando se suscita una crisis. Asimismo, será necesario que los países de acogida forjen alianzas mucho más sólidas con los agentes humanitarios y para el desarrollo. ACNUR seguirá desempeñando un papel catalizador para movilizar la financiación al desarrollo, incluso de instituciones financieras internacionales. Al respecto, me motiva, por ejemplo, el fuerte compromiso del Banco Mundial, como escuchamos ayer.

ACNUR seguirá brindando asesoramiento, incluso sobre cómo concretar políticas públicas que faciliten la obtención de recursos adicionales de actores para el desarrollo y del sector privado. Han surgido algunas preguntas con respecto al componente financiero de la asistencia sostenible para personas refugiadas (no más programas sostenibles), que lleva a cuestas una pesada carga que muchos países de acogida llevan sobre sus hombros. Estas preguntas son complejas, pero es necesario abordarlas (a manera de consultas).

Sobra decir que nada de esto modifica ni nos aleja del mandato de ACNUR, una agencia humanitaria que seguirá enfocándose en la protección y las soluciones. Hemos escuchado algunas inquietudes en ese sentido, así que me parece importante aclarar este punto.

Haciendo eco de la impecable declaración de las organizaciones no gubernamentales en el debate general, cito: “no podemos olvidarnos de lo más elemental”. Tengan por seguro que, siempre que se presente una crisis de desplazamiento forzado, siempre que requieran apoyo o asesoramiento para fortalecer su capacidad de asilo o su marco jurídico, y siempre que celebren el retorno de su ciudadanía luego del exilio, ACNUR estará ahí, a su lado.

Estimada presidenta,

Me disculpo por exprimir esta metáfora, pero debemos seguir nadando contracorriente, hasta llegar a las causas del desplazamiento. Me refiero a las causas subyacentes.

Mientras dialogábamos, los conflictos que mencioné en mi discurso de apertura siguen causando estragos: miles de personas más han huido por los ataques aéreos en Líbano, y muchas más han cruzado la frontera con Siria. ACNUR necesita apoyo para ayudar a las personas que se están guareciendo en las escuelas y en las calles de Beirut; también para ayudar a quienes lograron ponerse a salvo con familias en Damasco que se encuentran en situación de pobreza (fui testigo de ello la semana pasada). Espero con ansias la conferencia que organizó el gobierno francés – y que tendrá lugar la próxima semana en París – para movilizar recursos para atender las crisis humanitarias más recientes. Pero, sobre todo, deseo sumar mi voz a aquellas que han solicitado un alto el fuego – seguido de significativas negociaciones para que este se prolongue en el tiempo – tanto en Gaza como en Líbano.

No hace falta que les diga que, en caso contrario (es decir, si la guerra en Medio Oriente continúa escalando), el resultado será catastrófico.

No debemos normalizar la guerra en ningún sitio: ni en Myanmar, donde la estabilidad se ha profundizado (hacía décadas que no ocurría), lo que, como ya escuchamos, ha tenido un impacto en toda la región; ni en el Sahel, donde las cifras de desplazamiento se están elevando considerablemente, lo que supone una amenaza para los países costeros en África occidental (esta cuestión merece atención urgente); ni en Sudán, donde las guerras y la violencia, que es brutal, siguen provocando desplazamientos... No podemos ignorar las violaciones a los derechos humanos (ni en esos países ni en ningún otro); tampoco podemos resignarnos, sobre todo cuando somos testigos de crisis multifacéticas y prolongadas que parecen no tener solución, como aquella que durante años ha azotado la República Democrática del Congo. ¿Cuánto más debe esperar la población congoleña para que se consolide la paz?

Quisiera apaciguar los temores de la República Democrática del Congo y de todos los países que se sienten ignorados, pues perciben que su situación se eclipsa con el surgimiento de otras crisis de mayor proporción. No les daremos la espalda. ACNUR no le dará la espalda a Yemen; tampoco lo hará con Afganistán ni con los países que han recibido a las personas afganas refugiadas. Todos ellos pueden contar con el apoyo de la organización.

Como dije antes, ACNUR trabajará con el Asesor Especial de la ONU sobre soluciones a los desplazamientos internos. El importante papel que desempeña la organización en el sistema de grupos temáticos que se estableció en diversos países para atender las necesidades humanitarias de las personas desplazadas internas, así como la experiencia con la que ACNUR cuenta en la búsqueda de soluciones, permitirán que tengamos un papel significativo para garantizar que la ONU brinde más apoyo efectivo y tangible para acabar con el desplazamiento interno. Mencioné también que en las próximas semanas se darán a conocer más detalles al respecto.

