Devastadoras inundaciones desarraigan a la ciudadanía pakistaní y a las personas refugiadas en el país
Devastadoras inundaciones desarraigan a la ciudadanía pakistaní y a las personas refugiadas en el país
“No es fácil olvidar aquella noche, el momento en que nuestra casa se inundó en cuestión de minutos. No tuvimos más opción que salir de ahí de inmediato”, contó Bahadur Khan, uno de los más de 2.000 afganos refugiados que vivían en Kheshgi, un pueblo de refugiados en la provincia de Khyber Pakhtunkhwa, al noroeste de Pakistán.
Bahadur y su familia habían superado los aguaceros propios de la temporada de lluvias en Pakistán, que empezó en junio; sin embargo, Bahadur no estaba preparado para la dramática crecida del río Kabul que tuvo lugar el sábado pasado. El agua rompió un terraplén cercano en las primeras horas de la mañana. Bahadur tuvo apenas 10 minutos para evacuar a sus seres queridos y llevarlos a un terreno más elevado; poco después, su casa fue arrasada.
Esta es la tercera vez que este hombre de 60 años ha sido desarraigado.
“Salimos de Afganistán a principios de la década de 1990, cuando estalló la guerra civil. Luego, tuvimos que movernos nuevamente porque las inundaciones destruyeron mi casa por completo en 2010”, recordó.
Pakistán se ha visto afectado por inundaciones en años anteriores, pero este año la escala de estas ha sido distinta: se asemeja a las devastadoras inundaciones de 2010, en las que casi 2.000 personas perdieron la vida. Este año han muerto más de 1.000 personas a causa de las inundaciones provocadas por la temporada de lluvias; al propio tiempo, alrededor de 33 millones de personas se han visto afectadas por las lluvias torrenciales y las inesperadas inundaciones, que han dejado a 6,4 millones de personas sin alojamiento, alimento y otras cuestiones esenciales.
Pakistán ha dado acogida a 1,3 millones de personas afganas, de las cuales, 421.000 viven en los distritos más afectados. Muchas otras personas llegaron a Pakistán para recibir atención médica, para estudiar o trabajar, para recibir protección temporal, o bien transitan por el país para luego trasladarse a otro.
Bahadur, quien es originario de la provincia afgana de Kunar, se gana la vida pastoreando ganado; además, es miembro del consejo de ancianos de su comunidad. Le preocupa qué depara el futuro, sobre todo con respecto a la educación de sus once hijos.
Sus preocupaciones se han agravado a raíz de las inundaciones. De momento, vive cerca de su pueblo, que fue parcialmente arrasado por las aguas. “Cuando abandonamos nuestras casas, fuimos a terrenos más elevados que estaban cerca. Pasamos la noche a la intemperie”, compartió. La mañana siguiente llegó el personal de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, y les brindó una casa de campaña.
“Agradecemos que nos hayan proporcionado alojamiento y un mosquitero, pero tenemos otros muchos problemas”, recalcó Bahadur. “Dormimos en el suelo. No tenemos agua limpia para beber ni contamos con instalaciones sanitarias. No tenemos comida todos los días; de hecho, nos es difícil alimentar a nuestras familias. Nuestras vidas dependen de la comida”, enfatizó. “El ganado también necesita comer”.
El impacto del cambio climático no hace distinción entre ciudadanía y personas refugiadas. En todo Pakistán hay innumerables historias de personas cuyas vidas han cambiado drásticamente debido a las devastadoras inundaciones que han tenido lugar en las últimas semanas.
A cientos de metros de distancia del pueblo de refugiados en el que vivía Bahadur, las comunidades pakistaníes también sufrieron devastaciones. Saleem Khan, un granjero de 25 años, es un ejemplo de ello.
El agua de las inundaciones llegó en plena madrugada; su casa fue atravesada a las 3 a. m. “Teníamos mucho miedo. Ninguna otra noche había sido tan aterradora. Nos preguntábamos cómo haríamos para cruzar aquellas aguas. Mi padre nos tranquilizó. ‘No se asusten’, nos dijo. Entonces, nos dirigimos a terrenos más elevados. Dejamos todo atrás. Nuestras habitaciones estaban completamente dañadas”, recordó Saleem.
El equipo de ACNUR brindó alojamiento también a la ciudadanía desplazada. “Necesitamos ventiladores y lámparas solares”, comentó Saleem. “No tenemos camas, lo cual me preocupa porque hay serpientes. Tampoco tenemos comida para alimentarnos”.
Saleem indicó que sus cultivos de caña y maíz, que representaban su única fuente de ingresos, fueron destruidos por las inundaciones. Lo despojaron de 600.000 o 700.000 rupias ($3.000 USD) que habría ganado en un año, incluso con el alza de los costos. “Nuestra casa fue destruida, así que tenemos que reconstruirla. No es tan viable vivir en esta casa de campaña por un periodo prolongado”, señaló.
Tanto Saleem (ciudadano pakistaní) como Bahadur (refugiado afgano) viven, de momento, en el mismo lugar y enfrentan las mismas dificultades.
El Gobierno de Pakistán dio inicio a su respuesta y ha solicitado el apoyo de la comunidad internacional, dado que las inundaciones continúan devastando muchas otras partes del país. De acuerdo con las cifras gubernamentales, más de 287.000 casas han sido destruidas y otras 662.000 sufrieron daños. Además, han muerto 735.000 cabezas de ganado y 2 millones de acres quedaron inundados. Del mismo modo, la infraestructura para las comunicaciones ha sufrido daños considerables.
ACNUR ha distribuido 10.000 casas de campaña y cientos de artículos de primera necesidad, como lonas de plástico, productos sanitarios, estufas, mantas, lámparas solares y colchonetas. Además, se han repartido miles de costales para que las familias puedan edificar defensas con costales de arena alrededor de sus casas. Tanto las comunidades de acogida como los pueblos de refugiados han recibido asistencia, pero aún es necesario hacer mucho más.
Como parte de una respuesta coordinada junto al Comité Nacional de Gestión de Desastres y otras agencias de ayuda, desde julio, ACNUR ha estado distribuyendo artículos de primera necesidad en las áreas más afectadas en las provincias de Balochistan y Khyber Paktunkhwa; para ello, ha recurrido a las reservas que tenía para personas afganas refugiadas y comunidades de acogida. La provincia de Sindh también ha estado recibiendo apoyo conforme las necesidades en ella aumentan.
“La financiación humanitaria es lo que se requiere con mayor urgencia”, indicó Gayrat Ahmadshoev, director de la suboficina de ACNUR en Peshawar, en la provincia de Khyber Paktunkhwa. “Las comunidades pakistaníes y las personas refugiadas a las que Pakistán ha dado acogida comentan que estas son las peores inundaciones de las que tienen memoria”.
Un llamamiento de la ONU, que se emitió para apoyar la respuesta del Gobierno de Pakistán, solicita $160 millones de dólares (USD) para ayudar a más de 5 millones de personas en las zonas más afectadas. Los fondos se utilizarán para satisfacer necesidades básicas, como alimento, educación, alojamiento, reunificación familiar y protección de la infancia que ha sido separada.