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En imágenes: Mujeres refugiadas que rompen barreras

Historias

En imágenes: Mujeres refugiadas que rompen barreras

En el Día Internacional de las Mujeres, ACNUR celebra la fortaleza y el talento de aquellas mujeres que han sido desplazadas alrededor del mundo.
7 Marzo 2025 Disponible también en:
Cuatro mujeres hablan entre sí y se ríen en un parque.

Hoy en día, en el mundo hay más de 600 millones de niñas y mujeres que han sido desplazadas por la fuerza o que son apátridas. Luego de haber huido de conflictos, violaciones a los derechos humanos y otras formas de violencia, muchas de estas mujeres continúan inmersas en situaciones de crisis, pues deben separarse de sus seres queridos, o bien corren mayor riesgo de caer en la pobreza, ser víctimas de explotación o sufrir aún más violencia. Además, son enormes las barreras que enfrentan cuando tratan de seguir estudiando, cuando buscan medios para sostenerse y cuando necesitan acceder a servicios para el cuidado de la salud y otros servicios básicos.

A pesar de estos desafíos, ni el desplazamiento ni su condición de refugiadas las define, pues son también estudiantes, empresarias, líderes, madres y profesionales altamente preparadas. Si se les da la oportunidad, sus conocimientos y su experiencia podrían abonar a la búsqueda de soluciones que redunden en beneficio de sus comunidades. ACNUR está trabajando para garantizar que la voz de las mujeres desplazadas se incorpore en la toma de decisiones que tendrán un impacto en sus vidas. Para lograrlo, está consolidando alianzas con organizaciones dirigidas por personas refugiadas (sobre todo, mujeres), y está ayudando a las mujeres refugiadas para que tengan acceso a un empleo y a la educación superior.

En el Día Internacional de las Mujeres, ACNUR celebra la fortaleza y el talento de las mujeres que han sido desplazadas alrededor del mundo; asimismo, pone el foco en la dura realidad que muchas de ellas enfrentan.


Imagen de portada: Joséphine, Dorcas, Murielle y Grace (de izquierda a derecha) son refugiadas de la República Democrática del Congo y representantes, en Burundi, del Club de empoderamiento femenino del programa DAFI, que ofrece mentorías para que las mujeres jóvenes asuman roles de liderazgo. | © ACNUR/Antoine Tardy

 

Eslovaquia

Varvara, de 18 años, está cursando el primer año de Danza en la Academia de Artes Escénicas de Bratislava, Eslovaquia. Cuando estalló la guerra total en Ucrania, en febrero de 2022, Varvara estaba estudiando en una escuela de danza en Bakhmut, pues sueña con vivir en el escenario. Aunque fue forzada a huir, Varvara obtuvo una beca para alcanzar su sueño gracias al programa DAFI, que desde 1992 ha apoyado a miles de jóvenes refugiados para que logren matricularse en instituciones de educación superior.

 

“En situaciones como la nuestra, la estabilidad no existe... DAFI me ofreció estabilidad; fue como una red de protección, o sea, algo que estaría ahí a pesar de todo”.

© ACNUR /Antoine Tardy

Una mujer posa para una foto tomada desde el aire en una postura de danza que resalta una gran falda colorida que se abre en círculo sobre el piso mientras ella abre sus brazos hacia fuera sonriendo.
Una mujer que lleva puestos unos audífonos posa frente a un micrófono.

Kenia

Radio Gargar es la única estación de radio en Dadaab, un enorme campamento de refugiados al noreste de Kenia; la dirigen solo personas refugiadas para mantener a quienes viven en el campamento al tanto de cuestiones que les atañen.

Fardosa Sirat Gelle se incorporó a Radio Gargar en 2021; le emociona que su programa es una plataforma en la que otras mujeres refugiadas pueden hablar de los desafíos que enfrentan.

 

“Me ilusiona empoderar a las mujeres con mi trabajo, sobre todo porque se trata de la única estación de radio con la que los refugiados se mantienen al día”.

© ACNUR/Charity Nzomo 

México

Stephanny, una refugiada venezolana, huyó a México cuando tenía diecinueve años; hoy tiene veintiocho y está estudiando medicina en la Universidad Autónoma Metropolitana de la Ciudad de México. Vive con su hermana y con su hijo, Daniel, que tiene cuatro años. Se postuló al programa DAFI y obtuvo una beca por conducto de Casa Refugiados, una organización de la sociedad civil que es socio de ACNUR en México. La beca le permite compaginar sus estudios con la maternidad, pues le ahorra el estrés que supone un empleo de tiempo completo.

 

“Trabajar en el cuidado de la salud implica salvar vidas, hacer que las personas se sientan mejor... Sigo creyendo que la humanidad puede ser mejor. Lucho por eso, por mis convicciones”.

© ACNUR /Antoine Tardy 

Una mujer con anteojos trabaja en un computador. En su regazo, está sentado un niño que observa lo que ella hace.
Chicas rohingyas sentadas en el piso. Algunas de ellas miran a alguien o algo fuera de cámara; una de ellas, en el centro de la imagen, ve directo a la cámara.