Por otra parte, ACNUR seguirá invirtiendo en medidas preventivas, una cuestión de la que poco se ha hablado, pero que es una realidad en muchas de nuestras operaciones (por ejemplo, en Honduras, donde ACNUR trabaja para potenciar la resiliencia de las comunidades y, así, prevenir su desplazamiento). Lo mismo hacemos para mitigar los efectos del cambio climático. De hecho, escuchamos potentes testimonios – de Bangladesh y de muchos otros países en el Sahel y en África occidental – sobre los efectos que tiene este fenómeno en la fragilidad y el desplazamiento. Transmitiremos sus mensajes el mes próximo, en la COP29.

También quisiera subrayar la importancia del reasentamiento y de otras vías complementarias; muchos de ustedes lo hicieron. Este año, las conclusiones en materia de protección internacional se centran, precisamente, en las soluciones duraderas, así que aplaudo su adopción. Ante todo, el reasentamiento constituye una herramienta esencial que salva vidas, pues permite que las personas refugiadas en mayor situación de vulnerabilidad reciban la protección que necesitan si algunos países de asilo no pueden brindarla del todo. El reasentamiento también constituye una valiosa muestra de solidaridad y distribución de responsabilidades que no solo debe mantenerse, sino que debe ampliarse, pues no hay límite en el número de vidas que pueden cambiar con el reasentamiento.

Por otro lado, doy las gracias a quienes nos recordaron que debemos sostener y aprovechar, mediante la implementación de los compromisos adquiridos, el impulso generado por el Foro Mundial sobre los Refugiados. Uganda lo dijo claramente: el éxito del Foro dependerá del cumplimiento de los compromisos, pues cada uno de ellos nos acerca a la solidaridad, la inclusión y la sostenibilidad que fomenta el Pacto Mundial sobre los Refugiados.

Estimada presidenta,

Permítame agradecer nuevamente a nuestros donantes por confiar en ACNUR, sobre todo ahora que contamos con fondos, que son particularmente importantes en un contexto de múltiples situaciones de emergencia. No cabe duda de que ACNUR necesita más financiación (sobre todo, financiación flexible) para seguir respondiendo de manera ágil y pertinente a las necesidades de las personas desplazadas por la fuerza y apátridas por igual, sin distinción alguna. En ese sentido, escucharon al representante del personal describir a detalle cuán doloroso ha sido reducir la plantilla del personal en un momento en que la organización necesita robustez. Agradecemos enormemente su apoyo, que día con día permite que los equipos de ACNUR lleven a cabo su vital labor alrededor del mundo. Como expresaron algunas delegaciones, ACNUR también espera que se llegue nuevamente a un consenso en la toma de decisiones para apoyar a la organización en el futuro; se trata de una respetable tradición que ha durado décadas.

Para finalizar, le doy las gracias a usted, estimada presidenta (querida Katharina). En representación de ACNUR y de muchos otros, le aseguro que son inigualables la dedicación, el conocimiento experto y el espíritu de colaboración que la caracterizan como presidenta del Comité Ejecutivo. Por cierto, lo mismo digo de su trabajo como presidenta del Consejo de la OIM, lo cual supone un poderoso vínculo entre ambas instituciones que continúa fortaleciendo la colaboración para apoyarles con mayor eficiencia. Muchas gracias, Katharina, por fomentar la apertura y el involucramiento en este órgano; también por tu amistad y tus sabios consejos. Gracias al resto del consejo, por la extraordinaria labor que llevan a cabo en todo tipo de circunstancias.

Felicito al embajador Vázquez Bermúdez, por su elección como presidente. Espero trabajar estrechamente con usted y con el resto del consejo, que incluye al embajador Ahmad, de Pakistán, en la primera vicepresidencia; al embajador Daka, de Etiopía, en la segunda vicepresidencia; y al nuevo relator, Advani, de Reino Unido.

Me permito cerrar citando a Jin Davod, una de las ganadoras regionales que recibió el Premio Nansen este lunes: “Ninguna persona refugiada lo es por elección, pero ayudarles sí es una decisión”.

Es innegable que no solo debemos optar por ayudar a las personas refugiadas, sino que también debemos escucharlas y empoderarlas para que dejen de serlo.

Muchas gracias por caminar con ACNUR en esa dirección.

Muchas gracias.