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Acceso a salud mental, la prioridad para una líder desplazada en El Salvador

Saraí posa para una foto sonriente.
Historias

Acceso a salud mental, la prioridad para una líder desplazada en El Salvador

A través de su liderazgo, Saraí, una joven líder comunitaria, busca que la juventud se sienta segura y empoderada para hablar sobre sus emociones, promoviendo un entorno de apoyo y bienestar emocional.
10 Octubre 2024

Saraí está convencida de que todas las personas desplazadas necesitan acceder a servicios de salud mental para poder reconstruir sus vidas.

“Desde ese momento yo empecé a sentir que me hundía. No tenía para donde irme. No sabía qué hacer. Y, sinceramente, llegué varias veces a pensar e intentar quitarme la vida”, recuerda Saraí sobre el momento en que tuvo que dejar todo atrás.

“Desde ese momento yo empecé a sentir que me hundía. No tenía para donde irme. No sabía qué hacer. Y, sinceramente, llegué varias veces a pensar e intentar quitarme la vida”, recuerda Saraí sobre el momento en que tuvo que dejar todo atrás.

Saraí (25) creció en el distrito de Mejicanos, San Salvador, en una comunidad fragmentada y controlada por grupos criminales. La violencia y el acoso de las pandillas era algo cotidiano.

La comunidad, rodeada de árboles frutales y veredas, dejó de ser un lugar donde la infancia podía jugar con libertad. Las pandillas impusieron miedo y restricciones.

“Empecé a sentirme perseguida... ya no me sentía segura, ni siquiera donde estudiaba”.

“Recuerdo que desde que estaba niña era bien feo porque no podíamos salir a jugar. En un momento solo salíamos del colegio a la casa”, explica. “Sólo por el hecho de vivir acá nos estigmatizaban porque decían que pertenecíamos a un grupo criminal”, destaca Saraí.

La situación para Saraí empeoró cuando, a los 15 años, unos miembros de las pandillas la pararon y revisaron su bolso. Desde ahí, el acoso, los ataques en el transporte público y el seguimiento de cada uno de sus pasos fue constante.

“Empecé a sentirme perseguida. Fue algo muy fuerte, porque yo ya no me sentía segura, ni siquiera donde estudiaba. Ya no podía salir para nada”, cuenta.

Una noche, una mujer joven fue brutalmente asesinada en una cancha deportiva cercana a su casa. Esa misma madrugada una vecina se acercó a su ventana y le advirtió a Saraí: “Es la única oportunidad que usted tiene de irse. Si no se va ahora no se podrá ir. Váyase”.

Este fue el punto de quiebre. “En ese momento decidí irme”, relata Saraí. 

La decisión de abandonar su hogar fue una de las más difíciles. La violencia y la inseguridad la obligaron a dejar atrás a su familia, amistades y todos los recuerdos que había construido en el lugar donde creció. Al llegar a la casa de otros familiares, encontró la calidez y el apoyo que necesitaba en un momento tan difícil.

Un callejón estrecho separa dos filas de casas.

Por muchos años el control de las pandillas y la violencia impedían la convivencia en la comunidad y mantuvieron a cientos de familias encerradas en sus casas.  

Un ciclo de sanación emocional

Años después de huir, escuchó a través de su hermano sobre el Centro Integral de Inteligencia Emocional (CIIE). “Le llamé y le dije: Consígueme contacto y voy a ir, porque si no voy no sé cuánto tiempo más voy a aguantar.”

Saraí se puso en contacto con el CIIE, un espacio de la Dirección de Reconstrucción del Tejido Social, apoyado por ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, para el cuidado de la salud mental, donde las personas desplazadas pueden recibir atención psicológica gratuita.

“Ahí aprendí a controlar mis emociones, a pesar de que a veces estaba muy triste o enojada. Supe cómo tranquilizarme, dar un paso atrás y ver las cosas con un panorama distinto,” cuenta Saraí.

