Antiguo campeón sirio de lucha, listo para segundo asalto
Antiguo campeón sirio de lucha, listo para segundo asalto
Mohammed Al Karad, de 35 años, está acostumbrado a no ser el favorito. Forma parte de su deporte – en la lucha, los participantes continúan intentándolo incluso cuando la derrota parece inminente.
Pero como refugiado sirio y 12 veces campeón de su país, también está acostumbrado a superar las dificultades, sin importar lo desfavorable de la situación en su contra.
Mohammed está decidido a inculcar la misma fuerza a los estudiantes en el National Capital Wrestling Club, provenientes de la St. Patrick's High School, una escuela secundaria de Ottawa. Él es el único entrenador de lengua árabe de la capital canadiense y tiene como objetivo producir nada menos que campeones del mundo.
Originario de Dara'a, en Siria, Mohammed ha sido luchador toda su vida. "Te enseña disciplina", dice. "Te enseña cómo continuar intentándolo".
"Te enseña disciplina."
Fue a esas destrezas a las que recurrió cuando la guerra llegó al hogar de su familia. Huyó con su esposa Asmaa y sus padres al vasto campamento de refugiados de Za'atari, en Jordania.
"Llevábamos una vida normal y, de repente, pasamos de vivir en una casa a vivir en una tienda de campaña", dice.
Cuando la estructura de su vida anterior se evaporó, a Mohammed aún le quedaba el deporte y el amor de su esposa, que trajo al mundo a su primer hijo en el campamento de refugiados. Pero a su alrededor, vio a muchas otras personas, más jóvenes, sin rumbo ni objetivos.
Comprometido con cambiar esta situación, Mohammed inició un programa de lucha. Este empezó como un grupo variopinto de tres chicos, pero pronto Mercy Corps se puso en contacto con él. Se trata de una organización de ayuda humanitaria que le ofreció fondos si era capaz de desarrollar un plan claro para el programa. Durante 15 días, Mohammed analizó estrategias e ideas, antes de presentar su propuesta. A Mercy Corps le encantó.
Finalmente, esta propuesta se convirtió en lo que Mohammed define como un programa de entrenamiento que formó a más de 25.000 jóvenes durante un periodo de cuatro años.
"No utilizábamos medallas para mostrar los logros", dice Mohammed. "Lo hacíamos para facilitar apoyo emocional y mental – para añadir un sueño o esperanza a la vida de la gente joven".
"Olvidé todas las penurias y todo el sufrimiento que habíamos padecido."
En 2016, un grupo de ocho amigos de Ottawa tuvieron noticia de Mohammed y su joven familia, que por entonces llevaban cuatro años viviendo en Za'atari. Encabezado por Jessie Thompson, el grupo se asoció con una iglesia local y recaudó 45.000 dólares canadienses en solo tres semanas para financiar el reasentamiento de la familia.
Finalmente, en un frío noviembre, Mohammed y su familia llegaron a Ottawa.
"Tras el sufrimiento de un largo viaje, cuando vi a la gente dándome la bienvenida en el aeropuerto, olvidé todas las penurias y todo el sufrimiento que habíamos padecido", recuerda Mohammed. "Empezaron a aplaudirnos. Realmente, sentí una gran felicidad".
Ya en Canadá, Mohammed buscó rápidamente un club de lucha local, utilizando el deporte para reorientarse. Hoy en día, se presta voluntario constantemente para ayudar a otros recién llegados.
"Perdí el primer asalto de mi vida cuando tuve que dejar mi hogar", dice Mohammed. "Pero estoy listo para ganar el próximo asalto".
Por Leyland Cecco
Gracias a la Voluntaria en Línea Esperanza Escalona por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.