Una joven eritrea que buscaba llegar a Sudán fue arrastrada en una pesadilla
Una joven eritrea que buscaba llegar a Sudán fue arrastrada en una pesadilla
KASSALA, Sudán, 16 de abril de 2014 (ACNUR) – Después de que 20 miembros de su congregación religiosa fueran encarcelados en Eritrea, Semret* vio que tenía que huir a Sudán para encontrar un lugar seguro. Fue así como esta mujer de 25 años partió con un traficante, recomendado por un amigo, directa hacia la tragedia.
La Iglesia Pentecostal se encuentra entre las muchas confesiones religiosas que son sometidas a severas restricciones en Eritrea. Quien practique una religión fuera de las cuatro aprobadas, Cristianismo Ortodoxo, Islam Suní, Catolicismo y Luteranismo, puede enfrentarse a penas de prisión, amenazas y hostigamientos.
Debido también a los estrictos requisitos que exige Eritrea para salir del país, muchos pagan a traficantes para llegar a Sudán. Estos aparentemente facilitadores de libertad pueden representar un peligro aún mayor, lo que ha motivado la adopción de medidas de lucha contra la trata de personas por parte de ACNUR y sus socios.
"No es fácil encontrar la ruta o personas que te ayuden a huir", dijo Semret. Ella depositó su confianza en un traficante recomendado por un amigo y partió con él y cuatro hombres eritreos bien entrada la noche. Aunque Semret llegó a Sudán sin incidentes, se sentía cada vez más incómoda por estar en una vasta zona desértica tristemente conocida por los secuestros, mientras su traficante realizaba llamadas telefónicas sospechosas.
De repente, tres hombres aparecieron en una camioneta. "Todos corrimos en direcciones diferentes y nos dispersamos. Fui la primera a la que cogieron. Traté de escapar nuevamente, pero pronto me encontraron. Me golpearon y arrastraron a su vehículo", contó Semret.
Los tres secuestradores la condujeron hacia un asentamiento aislado compuesto por una casa y unas chozas de barro. Al no contar con nadie que pagara un rescate por su liberación, fue sometida a palizas y violaciones diarias.
"Venían cuando querían. Traían Coca Cola y pastel. Viví a base de Coca Cola y pastel durante siete meses". Su voz languidece a medida que recuerda.
"Después de quedarme embarazada dejaron de cerrar la casa y me las arreglé para escapar". Severamente desnutrida y vestida sólo con un Jallabia (una túnica larga), Semret caminó durante horas para llegar a Kassala, una ciudad ubicada a 40 kilómetros de la frontera. Se contactó entonces con la oficina local de ACNUR y Semret fue alojada en una casa de huéspedes donde recibió asesoramiento psicológico antes de ser trasladada a un campamento de refugiados.
Al ver la creciente vulnerabilidad de los refugiados y solicitantes de asilo en el área de la frontera oriental, así como alrededor de los campamentos de refugiados, ACNUR y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en estrecha cooperación con las autoridades sudanesas, lanzaron en 2012 un proyecto de lucha contra la trata, el tráfico y el secuestro de personas.
El proyecto ha sido completado con una estrategia integral para el período 2013-14, que también define su sostenibilidad. Los objetivos incluyen un aumento de la seguridad en los campamentos en el este del país, una mejor atención a las víctimas, el fortalecimiento de la capacidad de respuesta de Sudán y una mejor cooperación.
Gracias al mayor compromiso por parte de las autoridades sudanesas y la mayor concienciación sobre los riesgos, los casos de trata verificados por ACNUR descendieron de 338 en 2012, a 100 en 2013, y a sólo cuatro a finales de marzo de este año. Asimismo, cabe destacar que no ha habido informes de secuestros en los campamentos de refugiados desde febrero de 2013.
Para muchas víctimas de trata el calvario no termina con la liberación: el estrés postraumático, la ansiedad, la falta de sueño y las agresiones pueden ocurrir en cualquier momento. La asesoría de ACNUR ha sido de vital importancia para ayudar a personas como Semret a superar el trauma.
En el caso de Semret, ella aprendió a ver su embarazo con otra perspectiva. "Mi hija nació en enero. La llamé Heyabel, que significa regalo de Dios".
* El nombre ha sido cambiado por razones de seguridad.
Por Lisa Pattison en Kassala, Sudán