Luego de un proceso de sanación emocional, Saraí se dio cuenta que muchas más personas necesitaban ayuda con su salud mental y emocional y comenzó a referirlas al centro para que también pudieran trabajar en su bienestar mental.

“Yo creo que la salud emocional es muy importante para los jóvenes. En la actualidad siento que nos basamos mucho en lo que los otros piensan. No están conscientes de lo que ellos realmente están sintiendo, de saber cómo manejar sus emociones. La estabilidad emocional trae estabilidad económica, en la familia e incluso en las relaciones sentimentales”, destaca.

Mejores días estaban por llegar

Ante la evolución de la dinámica de la seguridad pública en El Salvador, Saraí decidió regresar a su comunidad y unirse al Comité Juvenil, donde encontró un propósito: trabajar con otros jóvenes para mejorar su entorno.

“Regresar a casa y formar parte del Comité Juvenil me ayudó mucho. Empezamos a ser jóvenes libres, y a accionar por la comunidad”, recuerda.

Con el Comité Juvenil limpiaron la cancha, organizaron actividades recreativas como cines comunitarios y fiestas infantiles, también reactivaron un torneo de fútbol que las pandillas habían interrumpido. “Ahora jóvenes de distintas comunidades se pueden encontrar sin ser rivales”, comenta Saraí.

Con el tiempo, la comunidad comenzó a recuperar la confianza. Más personas se empezaron a involucrar al ver que eran los jóvenes quienes estaban haciendo el cambio.

Un joven jugando baloncesto en una cancha deportiva.

Luis juega baloncesto en la cancha deportiva. En el pasado, estaba bajo el control que ejercían los grupos criminales.

“Fue tan bonito ver a la gente saliendo de sus casas. Recuperamos los espacios verdes donde los niños empezaron a jugar; y las sillas públicas, donde ahora las señoras salen y se toman su café. Ahora más jóvenes pueden transitar solos con la confianza de que no les va a pasar nada”, destaca Saraí.

También, Saraí empezó a involucrarse en las actividades del centro comunitario, conocido como CUBO-Centro Urbano de Bienestar y Oportunidades que les permite hacer una diversidad de talleres, incluyendo bienestar emocional.

En este centro, el CIIE brinda espacios seguros donde las personas pueden participar en actividades lúdicas comunitarias como talleres formativos en salud mental, terapias grupales y atención terapéutica personalizada.

Actualmente, Saraí cursa su tercer año de Relaciones Públicas, y sueña con crear una empresa donde pueda comunicar sobre el trabajo social en las comunidades. “Antes era muy inseguro seguir yendo a la universidad. Ahora la retomé y sigo con todo. Espero a través de mi carrera dar a conocer el trabajo que estamos haciendo dentro de las comunidades”, enfatiza.

“Me da esperanza mi familia, el hecho de estar en paz conmigo misma, y de hacer lo que me gusta”.

En Centroamérica y México, los países del Marco Integral Regional para la Protección y Soluciones (MIRPS) han trabajado de manera conjunta para implementar acciones preventivas y generar a largo plazo soluciones mediante el acceso de las personas forzadas a huir a servicios esenciales. El desplazamiento forzado afecta, además de la seguridad física, el bienestar emocional de quienes lo experimentan. Ante ello, las respuestas en salud mental son claves para favorecer las soluciones ante el desplazamiento y el trabajo conjunto para su prevención.

Brindar apoyo psicosocial en todas las etapas del desplazamiento permite mitigar el trauma y el estrés, facilitando que las personas puedan reconstruir sus vidas con mayor resiliencia. Estas iniciativas ofrecen una respuesta inmediata y también crean las condiciones necesarias para que las personas refugiadas y desplazadas se integren en sus nuevas comunidades de manera digna y segura. La historia de Saraí es un reflejo del impacto positivo de estas iniciativas.