Alto Comisionado llama a una respuesta regional para la crisis de refugiados y migrantes venezolanos
Alto Comisionado llama a una respuesta regional para la crisis de refugiados y migrantes venezolanos
En un centro deportivo en Quito, la capital ecuatoriana, niñas y niños refugiados y migrantes de Venezuela y Colombia juegan futbol junto con los ecuatorianos. Cada domingo por la tarde, alrededor de 50 niños y niñas con edades entre los 8 y los 17 años pasan tiempo juntos con actividades de ocio como baile, dibujo o deportes. En los últimos meses, el número de quienes vienen de Venezuela ha aumentado rápidamente y se están convirtiendo en la mayoría.
“En el campo todos son iguales”, dijo Edith Paredes, coordinadora de FUDELA, una organización sin fines de lucro que trabaja con la juventud local y desplazada para promover la inclusión. “Juegan juntos, se toman las manos, se abrazan”.
Ecuador tiene una larga tradición de acogida a las personas refugiadas. Alrededor de 250.000 colombianos han encontrado albergue en Ecuador en las últimas dos décadas, huyendo del conflicto armado.
Desde 2015, más de dos millones de venezolanos han abandonado su país. Cerca de 250.000 venezolanos han permanecido en Ecuador. En 2018, por primera vez el número de solicitantes de asilo venezolanos, con casi 7.000, es mayor que el de colombianos, que ronda los 3.800.
“La crisis humanitaria no se puede abordar de manera aislada”.
“Me gustaría elogiar a Ecuador por su larga tradición de asilo y por su liderazgo mundial en cómo manejar la movilidad humana”, dijo el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Filippo Grandi, durante una visita a Quito. “No todos los gobiernos en el mundo mantienen sus puertas abiertas a las personas en necesidad. Ecuador y los gobiernos de la región dan un buen ejemplo”.
- Ver también: Los permisos temporales de permanencia representan una línea de vida para los venezolanos en Perú
Grandi habló al concluir una misión de una semana en América del Sur para evaluar las necesidades humanitarias de los refugiados y migrantes venezolanos, así como de los países de acogida, y para discutir posibles respuestas regionales.
“Esta crisis humanitaria no se puede abordar de manera aislada. Es fundamental promover una respuesta regional para abordar todos los desafíos, particularmente en temas como necesidades humanitarias, condición legal, documentación e inclusión”, agregó Grandi. “ACNUR está comprometido con el aumento de su cooperación con los gobiernos de la región”.
En Quito, el Alto Comisionado se reunión con una docena de venezolanos que contaron sus vidas en Ecuador con la ayuda de los socios locales de HIAS y FUDELA.
María* es una venezolana de 20 años que llegó a Quito hace siete meses. En Venezuela, María estudiaba dos carreras universitarias: arquitectura y diseño gráfico. Ella era parte de un movimiento estudiantil de protesta.
“Ellos me estaban siguiendo”, explicó ella. “Empeoró tanto que tuve que mudarme de casa. Me seguían a donde iba, me enviaban mensajes con amenazas de muerte”.
La madre de María decidió que tenía que irse. María solo tuvo dos horas para empacar y partieron temprano por la mañana.
En Rumichaca, el punto fronterizo entre Colombia y Ecuador, María y su madre duraron siete horas para que sus pasaportes fueran sellados. “Hacía muchísimo frío”, recordó. “Había familias con bebés, intentaban protegerlos del insoportable frío”.
Todo mejoró cuando llegaron a Quito. La madre de María ya había pasado algo de tiempo en la capital ecuatoriana debido a unos problemas de salud. Ella padece de fibromialgia y osteoporosis, y en Venezuela ya no contaban ni con la medicación ni con la terapia necesarias. En Ecuador, los refugiados y migrantes tienen acceso al sistema de salud pública.
En un inicio, María tuvo problemas para adaptarse. “Yo nunca había trabajado, sólo me había estado enfocando en mis estudios”, dijo. Se sentía deprimida porque no podía encontrar empleo y luchaba por continuar con sus estudios.
“Estoy muy agradecida con Ecuador por abrirme las puertas. Me siento como en casa”.
Los programas de FUDELA para la juventud le ayudaron a encontrar su lugar. Se graduó de su programa de capacitación profesional, con el apoyo del ACNUR, y ahora trabaja como profesora de danza. “Esto me ha abierto otras puertas”, dijo María.
“Todo va muy bien, estoy muy agradecida con Ecuador por abrirme las puertas. Me siento como en casa”.
Durante 2018, un promedio de 2.600 venezolanos han ingresado a Ecuador a diario. Alrededor del 20 por ciento de ellos decide quedarse en el país. El resto continúa hacia otros destinos como Perú o Chile. Los venezolanos que permanecen en Ecuador se encuentran en zonas urbanas: el 45 por ciento de ellos se han asentado en Quito.
Ecuador también ha asumido un papel de liderazgo en la búsqueda de una solución regional para el creciente número de refugiados y migrantes venezolanos que llegan a los países vecinos.
A principios de septiembre, representantes de 12 países latinoamericanos se reunieron en Quito en un primer paso para diseñar una respuesta regional armonizada. Se planea una segunda reunión para finales de noviembre, también en la capital ecuatoriana.
“Si realmente queremos ayudar a los gobiernos a mantener su apoyo, tenemos que movilizar otros tipos de recursos, no solo humanitarios”, enfatizó Grandi. “Tenemos que ayudar a los gobiernos a fortalecer sus sistemas de salud y educación, establecer medidas que fomenten el empleo en las comunidades locales. Espero que la segunda reunión en Quito sea un buen momento para hacer un balance y planificar con anticipación”.
* Los nombres fueron cambiados por razones de protección