El dolor de una familia iraquí separada durante la huida de Ramadi
El dolor de una familia iraquí separada durante la huida de Ramadi
ARBAT, Irak, 13 de mayo de 2015 (ACNUR) – Tras meses de incertidumbre, Imad, Nithal y tres de sus hijos huyeron de la ciudad de Ramadi, en el centro de Irak, a mediados de abril, cuando los enfrentamientos entre las fuerzas gubernamentales y militantes se extendieron hasta su vecindario. Una decisión que debieron tomar con tal rapidez, que no pudieron traer a su hija mayor con ellos.
"Nunca antes había visto un combate como este", dijo Nithal, de 24 años, al ACNUR en el campamento para desplazados internos de Arbat, en el noreste de la provincia iraquí de Sulaymaniyah, donde ahora se refugia con su familia.
Nithal nació en Ramadi, la capital de la provincia de Anbar, donde se acostumbró a oír combates y enfrentamientos a la distancia durante años, pero el 15 de abril la violencia llegó más cerca que nunca. Hubo un tiroteo en la calle justo detrás de su casa y tres personas murieron por disparos frente a ella. "Mis hijos también lo vieron. Todos llorábamos, pero traté de cubrir sus ojos con mis manos", contó al ACNUR.
Imad y Nithal huyeron al día siguiente, pero los combates durante la noche habían cortado el único camino que unía a Ramadi con su hija de ocho años, Zaynib, quien visitaba a sus abuelos en otra ciudad. Cuando la familia se unió al número creciente de desplazados internos en Irak, solo fueron capaces de llevarse a tres de sus cuatro hijos.
Imad dice que llama a Zaynib todos los días, pero solo solloza, incapaz de hablar. "En cuanto escucha mi voz, llora", dice Imad, quien sabe que es muy peligroso tratar de ir a buscarla.
El Gobierno iraquí dice que la violencia del último mes en la provincia de Anbar ha desplazado a unas 114.000 personas del distrito de Ramadi. En la actualidad, hay desplazados en 15 de las 18 provincias iraquíes y muchos han encontrado refugio en las afueras de Bagdad. El ACNUR ha proporcionado asistencia a muchas familias en esos sitios.
Miles de familias, incapaces de cumplir con los requisitos de patrocinio para ingresar a Bagdad, han huido más lejos a la provincia de Sulaymaniyah, que no tiene frontera común con Anbar. En Sulaymaniyah, el ACNUR trabaja para hacer más espacio en los campamentos existentes de desplazados internos y ha preparado el nuevo asentamiento de Qoratu, inaugurado recientemente, para recibir a las familias de Anbar y otras áreas.
"Estamos coordinando con las autoridades para ofrecer espacio a las familias recién llegadas que deseen venir al campamento", dijo Anne Dolan, la directora de la oficina del ACNUR en Sulaymaniyah, "y estamos preparados para remitir casos y ayudar a coordinar la asistencia si resulta necesario".
Por el momento, el ACNUR no anticipa más arribos a Sulaymaniyah porque el Gobierno local cerró la provincia a los ciudadanos de Anbar el 21 de abril, alegando cuestiones de seguridad y falta de recursos, pero las necesidades de las familias existentes podrían aumentar si no pueden regresar pronto a sus hogares.
Después de huir de Ramadi, Imad y su familia primero buscaron refugio en Bagdad, al este de Anbar, pero acabaron por unirse a una docena de otras familias que viajaban a Sulaymaniyah en un convoy de autobuses. Llegaron al campamento de desplazados internos de Arbat hace casi dos semanas. La instalación, concebida inicialmente como un centro de tránsito para 700 familias iraquíes, ahora alberga unas 3.000 familias o 18.000 personas. El agua escasea, la electricidad es intermitente y los sistemas de saneamiento son inadecuados. El sitio cuenta con menos de 500 letrinas y 600 duchas.
"Dejar nuestro hogar fue una decisión muy, muy difícil", explicó Imad, quien añadió: "Fue difícil tomar la decisión de venir aquí porque yo sabía cómo sería". A su llegada, Imad y su familia recibieron mantas, colchones y un calentador eléctrico. Otra familia les prestó un refugio improvisado hecho de ramas y mantas de franela gruesa.
Imad y Nithal dicen que piensan continuamente en Zaynib, que se quedó en Anbar. "Ahora no hay forma de que pueda dejar ese lugar", dijo Imad, refiriéndose a la ciudad en la que se encuentra su hija, incomunicada a causa de los combates.
Los padres dijeron que deseaban reunirse con Zaynib. "Dios mediante, espero que muy pronto", dijo Imad, antes de admitir: "En realidad, ahora no creo que la veamos por algún tiempo".
A pesar de que la violencia en la provincia de Anbar ha disminuido levemente, sería muy peligroso tratar de regresar a Ramadi. Tendrían que atravesar Bagdad, pero el Gobierno ha prohibido el ingreso a la capital a la mayoría de los ciudadanos de Anbar. Los funcionarios dicen que las nuevas normas se han adoptado por razones de seguridad.
En Arbat, mientras tanto, los tres niños con Imad y Nithal se inquietan más en el calor de la tarde. Nour, la hija menor, hace un berrinche. Nithal trata de refrescarla silenciosamente, enjugando su rostro con un paño húmedo.
Imad abanica a su hijo con una toalla, repitiendo frases con un tono tranquilizador. "No te preocupes, tu hermana pronto estará aquí, quizá vayamos a casa mañana", repite una y otra vez. Después, dirigiéndose a un visitante del ACNUR, admite: "Solo digo estas cosas para hacerlos sentir mejor".
Por Susannah George en Arbat, Iraq
Gracias a la Voluntaria en Línea Cynthia Gandeborn por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.