"Caminé y caminé, día y noche"
Cuando tu propia identidad te pone en riesgo, tus únicas opciones a veces son irte o morir. Esta fue la decisión a la que se tuvo que enfrentar Estefanía*, una mujer transgénero para quien quedarse en casa en Honduras significaba negar su identidad o enfrentarse al acoso, las amenazas y el riesgo cotidiano de morir asesinada.
“No podía caminar por las calles de Honduras sin temer que pudiera sufrir daño o escuchar algún tipo de comentario (agresivo). Incluso el más suave fue muy hiriente”, dijo Estefanía de 24 años.
Según la organización Cattrachas Collective, un grupo de defensores de derechos humanos basado en la capital, 64 miembros de la comunidad LGBTI han sido asesinados en Honduras desde 2017. Más de una tercera parte de los incidentes violentos contra personas transgénero ocurre en las calles, según la organización regional RedLac Trans.
La violencia y la persecución obligan a los miembros de la comunidad LGBTI en Honduras a vivir escondidos. Las actitudes discriminatorias atraviesan muchos sectores de la sociedad, lo que suele dejar a personas como Estefanía sin acceso a servicios básicos o trabajo.
Estefanía tuvo suerte. Encontró un empleo como estilista canina. Sin embargo, en el trabajo se vio discriminada a diario, y fue víctima de amenazas y mensajes de odio. Resistió durante ocho meses. “No podía soportarlo más”, dijo. “El nivel de hostigamiento y discriminación era tan alto que sabía que, como mujer trans en Honduras, sería difícil”.
Entonces, ella se encontró en una encrucijada. Quedarse y lidiar con el acoso, o abandonar su propio país, como muchos otros antes que ella. “No podría ser peor de lo que enfrentábamos en casa, ¿verdad?”, pensó.
“No podía caminar por las calles de Honduras sin temer que pudiera sufrir daño".
Ella le dio un beso de despedida a su madre y huyó de su país. “Caminé y caminé, día y noche”, recuerda, llena de miedo y esperanza. Pero estaba decidida a encontrar un lugar donde pudiera sentirse segura. “Estaba aterrada. El viaje no fue seguro, pero al menos no estaba sola”.
“Una noche, nuestro grupo fue atacado. Fui golpeada y tuve que ser llevada al hospital. Siete puntos en mi cabeza. Pero valió la pena”. Finalmente llegó a la Ciudad de México, donde solicitó asilo.
“La discriminación aquí no es tan mala como en Honduras. La gente parece tener una mentalidad más abierta y me las arreglé para comunicarme con otras personas de mi comunidad que me han brindado mucho apoyo”, dice.
Estefanía ahora mira hacia un futuro más brillante, con la esperanza de retomar su vida y encontrar un trabajo en lo que ama. “Soy un estilista de perros, me encanta arreglarlos. Cortarles el pelo, hacer que luzcan bonitos. La gente aquí cuida mucho a sus perros”.
Si bien no ha sido fácil conseguir un trabajo, ella no se da por vencida. “Cuando la gente me ve, reconozco la mirada en algunos de sus ojos. Me rechazan aunque tengan vacantes. Pero me siento más segura de ser quien soy y me las ingenio para llegar a fin de mes, arreglando a los perros de mis amigos”.
Encontrando seguridad en México
El número de solicitudes de asilo en México aumentó en más del 103 por ciento en 2018, pasando de 14.596 el año anterior a 29.623. Es probable que esta tendencia continúe ya que las condiciones que llevan al desplazamiento se mantienen y las opciones de retorno en la región son limitadas.
México se ha convertido en un país de destino para personas con necesidades de protección internacional. La política migratoria en México ha seguido cambiando. En diciembre de 2018, el nuevo gobierno anunció que la política de migración se centraría en los derechos humanos y la protección. Siguiendo la nueva política, en enero, 13.270 personas ingresaron al país con tarjetas humanitarias para visitantes, lo que les dio estatus legal dentro del país por un año. En febrero, el gobierno suspendió la emisión de tarjetas de visitante humanitarias, afirmando que se trataba de un programa emergente. La política de migración ha recurrido una vez más a la seguridad y el control, lo que ha llevado al despliegue de la recién creada Guardia Nacional a la frontera sur. ACNUR hizo un llamamiento a las conversaciones regionales sobre el desplazamiento de Centroamérica, para trazar una acción coordinada para abordar este creciente desafío de desplazamiento de manera efectiva y sostenible, de manera que se priorice la protección de las vidas y buena administración de las fronteras. Mientras tanto, ACNUR subraya que la seguridad y los controles no deben constituir un obstáculo, dificultando que los solicitantes de asilo accedan al territorio y a los procedimientos de asilo.
ACNUR ha asumido importantes compromisos para aumentar significativamente su personal y sus actividades en México para apoyar el trabajo de las autoridades mexicanas en el procesamiento de un mayor número de solicitudes de asilo y garantizar la protección de los solicitantes de asilo, los refugiados y otros con necesidades de protección internacional. Esto incluye la provisión de apoyo técnico para asegurar el registro oportuno de solicitantes de asilo, establecer mecanismos de identificación y referencia para aquellos con vulnerabilidades y necesidades específicas, aumentar la capacidad y sostenibilidad de los albergues y promover oportunidades de integración local.