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La población de Moldavia, honrada por su cálida acogida a las personas refugiadas de Ucrania

Historias

La población de Moldavia, honrada por su cálida acogida a las personas refugiadas de Ucrania

A pesar de enfrentarse a sus propios problemas económicos, los habitantes de Moldavia abrieron sus hogares y sus corazones a quienes huían de la guerra a gran escala en Ucrania y continúan ofreciendo protección y oportunidades a más de 100.000 personas refugiadas.
9 Octubre 2024 Disponible también en:
Personas cargadas de maletas caminan hacia una gran tienda de campaña sobre la que ondea la bandera de Moldavia
Personas refugiadas de Ucrania llegan a un centro de transporte cerca del paso fronterizo de Palanca, Moldavia, en mayo de 2022.
Pocas horas después de la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia, el 24 de febrero de 2022, decenas de miles de familias aterrorizadas tomaron trenes y formaron convoyes de automóviles que se dirigían al oeste para escapar de la guerra. En la frontera, antes de adentrarse en un futuro incierto, madres e hijos se despedían entre lágrimas de sus esposos y padres, quienes se habían quedado atrás.

Mientras se desarrollaban estas escenas en el paso fronterizo de Palanca, entre Ucrania y su vecino más pequeño, Moldavia, sus habitantes ya se estaban movilizando para ayudar a las personas refugiadas que llegaban. Las donaciones de alimentos, ropa de abrigo y mantas comenzaron a llegar a la frontera, las personas llegaron en vehículos privados para ofrecer transporte, y en todo el país las familias abrieron sus puertas a quienes huían.

Entre ellos estaban Zaharii y Tatiana Arama, una pareja que gestiona una casa de huéspedes rodeada de campos y viñedos a pocos kilómetros de la frontera, en el pueblo de Palanca. Cuando las personas refugiadas empezaron a cruzar la frontera, se unieron a muchos de sus vecinos para proporcionarles comida caliente y un lugar donde dormir, abriendo su casa de huéspedes a familias ucranianas y, cuando se llenó, instalando camas plegables en su propia casa.

“Ves a las personas necesitadas, asustadas... ayudar es algo humano”, declaró Zaharii a la prensa en 2022. “Así nos educaron. Hicimos lo que teníamos que hacer”.

Personas abrazándose mientras sonrien

Construcción de la comunidad

Esta cálida acogida se repitió en toda Moldavia, a pesar de ser un país con muchos problemas acuciantes y recursos limitados. Con una población total de tan solo 2,5 millones de habitantes, el país ha registrado más de un millón de personas procedentes de Ucrania que han cruzado su frontera desde el comienzo de la guerra a gran escala, y más de 100.000 personas refugiadas siguen siendo acogidas casi tres años después.

El compromiso del pueblo moldavo va más allá de la respuesta de emergencia. Es un proyecto a largo plazo de inclusión y construcción de la comunidad, en el que no solo se acoge a personas refugiadas, sino que también se les dan las herramientas y oportunidades para contribuir a su nueva sociedad. La población moldava, las organizaciones de la sociedad civil y las autoridades trabajan estrechamente para garantizar que estos nuevos miembros de su comunidad tengan acceso a educación, empleo y servicios sociales, fomentando un sentimiento de pertenencia en una tierra extranjera.

En una ventana hay un dibujo de las banderas de Ucrania y Moldavia rodeadas de un corazón y marcas de manos de un niño

La pintura infantil con un mensaje de “Gracias Moldavia” cuelga de la ventana de una fábrica de Chisináu convertida en albergue para personas refugiadas ucranianas.

En reconocimiento al notable apoyo y solidaridad que han mostrado a más de un millón personas refugiadas procedentes de Ucrania, la población de Moldavia recibirá una mención honorífica en la ceremonia de entrega del Premio Nansen para los Refugiados de ACNUR 2024, que tendrá lugar en Ginebra el 14 de octubre.

Olena Prysyazhniuk llegó a Moldavia con sus padres y sus dos hijas el primer día de la invasión a gran escala, después de huir de su hogar en Vinnytsia, a unos 100 kilómetros al norte de Moldavia.

“Para ser sincera, no pensaba ir a ningún país en particular. Moldavia era el más cercano”, explicó Prysyazhniuk. " Nos acogieron con mucho cariño y apoyo. El amor que hemos experimentado aquí nos ayudó a sanar y nos convenció de quedarnos".

“Ayudar es algo humano”.

Zaharii Arama, anfitriona moldava

 

Una mujer sentada en una banca del parque frente a un lago

La refugiada ucraniana Olena Prysyazhniuk cerca de un lago donde practica regularmente surf de remo en Chisináu, la capital de Moldavia.

Una semana después de llegar a la capital, Chisináu, Prysyazhniuk consiguió empleo y una familia de acogida. Una vez recuperada la confianza en sí misma, la ex trabajadora municipal fundó dos ONG en Moldavia que promueven la colaboración internacional a través de proyectos educativos, deportivos y culturales. También canalizó su pasión por el surf de remo (SUP) fundando el SUP Family Club.

“Me sentí realizada y útil porque estaba ayudando a personas como yo”, señaló Prysyazhniuc. “Creo que solo cuando te ayudas a ti mismo puedes ayudar a otros”.

País pequeño, corazón grande

Igor Calancea es Jefe Adjunto de Situaciones de Emergencia Regionales en el distrito de Căușeni, al sur de Moldavia, y participó en el establecimiento por parte del gobierno de una instalación de tránsito cerca del paso fronterizo de Palanca, que se convirtió en el principal punto de entrada para las personas que huían de Ucrania.

“Nos acogieron con mucho cariño y apoyo”.

Olena Prysyazhniuk, refugiada ucraniana

 

“Instalar un campamento no era algo nuevo, pero ver a tantas personas preocupadas pidiendo tu ayuda fue algo nuevo y muy emotivo. Nunca había visto a tantas personas movilizadas en todo el territorio de la República de Moldavia”, comentó Calancea. “Llegó gente que simplemente se ofrecía a ser anfitriona o a traer comida y suministros. Fue algo especial y edificante, algo que te hace darte cuenta de que nada está perdido”.

Mientras Calancea reflexionaba sobre el esfuerzo colectivo del país para acoger a las personas refugiadas de Ucrania, era evidente el orgullo que sentía al ver que la población de Moldavia estaba a la altura del desafío.

“Todos se movilizaron, y ahora, en 2024, podemos decir que, desde el más alto nivel del gobierno hasta el ciudadano más ordinario, hicieron una contribución esencial. Como dice nuestra gente, es un país pequeño pero con un gran corazón”.