Un solicitante de asilo iraní en Hungría usa el deporte para sanar el cuerpo y el alma
Un solicitante de asilo iraní en Hungría usa el deporte para sanar el cuerpo y el alma
VAMOSSZABADI, Hungría, 30 de marzo de 2015 (ACNUR/UNHCR) – Najib*, un hombre alto y musculoso, está sentado en el pequeño gimnasio donde hace ejercicio y relata una horrible historia de castigos arbitrarios en contra de su esposa en la Republica Islámica de Irán. Él dice que solamente su pasión por los deportes le permite vencer el dolor y ser fuerte en el exilio por su esposa y su hijo de seis años.
"Normalmente lloro mucho cuando corro por las mañanas", confiesa Najib. "De esa manera el golpe de los meses pasados encuentra la forma de salir de mi alma. Cuando estoy de regreso, ya he encontrado mi paz interior y puedo sonreírle a mi hijo y a mi esposa y comenzar el día".
El gimnasio donde él hace ejercicio está localizado en el centro de recepción del gobierno en Vamosszabadi, en el oeste de Hungría, que ha sido la casa de Najib y su familia en los últimos dos meses. Najib, que vendía materiales plásticos para la construcción, decidió escapar de Irán el pasado mes de septiembre después de que la temible policía de la moralidad iraní arrestara a su esposa por no usar su hijab apropiadamente. Alish* soportó azotes, encarcelamiento y una multa muy elevada.
Durante los cuatro días que pasó en la cárcel, "le pegaron horriblemente", dice Najib en voz baja. Él sospecha que Alish, quien se disculpa y dice que no tiene la fuerza para hablar con visitantes, ha sufrido algo mucho peor.
"Yo no sé que más le hicieron cuando estaba encerrada", Najib añade. "Ella no me quiere decir más, pero Alish está destrozada: casi no come ni duerme y no habla con la gente. Yo hago todo lo que puedo para sanar sus heridas, pero ella va a necesitar ayuda profesional".
Hasta que eso pase, Najib alivia su propio estrés haciendo ejercicios en el gimnasio bien equipado del centro de recepción. Su pasión por los deportes lo llevó a convertirse en un entrenador voluntario de los compañeros solicitantes de asilo que viven en este centro de recepción que cuenta con poco personal. Hasta ahora, 10 de los 160 solicitantes de asilo que viven aquí usan el gimnasio, mientras esperan que sus casos sean procesados.
"Si la gente no se mantiene ocupada, se aburren y se ponen nerviosos", dice él. "Por eso les digo a los que van llegando que usen el gimnasio. Les enseño cómo usar las maquinas para que no sufran lesiones o dañen el equipo".
Najib ha sido un hombre de deportes toda su vida: un maestro de aikido, arte marcial japonés, también un corredor entusiasta y un levantador de pesas. Él dice que el deporte le dio disciplina y resistencia, pero que no hay entrenamiento que pudiera haberlo preparado para el golpe de la repentina desaparición de su esposa.
Cuando una tarde del pasado agosto Alish no regresó a su apartamento en Teherán, Najib comenzó a temer lo peor. Él llamó a todos los hospitales pero no obtuvo noticias. "Mi hijo estaba llorando y yo estaba desesperado y sin una pista", recuerda.
Después de dos noches sin dormir, un amigo sugirió que Alish pudo haber sido arrestada por la Basij, la fuerza policial de la moralidad de Irán, que hace cumplir el uso del hijab y otros decretos religiosos. Najib pudo gestionar su salida, pero ella estaba en un estado terrible. Un abogado le advirtió que podría enfrentar cargos por blasfemia y posiblemente una fuerte sentencia si fuera condenada.
"Desde ese momento sólo pensaba en cómo escapar de esta pesadilla", dice Najib. "Como esposo y padre, yo vivo para cuidar a los que quiero". La decisión de salir de su tierra natal fue relativamente fácil, aunque significara buscar la ayuda de un traficante de personas.
El traficante organizó el viaje de la familia a Europa a través de Turquía y escogió Hungría como su destino. Najib admite que ellos no sabían nada del país donde podían comenzar una vida nueva, en caso de recibir asilo.
"Aunque llegamos sin una invitación adecuada, hasta ahora todos han sido buenos con nosotros". Mirando alrededor del gimnasio, añade: "si puedo aprender el idioma nos arreglaremos de algún modo. Por ejemplo, yo podría ser un entrenador de deportes".
Él dice que tiene algo especial que ofrecer: "Tú sabes que el deporte pueden sanar tu cuerpo y tu alma. Si me ha ayudado a mí, puede ayudar a otros que están aquí, que han sufrido más y han pasado por cosas terribles en Siria o África. Los que vienen a ejercitarse conmigo obtienen un poquito más de energía, que puede ayudarles a seguir adelante".
*Nombres cambiados por motivos de protección.
Por Balint Linder en Vamosszabadi, Hungría