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Marco estratégico de colaboración entre ACNUR y UNICEF

Con frecuencia, las personas refugiadas – niñas y niños componen más de la mitad de las cifras – llegan a zonas marginadas en las que la infraestructura es deficiente, la inversión en el desarrollo es mínima y el acceso a servicios esenciales es limitado (no solo para las familias refugiadas, sino también para las comunidades de acogida).

ACNUR y UNICEF comparten la idea de que toda la niñez, sea refugiada a o no, merece una oportunidad justa en la vida. Ambas organizaciones se han propuesto materializar esta idea, que emana del Pacto Mundial sobre los Refugiados, un instrumento adoptado por los Estados miembro de la ONU en 2018.

Con la intención de crear un mundo en el que niñas y niños – con inclusión de los refugiados y apátridas – puedan aprender, desarrollarse y prosperar en condiciones seguras, en febrero de 2023, ACNUR y UNICEF firmaron un Marco estratégico de colaboración. En dicho documento, ambas organizaciones plasmaron su intención de promover la inclusión de la niñez desplazada y de sus familias en los planes, presupuestos, bases de datos y servicios nacionales.

De aplicación mundial, este Marco estratégico de colaboración parte del aprendizaje y la cooperación que supuso el Plan de acciones conjuntas en favor de niñas y niños refugiados (Blueprint for Joint Action for Refugee Children), que fue implementado por ACNUR y UNICEF entre 2020 y 2022. Además, con este marco de colaboración, ambas organizaciones se comprometen a alcanzar, para 2030, una serie de metas relacionadas con la eliminación de la apatridia infantil y con la inclusión de niñas y niños refugiados en los sistemas nacionales (específicamente, los compromisos abarcan educación, protección de la infancia, agua y saneamiento, protección social y datos). Por otro lado, el Marco estratégico de colaboración promueve la continuidad y el fortalecimiento de los lazos entre ACNUR y UNICEF en otras ramas, como la salud y la alimentación.

En el mundo hay 32 millones de personas refugiadas; entre ellas, doce millones de niñas y niños. Estas cifras se han mantenido al alza. La niñez refugiada es uno de los grupos en mayor situación de vulnerabilidad, pues con frecuencia viven en zonas marginadas, donde la infraestructura es deficiente, la inversión en el desarrollo es mínima y el acceso a servicios esenciales es limitado.

Para cumplir con el compromiso de no dejar a nadie atrás, es preciso reforzar los servicios nacionales y garantizar que las personas refugiadas tengan acceso a ellos en igualdad de condiciones con respecto a la ciudadanía del país que les dio acogida. Esto se traducirá en mejores servicios para las comunidades de acogida, mucha más cohesión social, y contribuciones que las personas refugiadas harán a la sociedad y a la economía mientras logran volver a su lugar de origen en condiciones dignas y seguras, y por voluntad propia.