Declaración de la Enviada Especial de ACNUR, Angelina Jolie, cuando la crisis siria encara su noveno año
Declaración de la Enviada Especial de ACNUR, Angelina Jolie, cuando la crisis siria encara su noveno año
La violencia y la destrucción en Siria continúan infligiendo sufrimiento a millones de personas, advirtió hoy la Enviada Especial de ACNUR, Angelina Jolie, en el octavo aniversario del conflicto sirio. La mitad de la población siria ha sido desplazada forzosamente de sus hogares desde que la crisis se iniciara en marzo de 2011. Más de 5,6 millones de sirios viven en la región como refugiados y varios millones más se encuentran desplazados internamente en Siria.
“Mis pensamientos están con la gente de Siria, ahora que se cumple un año más de este devastador conflicto. Pienso, en particular, en los millones de sirios que luchan por sobrevivir como refugiados en la región y más allá, en las familias que están desplazadas en el interior del país, y en todos aquellos que han soportado heridas, traumas, hambre y la pérdida de seres queridos”, manifestó la Enviada Especial.
Aunque millones de sirios no han jugado papel alguno en la guerra han de vivir con sus terribles consecuencias. Es imposible describir el grado de resiliencia y de dignidad de las familias sirias con las que he estado. Cada uno de los refugiados sirios con los que he compartido algo de tiempo durante estos ocho años ha mencionado su deseo de paz para Siria, para poder regresar en condiciones de seguridad. Algunos han comenzado a hacerlo – familias desplazadas internamente y, en menor media, refugiados. Es vital que el retorno sea impulsado por los propios refugiados, a través de una decisión tomada con conocimiento de causa, y no por motivos políticos. Hablar con los refugiados y situar sus perspectivas y preocupaciones en el centro de la planificación del futuro retorno es esencial: es una cuestión de derechos.
Entretanto, la brecha entre las necesidades de refugiados y desplazados internos sirios y la ayuda humanitaria de que disponen se agranda cada día. Hay personas, dentro de Siria, que están intentado reconstruir su vida entre los escombros, sin contar con el apoyo necesario. Millones de familias refugiadas sirias viven bajo el umbral de la pobreza, y se levantan cada día sin saber si tendrán medicamentos o comida para sus hijos, batallando con la deuda que han acumulado en ocho años de exilio.
Las mujeres y las niñas se enfrentan a una carga extra, que incluye desde la limitación de oportunidades laborales a la violencia sexual y de género (como matrimonios forzados y tempranos, abusos y explotación sexual, violencia doméstica). Los países de acogida –Turquía, el Líbano, Jordania, Irak y Egipto- han hecho mucho para ayudar a los refugiados, pero ellos mismos necesitan imperiosamente financiación para poder seguir prestando esa ayuda a millones de refugiados y ayudar a su población ante las presiones económicas y sociales que eso implica.
Mientras continúe el conflicto y hasta que los sirios puedan regresar a sus casas, lo mínimo que podemos hacer es cubrir las necesidades humanitarias más urgentes: minimizar al máximo el sufrimiento humano y mitigar parte del daño causado por ocho años perdidos en un conflicto sin sentido. Es lo mínimo que podemos hacer para ayudar a gente que se merece mucho más: el derecho a vivir en su país con paz, dignidad y seguridad.