Las personas desplazadas necesitan de manera urgente ayuda y acceso a las redes de seguridad social en medio del grave impacto del coronavirus
Las personas desplazadas necesitan de manera urgente ayuda y acceso a las redes de seguridad social en medio del grave impacto del coronavirus
La pandemia de COVID-19 está teniendo un impacto social y económico sin precedentes a nivel mundial. Las economías se estancan, los trabajos y los medios de vida se pierden a escalas nunca vistas. Sociedades enteras se ven afectadas por esta crisis de salud pública. La Agencia de la ONU para los Refugiados, ACNUR, está alarmada por la situación cada vez más desesperada de las personas desplazadas por la fuerza por los conflictos y la violencia, particularmente en los países de ingresos bajos y medios, que actualmente albergan a más del 85 por ciento de la población refugiada mundial.
La evidencia del impacto económico profundo e implacable que ha producido la crisis en las personas refugiadas es abrumadora. Solo en la región de Medio Oriente y África del Norte, ACNUR y sus socios han recibido más de 350.000 llamadas de personas refugiadas y desplazadas internas (PDI) desde que los confinamientos y otras medidas de salud pública entraron en vigor en muchos países en marzo. La mayoría pidió ayuda económica urgente para cubrir sus necesidades esenciales diarias.
Los países vecinos de Siria acogen a más de 5,6 millones de refugiados sirios y hay más de 6 millones de desplazados internos en Siria. Muchas de estas personas necesitan ayuda urgente. En el Líbano, que enfrentó una recesión económica antes de la pandemia, más de la mitad de las personas refugiadas encuestadas por ACNUR a fines de abril informaron haber perdido sus medios de subsistencia, como el trabajo diario. Entre los refugiados encuestados, el 70% reportó que tuvo que saltarse comidas. En otros países de la región, como Egipto, Irak y Jordania, muchas personas refugiadas informaron que perdieron sus principales fuentes de ingreso. En Jordania, el impacto en las mujeres refugiadas es severo, y casi todas las que estaban trabajando dijeron que han visto su fuente de ingresos afectada.
Los grupos poblacionales en mayor riesgo de pobreza y explotación incluyen a mujeres cabeza de hogar, niños y niñas no acompañados o separados, adultos mayores, y personas LGBTI. Su situación se puede mejorar mediante ayuda de emergencia, en particular, con vales de ayuda en efectivo.
En toda esta región, muchos corren el riesgo de perder sus viviendas ya que se están quedando sin los medios para mantenerse. Se ha informado sobre un aumento en los desalojos o amenazas de desalojos reportados en Argelia, Egipto, Irak, Líbano, Mauritania y Túnez.
ACNUR teme que la pérdida de empleos pueda ocasionar problemas psicosociales. En Jordania, los socios de ACNUR reportan un aumento significativo en las consultas de salud mental y psicosocial en más del 50 por ciento.
En la vecina región del suroeste de Asia, las personas refugiadas afganas que ya estaban luchando para llegar a fin de mes debido a las presiones económicas, les resulta cada vez más difícil salir adelante y sobrevivir. En Irán, toda la población del país y casi un millón de refugiados afganos, la mayoría de los cuales viven y trabajan mano a mano con quienes les acogen, se encuentran bajo inmensas dificultades económicas.
Los niños y niñas siguen estando particularmente en riesgo, siendo que uno de cada cuatro refugiados afganos informaron que se ven obligados a sacar a los niños y niñas de la escuela y uno de cada cinco tiene que enviarlos a trabajar debido a la mayor precariedad económica. El impacto sobre el futuro de los niños y niñas refugiados de Afganistán ya se está sufriendo de manera aguda y probablemente empeorará sin la necesaria ayuda internacional y la responsabilidad compartida, a pesar de los encomiables esfuerzos del Gobierno de Irán, de ACNUR, y de otros actores humanitarias en el terreno.
La inmensa mayoría de la población afgana en Irán, que incluye a unos 1,5-2 millones de personas indocumentadas, depende de fuentes precarias e inestables para su ingreso principal, lo que la hace muy vulnerable a las recesiones económicas. Según informes locales, unos dos millones de personas han perdido sus empleos debido a COVID-19 en Irán. Nuestras líneas de ayuda están inundadas de llamadas a medida que más personas refugiadas pierden sus trabajos y fuentes de sustento. Aunque la resiliencia siga siendo una característica distintiva de la comunidad refugiada durante estos tiempos de crisis, la mayoría informa que no puede pagar suficientes alimentos para sus familias. Otros piden ayuda para pagar el alquiler, tratamientos médicos y servicios de internet para permitir que sus hijos e hijas continúen aprendiendo de forma remota.
