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El apoyo a los venezolanos "es ahora más necesario que nunca", advierte la Alta Comisionada Adjunta

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El apoyo a los venezolanos "es ahora más necesario que nunca", advierte la Alta Comisionada Adjunta

Kelly Clements visitó Ecuador y Colombia para evaluar las necesidades urgentes de la población venezolana, mientras la respuesta regional se ve amenazada por la escasez de fondos.
12 Junio 2019 Disponible también en:
La pequeña Hipsiamar, de 12 años, y su mamá hablando con la Alta Comisionada Adjunta de las Naciones Unidas para los Refugiados, Kelly T. Clements, en el comedor comunitario Divino Niño, en Tulcán, Ecuador.

A medida que el número de personas refugiadas y migrantes venezolanas llega a los 4 millones, la Alta Comisionada Adjunta de las Naciones Unidas para los Refugiados, Kelly Clements, hizo un apasionado llamado por más apoyo para los países de América Latina y el Caribe que acogen a quienes se encuentran en necesidad de protección.

“Ahora más que nunca la protección es necesaria”, dijo Clements. “Las personas de Colombia y Ecuador han abierto sus hogares y sus comunidades y merecen nuestro apoyo. Es esencial contar con mayor compromiso de la comunidad internacional”.

Durante su visita de una semana a Ecuador y Colombia, Clements escuchó historias de desesperación, miedo y violencia. Ella habló con familias desgarradas que dejaron todo atrás, incluyendo su país natal, sus posesiones, sus vidas y sus sueños, para poder llegar a la seguridad.

La Alta Comisionada Adjunta visitó la región para explorar oportunidades para apoyar a los países que acogen a los venezolanos, en línea con un plan de respuesta humanitaria, que de momento solo cuenta con el 21 por ciento de los fondos requeridos.

“Es esencial contar con mayor compromiso de la comunidad internacional”

Clements comenzó su visita en Ecuador, un país con una larga tradición de acogida a personas desplazadas, incluyendo un gran número de refugiados colombianos y venezolanos.

Más de un millón de venezolanos han llegado a Ecuador desde 2018. Algunos se están quedando en el país, más de 260.000, según las autoridades de inmigración, mientras que otros continúan hacia el sur en busca de seguridad y mejores oportunidades.

En Rumichaca, el principal punto fronterizo entre Colombia y Ecuador, Clements habló con algunos de los 1.650 venezolanos que cruzan en promedio todos los días. Entre ellos se encontraban familias que habían estado caminando durante días y semanas, muchas de los cuales carecían de documentos y un plan claro de qué hacer a continuación.

Una mujer con la que habló en un punto de asistencia del ACNUR cerca de la frontera estaba lidiando con una condición médica caracterizada por bajos niveles de glóbulos blancos. Jeymi describió como caminó durante una semana por Colombia en busca de seguridad.

José Gregorio Ron, de 28 años, y su hija Greymal disfrutando del almuerzo que se les ofreció en el comedor comunitario Divino Niño en Tulcán, Ecuador.

“Quiero vivir un poco más”, le dijo a Clements. “No tenía acceso a los alimentos y a las medicinas necesarias en Venezuela. Espero poder hacer los exámenes médicos que necesito en Ecuador”.

En un comedor comunitario en Tulcán, que ofrece 200 comidas calientes a los venezolanos más vulnerables que acaban de llegar al país, Clements fue testigo de primera mano del nivel de necesidades existente.

“Es la primera comida caliente que hemos tenido en las últimas 24 horas”, dijo Hipsiamar, una niña venezolana de 12 años que recién llegó a Ecuador con su familia y su gatito negro. Habían caminado por 30 días a través de Colombia, pasando la mayoría de las noches a la intemperie.

Clements también tuvo la oportunidad de reunirse con las autoridades locales y nacionales ecuatorianas, en particular con el Vicepresidente Otto Sonnenholzner. Ella elogió al Gobierno y al pueblo de Ecuador por responder a las necesidades de los venezolanos. También alabó el papel del país en la armonización de la respuesta regional a través de esfuerzos diplomáticos como el Proceso de Quito.

Clements también destacó la importancia de garantizar que las personas que se han visto obligadas a huir “sigan teniendo acceso a la protección internacional” y que puedan obtener permisos de residencia temporales u otras visas para garantizar su seguridad.

Eneida, una técnica de laboratorio, compartió su experiencia con Clements. Después de denunciar el robo de medicamentos en Venezuela, se convirtió en un objetivo. “Formé parte de un comité local donde me encargué de verificar la entrega de medicamentos”, explicó. “Las amenazas comenzaron cuando descubrí que las medicinas estaban siendo vendidas y mal utilizadas”.

“Es importante mejorar el acceso a los medios de vida, para garantizar que las familias puedan volver empezar su vida en condiciones dignas”

Actualmente, Eneida se gana la vida cuidando una casa de una familia ecuatoriana. Está agradecida por la hospitalidad del país.

“Encontrar un trabajo relacionado con su especialidad siempre es difícil para los profesionales desplazados como Eneida”, dijo Clements. “Es importante mejorar el acceso a los medios de vida, para garantizar que las familias puedan volver empezar su vida en condiciones dignas y prevenir los riesgos de explotación y abuso”.

Después de Ecuador, Clements viajó a la frontera de Colombia con Venezuela. Junto con la Enviada Especial de ACNUR, Angelina Jolie, visitó La Guajira, una de las regiones más pobres de Colombia, donde se calcula que unas 150.000 personas refugiadas y migrantes venezolanas son acogidas por las comunidades locales.

En Riohacha, Clements visitó un albergue para niños y niñas víctimas de abuso sexual o trata de personas, un peligro que muchas mujeres, niñas y niños refugiados venezolanos enfrentan cuando cruzan la frontera de manera irregular. El director del albergue describió la abrumadora afluencia de venezolanos y los riesgos a los que se enfrentan las personas más vulnerables, como el impacto de una bomba atómica.

Clements y Jolie se reunieron con el Presidente de Colombia, Iván Duque, y visitaron el Centro de Atención Integral (CAI) de ACNUR en la ciudad fronteriza de Maicao, que actualmente acoge a 350 venezolanos y venezolanas altamente vulnerables. Además del alojamiento y la alimentación, el centro ofrece asistencia legal, actividades para los niños, atención médica y apoyo psicosocial.

El centro abrió sus puertas en marzo, pero los planes para ampliar su capacidad se han estancado debido a un déficit de financiación que ha ralentizado la respuesta humanitaria en toda la región.