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Los indígenas Tule en Colombia luchan contra el peligro de desaparecer

Historias

Los indígenas Tule en Colombia luchan contra el peligro de desaparecer

The return of illegal armed groups to their resource-rich territory in north-west Colombia has made the endangered Tule people fearful about the future. [for translation]
22 Septiembre 2010 Disponible también en:
Mujeres tule reunidas en la casa comunal.

UNGUÍA, Colombia, 22 de septiembre (ACNUR) – Entre los muchos grupos indígenas de Colombia en peligro de extinción, muy pocos están en una situación más riesgosa que los Tule. Sólo hay unos 1.200 de ellos viviendo en los departamentos de Chocó y Antioquia en el noroeste del país.

Unos 500 viven en el municipio de Unguía en el Chocó, una zona de importancia estratégica en la frontera con Panamá, que es abundante en madera, minerales y otros recursos naturales. Por desgracia, estas riquezas han atraído la atención de criminales y grupos armados ilegales durante la última década.

La vida tranquila de los Tule fue interrumpida por primera vez en 2000-2001, cuando los grupos armados entraron en su territorio aislado de unas 2.350 hectáreas en la selva y ocasionaron una serie de asesinatos, abusos sexuales, intimidaciones y acosos.

Muchos miembros de este pueblo buscaron refugio en Panamá o en otros lugares en el Chocó. Pero unos pocos muy decididos optaron por quedarse por temor a que su pueblo no sobreviviese sin sus tierras ancestrales. "Los Tule son un pueblo antiguo y su valor es que protegen el ambiente. Por esta razón, Pab Dummat [el Gran Padre] nos dio este lugar para mantener y defender nuestras tradiciones", dijo Pastor, el líder de la comunidad y jefe espiritual, a una misión de ACNUR.

ACNUR comprende y tiene entre sus prioridades este tema, y es por eso que la agencia para los refugiados está preocupada por la reanudación de la violencia desde enero entre grupos armados rivales en el área de Unguía, que ha dejado a los Tule traumatizados y temerosos por el futuro, en particular a las mujeres y niños. Alrededor de la mitad de la comunidad de 500 huyó de su territorio temporalmente a principios de este año.

"Todavía temo por mi vida, mi familia y mi gente. Si no se van de nuestro territorio, nuestras vidas siguen estando en peligro", aseguró el hijo de Pastor, Ismael.

Pastor, que también representa a los Tule en el ámbito provincial, cree que la tribu debe permanecer en sus tierras ancestrales, o en sus cercanías, y ha estado trabajando con el ACNUR en la elaboración de una estrategia para prevenir el desplazamiento, o al menos asegurarse de que los Tule no tengan que salir de su territorio de forma permanente.

Esta estrategia incluye proveerles a los niños acceso a la educación, al tiempo que se garantiza su seguridad, y también comprende la protección de los derechos a la tierra de los Tule. El ACNUR está apoyando el desarrollo de la estrategia y ha impartido cursos de derechos humanos para funcionarios encargados de ayudar a los pueblos indígenas.

Pero, por ahora, a Pastor y a los Tule les preocupa la reaparición de la violencia en su tierra desde enero. Temen por el reclutamiento forzado de sus jóvenes por parte de los grupos armados ilegales y les preocupa la pérdida de su territorio ya que esto último afectaría su capacidad para cultivar y cazar.

Por encima de todo, temen un escalamiento de la violencia. "Estos intrusos pueden matar a cualquiera", señaló Ismael, al hablar de los enfrentamientos a principios de este año. Él mencionó una ocasión cuando después del estruendo de los disparos, "reinó un silencio intenso y aterrador sobre el pueblo".

Y aunque los combates han disminuido, la presencia de grupos armados ilegales ha hecho que los miembros de la comunidad ya no se alejen de sus hogares – y eso está afectando sus vidas.

"Nuestra dieta ha cambiado por completo. Ya no comemos ni carne fresca ni pescado. Si comemos plátano una vez al día ya con eso es suficiente", dijo una mujer. Los miembros de la comunidad también tienen más dificultades para acceder a las zonas donde se encuentran las plantas medicinales que han sido utilizadas tradicionalmente por los Tule para tratar enfermedades graves como la fiebre amarilla y la malaria.

Pastor resume su difícil situación. "Antes la selva era nuestra selva, ahora nos da miedo adentrarnos mucho. Hace unos años no sabíamos el significado de lo que era un conflicto armado y ahora estamos en medio de uno. Sentimos que estamos en una prisión al aire libre", dijo.

Pero los Tule no son el único grupo indígena en Colombia que ve con angustia su futuro. El año pasado, la Corte Constitucional pidió al gobierno que tomara medidas para proteger a los Tule y a 33 pueblos más que están en riesgo de desaparecer. Esta es una tarea que el Gobierno se toma muy en serio.

Los grupos en peligro de extinción incluyen grupos indígenas como los Awá y los Embera en el Chocó, los Eperara-Siapidara en la Costa Pacífica del departamento de Nariño, y los Jiw y Nukak en las cuencas de los ríos Guaviare y Guayabero. En las últimas semanas, la violencia ha provocado el desplazamiento de los miembros del pueblo Sicuani en la cuenca del Orinoco y los Wounaan en el Chocó.

Aparte de la violencia y las invasiones en sus tierras, los indígenas también se ven amenazados por otros factores como las enfermedades traídas desde el exterior y la contaminación de las fuentes de agua y los alimentos como resultado de la fumigación de los cultivos de coca. ACNUR quiere ver sus tierras y su modo de vida protegido.

"Hay varias áreas en donde es necesario avanzar para mejorar las condiciones de vida de los indígenas en Colombia", señaló Terry Morel, representante de ACNUR en el país. "La primera es proteger su existencia".

Por Francesca Fontanini en Ungía y Gustavo Valdivieso en Bogotá, Colombia