Un refugiado sirio aprovecha sus habilidades de sastrería en un campo de Irak
Un refugiado sirio aprovecha sus habilidades de sastrería en un campo de Irak
CAMPO DE DOMIZ, Irak, 3 de enero (ACNUR) – Huyendo normalmente con nada más que la ropa que llevan puesta, los refugiados suelen depender de la ayuda de otras personas, incluyendo las comunidades de acogida, ACNUR y sus socios.
Pero para el refugiado sirio Diar*, de 32 años, el exilio ha supuesto una oportunidad para él para ser autosuficiente y tener independencia económica. A los dos meses de llegar al campo de Domiz, el pasado mes de julio, Diar ya había abierto su propia empresa de sastrería, sirviendo tanto a los sirios como a la comunidad local. Originario de la gobernación de Al Hassakeh, en el noreste de Siria, Diar ha tenido un negocio propio durante muchos años en Damasco.
"Tengo cuatro hermanos y cinco hermanas", contaba recientemente mientras planchaba una de las camisas de un cliente en su pequeña tienda. "Soy el más mayor y tengo mucha responsabilidad, aparte de mi padre. Conseguí tener mi propia sastrería y era muy feliz. Ayudé a mis hermanos y hermanas pequeños a ir a la escuela, y me siento muy orgulloso de ello", añade Diar.
"Presencié dos explosiones muy cerca de mí en Damasco. Afortunadamente sobreviví. Pero no pude aguantarlo más y tuve que huir para protegerme a mí y a mi familia. Me fui con toda mi familia, y me llevé conmigo al campo está máquina de planchar para poder planchar ropa".
Diar y su familia son algunos de los casi 60.000 refugiados sirios que han llegado a la región kurda de Irak desde que comenzó el conflicto sirio en marzo de 2011. Actualmente, unos 31.000 refugiados están viviendo en Domiz.
Este sastre abrió en septiembre su tienda de ocho metros cuadrados dentro del espacio familiar que le facilitaron en el campo. Al poco tiempo, la empresa estaba creciendo. "Después de llegar con mi familia, ACNUR nos dio alojamiento y me apoyó para conseguir electricidad para la tienda. "
Rashid,* de 18 años, llegó al campo de Domiz hace cuatro meses. Ahora es uno de los muchos clientes satisfechos de Diar. "Para mí es más barato que me arreglen aquí la ropa a que lo hagan fuera del campo", dijo Rashid recientemente mientras esperaba a que Diar arreglara un par de pantalones. "También recibo mejor calidad y servicio por parte de Diar. Lo probé antes, y creo que es un sastre excelente".
La clientela de Diar también se ha expandido a través del campo y ahora incluye a muchos iraquíes de la zona. Shada, de 53 años, es del vecindario de Domiz y hace poco fue al campo para comprar nuevos vestidos para sus dos hijas hechos por Diar. "Estoy encantada con el trabajo de Diar", dijo ella. "He estado en su tienda tres veces y es un sastre con muchas habilidades. Pago la mitad del precio, en comparación con otros sastres de mi vecindario. Le he hablado de Diar a otras señoras de mi vecindario".
El crecimiento de negocios a pequeña escala y de la economía en el campo de Domiz están ayudando a aliviar la presión sobre las agencias humanitarias que ya estaban dando respuesta a casi todas las necesidades básicas que requieren los refugiados. [Pero la independencia económica] también da a los refugiados un sentido de comunidad. Diar, por ejemplo, gana entre 15 y 20 dólares diarios, lo que le permite mantener a su familia.
"El hecho de que ACNUR me proporcionase un sitio donde vivir y con electricidad para dirigir mi empresa me permitió ofrecer a los refugiados un bajo precio en el campo así como a la comunidad local" asegura Diar con una sonrisa satisfactoria mientras atiende a uno de sus clientes.
*Nombres cambiados por razones de protección
Por Mohammed Abu Asaker en el Campo de Domiz, Irak