Con determinación y un teléfono celular, un refugiado no vidente retoma su educación
Con determinación y un teléfono celular, un refugiado no vidente retoma su educación
Al igual que los adolescentes en todo el mundo, el refugiado sirio Alaa, está constantemente usando su teléfono celular. Pero en lugar de estar hablando con sus amigo o usar las redes sociales, Alaa, que es no vidente de nacimiento, lo usa como su medio para escribir y como una herramienta vital para lograr su ambición de estudiar.
“El teléfono fue un regalo de mi tío”, explica Alaa, que huyó de Siria con su familia en 2014, con 13 años, y se mudó a Akkar, al norte de Líbano. “Yo presionaba un tecla y aprendía lo que hacía. Una, después dos, y 3 letras; poco después pudo escribir una palabra, una oración y luego un texto completo”.
Junto con su hermano menor Ahmad, que también es no vidente, Alaa estaba decidido a inscribirse en la escuela en el Líbano, a pesar de haber perdido varios años de educación debido al conflicto y la accesibilidad limitada de las escuelas locales.
Dado que el aprendizaje en braille no está disponible en el área rural donde se encuentra su asentamiento informal, y no pueden pagar una escuela privada especializada, los hermanos fueron recibidos en una escuela pública libanesa cercana que ofrece clases por la tarde para refugiados sirios.
“Su capacidad para aprender de memoria es increíble”, dijo su padre Mahmoud. “Pude ver que tenían potencial y no quería que desperdiciaran su futuro”.
Aunque tener que ponerse al día significa que Alaa es un par de años mayor que sus compañeros de clase, sus maestros han quedado impresionados por la forma en que ha superado todos los obstáculos. La escuela no tiene recursos para brindar educación inclusiva, pero Alaa mismo ha encontrado formas de adaptarse, usando su teléfono para escribir las respuestas a los exámenes, así como grabar lecciones para reproducir en casa para su revisión.
“La educación lo es todo”.
“Tratamos de integrarlos lo más posible”, explicó Doha Hajar, un maestro libanés en la escuela. “Con el tiempo Alaa pudo superar sus problemas, su discapacidad no le impidió perseverar, aprender y tener éxito, y está compitiendo con los más brillantes de la clase”.
Por su parte, Alaa está determinado cuando se trata del valor del aprendizaje. “La educación lo es todo”, dijo.
La Organización Mundial de la Salud estima que el 15% de la población mundial tiene algún tipo de discapacidad. El lunes 3 de diciembre se celebra el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, que este año se centra en capacitar a las personas con discapacidad y en garantizar su inclusión e igualdad.
En situaciones de desplazamiento forzado, las personas con discapacidades a menudo enfrentan barreras adicionales para acceder a servicios como la educación y tienen menos oportunidades de desempeñar un papel activo en sus comunidades.
El Líbano alberga actualmente a más de 950.000 refugiados registrados del conflicto de Siria, de los cuales aproximadamente la mitad son niños en edad escolar (de 3 a 18 años). Alrededor de 220.000 niños sirios asisten a clases, ya sea durante los turnos dedicados de la tarde o en clases matutinas junto a alumnos libaneses, pero más de la mitad de los jóvenes refugiados siguen sin asistir a la escuela.
“Espero un hermoso futuro”.
Habiendo desarrollado su propio enfoque único para el aprendizaje, Alaa dijo que son los aspectos más rutinarios de asistir a la escuela que a veces pueden probar los exámenes. “Principalmente encuentro dificultades para moverme. Pero si alguien me ayuda, puedo superar ese desafío”, dijo. “Realmente no me siento diferente de los demás. Puedo hacer cosas que otros no pueden hacer”.
Él y Ahmad caminan a la escuela todos los días con sus hermanos, y una vez allí, sus compañeros los ayudan a navegar entre las aulas. La hermana de Ahmad se sienta a su lado durante las lecciones y lo ayuda a seguir las clases.
Determinados a esforzarse, los hermanos han comenzado recientemente a aprender francés y se ayudan a sí mismos probándose a sí mismos en el vocabulario. “A menudo, cuando estamos juntos, le pregunto las palabras en francés. Tiene buena memoria y sabe muchas palabras”, dijo Alaa. “Trabajamos juntos, nos fortalecemos y nos ayudamos”.
Ambos hermanos tienen la ambición de convertirse algún día en maestros de árabe, pero el primer objetivo es terminar la escuela. Con la alegre determinación de Alaa de superar todos los obstáculos en su camino, es fácil imaginarlo cumpliendo sus objetivos si solo tiene las mismas oportunidades que otros jóvenes.
“Tengo esperanza”, dijo. “No hay vida sin esperanza, y no hay éxito sin trabajo. Espero un futuro hermoso, e incluso si todos tenemos que morir algún día, quiero poder dejar un buen legado”.