Bangladesh 

Un grupo de jóvenes rohingya refugiadas asiste al Club de Adolescentes del asentamiento de Kutupalong, en Cox’s Bazar, Bangladesh. En el club, las chicas que viven en el asentamiento encuentran un espacio seguro en el que pueden trabajar el trauma y construir relaciones entre sí. Asimismo, aprenden a leer, escribir y hacer cuentas, entre otras habilidades, lo cual abona a la reducción de la brecha educativa que aqueja a las mujeres que salieron de Myanmar, con dirección a Bangladesh, antes de poder concluir la escuela primaria.


© ACNUR/Kamrul Hasan

CHAD

Gambra, una emprendedora refugiada, huyó del conflicto en Sudán mucho antes de que estallara la crisis que aqueja al país en este momento. Ahora, vive en el asentamiento de Farchana, en Chad. Luego de haber recibido capacitación en panadería en el Centro Femenino de Farchana, Gambra abrió su propio negocio; este le permite ganar suficiente dinero para sostener a sus cinco hijos y ofrecerle un empleo a otras mujeres refugiadas. Al capacitarlas en el arte de la panadería, está retribuyendo a la comunidad. 


© ACNUR/Andrew McConnell

Una mujer posa frente a la cámara mostrando una bandeja de pan.
Una mujer en un laboratorio mira a través de un microscopio.

Bulgaria

Yulia, una experta entomóloga ucraniana de 36 años, es supervisora en Nasekomo, una empresa búlgara que está trabajando en la mejora de los criaderos industriales de la mosca soldado negra para la generación de aceite y proteínas. El puesto que ocupa en Nasekomo ha permitido que Yulia y su madre reconstruyan su vida en Bulgaria tras haber huido de la guerra a gran escala en Ucrania.


© ACNUR/Dobrin Kashavelov

Jordania

Manal Jumaa, de 42 años, y su familia huyeron en 2013. Lograron ponerse a salvo en el campamento de refugiados de Za’atari, en Jordania. Su esposo trabaja como pintor en el campamento, pero su sueldo no es suficiente para mantener a sus seis hijos. Por tanto, Manal se inscribió en el curso de reparación de teléfonos móviles para apoyar con los gastos de la casa. De hecho, es la primera técnica que repara estos dispositivos en el campamento.

 

“Puedo reparar cualquier dispositivo móvil con facilidad, así que insto a todas las mujeres a ir más allá de lo conocido”.

© ACNUR/Shawkat Alharfoush 

Una mujer reparando un telefóno inteligente.
Una mujer en uniforme de enfermera camina en el pasillo de un hospital.

Reino Unido

Con apenas siete años, Kismat Arab fue reasentada junto con su familia en Bradford desde Cox’s Bazar, Bangladesh. Como es la mayor de cuatro hijas, aprendió inglés por su cuenta para poder fungir como intérprete de su madre y de su padre. En 2023 concluyó el grado de Enfermería infantil y ahora trabaja como enfermera de planta en el ala infantil del Hospital Real de Bradford.

 

“Tengo todo el apoyo que necesito para ser quien quiero ser”. 

© ACNUR/Andrew Testa 

Colombia

Esneda Saavedra es una lideresa indígena y potente activista que defiende el territorio y los derechos humanos. Como primera gobernante del pueblo yukpa, que vive en una región montañosa entre Colombia y Venezuela, Esneda se ha dedicado a proteger a la comunidad y al territorio del desplazamiento forzado y de los fenómenos meteorológicos extremos. A pesar de que alzar la voz la ha puesto en la mira, no ha dejado de abogar por los derechos de los pueblos indígenas. De hecho, trabaja en la Organización Nacional Indígena de Colombia y, el año pasado, fue nombrada portavoz de las mujeres indígenas que han sido víctimas del conflicto armado en ese país.

 

“Me convertí en lideresa porque era necesario que lo hiciera. Nací para defender nuestro territorio y a las personas que lo habitan”.

© UNHCR/Marina Calderon

Una mujer vestida de blanco mira hacía el cielo en un ambiente rural.
Una mujer juega con un bebé midiédole una prenda de vestir mientras detrás de ella dos niñas miran divertidas.

Afganistán

Yasamin, de 33 años, es la principal proveedora de su familia, que vive en Kunduz, al norte de Afganistán. Yasamin es costurera y, recientemente, su negocio recibió una subvención de ACNUR que le permitió comprar hilos, telas y máquinas de coser. Yasamin no solo ha logrado aumentar las ventas, sino que también creó una nueva línea de productos y está capacitando a veinte mujeres en el arte de la costura.

 

“Estoy llena de esperanza de cara al futuro. Me gustaría abrir un espacio de costura en el cual ofrecer capacitación para más mujeres; también quisiera ampliar el trabajo que estoy llevando a cabo e invertir en equipo nuevo”.

© ACNUR/Faramarz Barzin