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Los innovadores huertos de "ojo de cerradura" ayudan a los refugiados a mejorar su nutrición

Historias

Los innovadores huertos de "ojo de cerradura" ayudan a los refugiados a mejorar su nutrición

Un enfoque único pero simple para el cultivo de hortalizas ayuda a diversificar la dieta de las personas refugiadas en los campamentos de refugiados de Tanzania.
16 Octubre 2020 Disponible también en:
Velarie Ntahonicaye, de 68 años, con dos de sus nietos en el campamento de refugiados de Kigoma en Tanzania.

Venancia Nibitanga aparece detrás de su casa con un montón de verduras. Las lava cuidadosamente con agua limpia y las corta en trozos más pequeños para cocinarlos.


Su hija de tres años observa con atención.

“Ella siempre está a mi lado. Creo que algún día será una gran cocinera, como su madre”, se ríe.

Venancia, de 35 años, se encuentra entre las 1.300 familias de los campamentos de refugiados de Tanzania que participan en un proyecto de producción de hortalizas destinado a diversificar las dietas y mejorar la nutrición en el hogar.

El proyecto, dirigido conjuntamente por ACNUR – la Agencia de la ONU para los Refugiados – y el Consejo Danés para los Refugiados, está ayudando a familias como la de Venancia a crear los especiales “huertos de ojo de cerradura” y les proporciona semillas de hortalizas, herramientas y formación sobre buenas prácticas agrícolas.

“Pueden producir alimentos durante todo el año”.

Los huertos de ojo de cerradura son pequeñas camas de cultivo elevadas y circulares, hechas con materiales de bajo costo disponibles localmente. Tienen una muesca en forma de ojo de cerradura en un lado para permitir que los jardineros agreguen restos de vegetales crudos, aguas grises y estiércol en una canasta de compostaje que se encuentra en el centro de la cama. En comparación con los huertos regulares, requieren menos trabajo y agua, y no necesitan fertilizantes o pesticidas costosos.

“También pueden producir alimentos durante todo el año, incluso con temperaturas extremas, y apoyar la producción de al menos cinco variedades de vegetales a la vez”, dijo Oyella Agnes, Gerente de Área del Consejo Danés para Refugiados en Tanzania. “Esto es clave para apoyar la diversidad dietética. También son tan fértiles que su producción es más que suficiente para alimentar a una familia de ocho personas”.

Venancia, madre soltera de siete hijos, huyó de la crisis política de Burundi hace cuatro años y llegó a Tanzania después de un difícil viaje de tres días. Antes de este proyecto, su familia dependía únicamente de una ración de comida mensual distribuida en los campamentos, que albergan a unos 240.000 refugiados, que con costos les alcanzaba.

“Los niños solían hacer una sola comida al día, sin verduras”, explica Venancia, que a menudo se preocupaba de que la ración se agotara antes de fin de mes. “Ahora tienen más comida y además es nutritiva”.

Según estimaciones preliminares del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, 41,5 millones de personas en el este y el Cuerno de África se enfrentan actualmente a una aguda inseguridad alimentaria debido a la pandemia COVID-19. En toda la región, los refugiados están experimentando recortes en las raciones de alimentos de hasta un 30 por ciento.

“La alimentación es un derecho humano fundamental”.

En Tanzania, la cantidad de alimentos distribuidos a los refugiados en los últimos meses se ha reducido gradualmente al 72% del total de las necesidades mensuales de la canasta de alimentos. La reducción se debe en parte a un ajuste de los costos para tener en cuenta el aumento de los gastos de distribución que se produjo con la necesidad de mitigar el riesgo de transmisión de COVID-19.

El Programa Mundial de Alimentos necesita 21 millones de dólares (USD) en Tanzania para garantizar que los refugiados puedan recibir sus raciones mensuales completas hasta marzo de 2021.

“La alimentación es un derecho humano fundamental. Programas como el huerto de ojo de cerradura proporcionan a los refugiados y a otras poblaciones desplazadas por la fuerza la oportunidad de cultivar sus propios alimentos y contribuir a restaurar su dignidad humana: comida, autosuficiencia y nutrición”, dijo Antonio Canhandula, Representante de ACNUR en Tanzania.

A medida que cosecha los frutos del proyecto, Venancia quiere que otros también se beneficien.

“Al principio, solía compartir mis excedentes de hortalizas con los vecinos que no tenían”, comentó. Ahora les enseño a iniciar sus propios huertos y a producir sus alimentos”. Es fácil y todo el mundo puede hacerlo”.