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Trabajador tailandés deja un campamento en Etiopía con la ayuda del ACNUR

Historias

Trabajador tailandés deja un campamento en Etiopía con la ayuda del ACNUR

When Thai citizen Buntha Mkewyu started working for an oil company in Sudan, the last thing he expected was to flee conflict and land in a refugee camp. [for translation]
12 Diciembre 2011 Disponible también en:
Buntha Mkewyu, exultante, tras abandonar el campamento de Tongo, en Etiopía.

ASSOSA, Etiopía, 12 de diciembre (ACNUR) – En un remoto rincón de Etiopía, donde residen más de 9.000 refugiados procedentes del Estado de Nilo Azul, en el Sudán, había un hombre cuyo caso era diferente del de los demás. Durante semanas, Buntha Mkewyu comió, durmió y vivió junto a sus amigos sudaneses en el campo de refugiados de Tongo, pero era evidente que su sitio no era aquel.

Originario de Tailandia, Mkewyu no esperaba acabar en un campo de refugiados cuando, en el año 2007, partió a la ciudad de Maganza, en el Estado de Nilo Azul, a trabajar para una compañía petrolífera. Sin embargo, en el mes de octubre de ese mismo año, se vio obligado a huir debido al recrudecimiento de los combates entre las fuerzas armadas sudanesas (FAS) y el Ejército de Liberación del Pueblo Sudanés-Norte (SPLA-N).

En medio del caos, fue recogido por un grupo de soldados del el Ejército de Liberación del Pueblo Sudanés-Norte, que lo llevaron hasta un punto situado a 40 kilómetrps de Dinduro – todavía dentro del Estado de Nilo Azul – donde, según uno de los soldados, había otra empresa extranjera. Pidieron al director de esta que se hiciera cargo de Mkewyu y le explicaron que ellos no tenían nada en contra de los ciudadanos extranjeros.

Allí conoció a John Borl Akol, un sudanés de 24 años de edad que pronto se convirtió en su amigo y traductor. Mkewyu no habla ingles, así que los dos se comunicaban con gestos y algunas nociones del idioma local que había aprendido en el Sudán. Se unió a un grupo de trabajadores indios en Dinduro y siguieron hasta Kurmuk para huir lo más lejos posible del conflicto. Sin embargo, pronto los alcanzó en una ciudad de las proximidades en la que se produjeron bombardeos aéreos.

Esta vez, Mkewyu y sus compañeros huyeron a la vecina Etiopía. Mientras que sus amigos indios pedían ayuda a su embajada, el no tenía adónde acudir, dado que Tailandia no tiene representación oficial en Etiopía. Junto con Akol y el resto de sus colegas sudaneses acudieron a la Administración del Gobierno etíope para los Asuntos de los Refugiados y los Repatriados y al ACNUR para solicitar protección y asistencia.

"Mkewyu es un nacional de un país tercero; no es un solicitante de asilo, ni un refugiado ni tampoco una persona apátrida. Tampoco es una persona desplazada internamente", comentó Nigora Kadirhodjaeva, oficial de protección del ACNUR. "No obstante, por motivos humanitarios, el ACNUR ayuda a veces a personas que normalmente no entran dentro de su mandato. Lo registramos en el campamento de refugiados de Tongo para que pudiera beneficiarse de los servicios que se ofrecen a los refugiados".

Mkewyu compartió una tienda del ACNUR con Akol, quien nos explicó: "No le faltaba nada. Nuestros vecinos nos invitaban a compartir sus comidas y verdaderamente no escatimaban esfuerzos para proporcionarle todo lo necesario. A pesar de su frustración mantuvo una actitud muy digna y realizó las tareas que le correspondían en la cocina y la lavandería".

Luego comenzaron las llamadas telefónicas y los mensajes de correo electrónico entre el ACNUR, la Administración para los Asuntos de los Refugiados y los Repatriados, la Organización Internacional para las Migraciones, el empleador de Mkewyu en Jartún y las autoridades tailandesas en Sudán y en Tailandia para cerciorarse de que contaba con asistencia en Etiopía y para tramitar su evacuación desde Tongo.

Kadirhodjaeva, del ACNUR, visitó en numerosas ocasiones el campamento de Tongo, situado a unos 120 kilómetros de la oficina de la agencia en Assosa, para investigar qué documentación se necesitaba para tramitar su salida de Tongo y de Etiopia, pero también para verificar que él se encontraba bien.

"No teníamos ningún motivo para preocuparnos", dijo ella sonriente. "Todos, y también sus compañeros refugiados, rogaban al ACNUR que ayudara a Mkewyu a regresar a casa, sin saber que ya estábamos trabajando duramente entre bastidores exactamente con este propósito".

El 24 de noviembre, el ACNUR recibió las noticias que todos esperaban. La oficina de la Administración para los Asuntos de los Refugiados y los Repatriados en Addis Abeba había autorizado el pase de salida del campamento y la evacuación de Mkewyu a la capital. Khadirhodjaeva decidió transmitir las buenas noticias personalmente. "El viaje parecía no tener fin", recuerda. "¡No podía esperar más para contárselo y ver su reacción!".

Cuando escuchó las noticias, Mkewyu mantuvo el rostro erguido, pero su manera de inclinar la cabeza y apretar las manos delante de la cara reflejaba su alegría. Cuando recibió la enhorabuena de Akol y sus vecinos lo felicitaron, abrazó a su amigo sonriendo, sabiendo que estaban pasando sus últimas horas juntos.

Transmitiendo un último mensaje de Mkewyu, Akol dijo "Le gustaría dar las gracias a todos, a las personas que lo condujeron a un lugar seguro, al Gobierno de Etiopía, a los refugiados de Tongo y a todas las organizaciones que han colaborado para hacer esto posible".

Pese a su tristeza por dejar a su amigo, Akol añadió: "Me alegro por él. El conflicto del Sudán no tenía nada que ver con él. Lo que ocurrió es que estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado. Le echaré de menos pero para mí será una alegría despedirme de él en el primer tramo de su viaje de regreso a Tailandia".

Por Pumla Rulashe en Assosa, Etiopía