En Pakistán – el segundo país del mundo en cuanto a número de refugiados recibidos – los afganos han perdido su única fuente de ingresos como trabajadores jornaleros debido al cierre de todas las actividades. Además, decenas de miles de personas refugiadas también son particularmente vulnerables debido a los desafíos que enfrentan como personas mayores en riesgo, padres y madres solos, mujeres, niños y niñas en riesgo. Pakistán no solo acoge a 1,4 millones de refugiados afganos, sino que también alberga a 880.000 migrantes afganos registrados y un número estimado de 500.000 personas afganas indocumentadas.
Debido a la pandemia de COVID-19, Afganistán se enfrenta a la perspectiva de ver sus servicios sociales y de salud desbordados, con un aumento de los afganos que retornan al país, cientos de miles de personas viviendo en asentamientos para desplazados, y un alza en los niveles de pobreza.
Mientras tanto, América Latina enfrenta varias de las mayores crisis de desplazamiento del mundo. Más de cinco millones de personas venezolanas han huido de su país. Hay casi ocho millones de personas colombianas desplazadas internas, 340.000 personas desplazadas internas en el norte de Centroamérica y más de 100.000 personas refugiadas y solicitantes de asilo nicaragüenses.
La mayoría de las personas refugiadas y solicitantes de asilo en América Latina viven en zonas urbanas o en las fronteras. Muchas trabajan en el sector informal, a menudo sin redes de seguridad social. Las medidas de confinamiento las han dejado con una pérdida repentina de ingresos. Según nuestros datos de 2019, el 80 por ciento de las personas refugiadas y solicitantes de asilo venezolanas entrevistadas en ese momento dijeron que estaban trabajando sin ningún acuerdo contractual, y muchas dependían de la economía informal para sobrevivir.
Ahora sin poder pagar el alquiler ni comprar alimentos o medicinas, muchas personas corren el riesgo de quedarse sin hogar o ya están siendo desalojadas de sus viviendas. El número de personas venezolanas desamparadas y sin hogar aumenta día a día en Colombia, Brasil, Ecuador, Perú, Chile y Argentina. Algunas están recurriendo ahora al sexo por supervivencia, mendigando o vendiendo en las calles. Otras personas corren el riesgo de ser víctimas de traficantes y grupos armados ilegales.
Con el miedo creciente y los disturbios sociales, la xenofobia y la discriminación en toda la región también están en aumento. Las personas refugiadas que intentan llegar a fin de mes en las calles o en el sector informal a menudo no pueden cumplir con las medidas de cuarentena y son objeto de chivos expiatorios, estigmatizados o corren el riesgo de ser detenidas.
En las últimas semanas, también hemos visto que algunos venezolanos están intentando regresar a su país, ya que no pueden cubrir necesidades básicas como vivienda, alimentación y atención médica. ACNUR está ampliando la respuesta para mitigar el impacto de la COVID-19 en esta población, brindando apoyo en efectivo adicional, aumentando la capacidad de los albergues y trabajando con los Gobiernos y socios en la inclusión de personas refugiadas y migrantes en los programas de protección social.
En el norte de Centroamérica, las consecuencias del confinamiento junto con el aumento de la violencia y la extorsión de las pandillas armadas están afectando fuertemente a las personas desplazadas internas y las comunidades en riesgo, muchas de las cuales sobreviven con trabajos informales y trabajos cotidianos. En México, donde 7.588 personas refugiadas participan en un programa de integración que les ayuda a encontrar trabajo en la economía formal, los despidos masivos les han puesto en riesgo de caer en la pobreza.
En todas las principales operaciones de refugiados y a pesar de los desafíos, ACNUR está trabajando para proporcionar asistencia de emergencia, incluida la ayuda en efectivo, así como para asegurar espacios en albergues y para garantizar la inclusión de las personas refugiadas en las respuestas nacionales de salud pública, en las redes de seguridad social y en cualquier plan de asistencia. Se requiere una acción urgente para ayudar a las personas refugiadas y desplazadas internas más vulnerables, especialmente cuando no tienen acceso a esquemas de protección social administrados por el Estado. La crisis del coronavirus ha exacerbado las necesidades humanitarias ya críticas a nivel mundial. El apoyo oportuno y flexible de los Gobiernos, el sector privado y las personas para las operaciones humanitarias en curso sigue siendo fundamental.
Para más información, por favor contactar:
- En Bangkok, Catherine Stubberfield, [email protected], +66 65 929 8062
- En Amán, Rula Amin, [email protected] +962 790 04 58 49
- En Amán, Andreas Kirchhof, [email protected], +962 791 825 473
- En Panamá, William Spindler, [email protected], +507 6382 7815
- En Panamá, Olga Sarrado, [email protected], +507 6640 0185
- En Ginebra, Babar Baloch, [email protected], +41 79 513 9549
- En Ginebra, Shabia Mantoo, [email protected], +41 79 337 7650
- En Ginebra, Andrej Mahecic, [email protected], +41 79 642 97 09
- En Nueva York, Kathryn Mahoney, [email protected], +1 347 443 7646