"Tenía una hora para salir"
A Patricia * a veces le preocupaba que su hermano se metiera en problemas por beber demasiado. Un día lluvioso sus temores se hicieron realidad. “Mi hermano estaba borracho y les dijo que no quería pandillas en su vecindario. A menudo recuerdo ese día. Me llamaron para decirme que, la próxima vez que se metiera con ellos, lo matarían”.
Las pandillas en Honduras cuentan con redes poderosas y no dudan en localizar a los familiares de quienes se crucen con ellos. Nadie está a salvo una vez que se ha dado la orden. “Les pedí que lo perdonaran, intenté explicarles que estaba ebrio. Pero igual nos amenazaron y no escucharon razón alguna”, dice Patricia.
Poco después, Patricia empezó a recibir amenazas de muerte. “Un día, la policía llegó al lugar donde se reunía la pandilla”, recuerda. “Algunos lograron escapar, pero otros fueron golpeados y detenidos. La pandilla pensó que yo había contactado a la policía y me llamaron nuevamente”.
Esta vez le dieron una fecha límite: “Me llamaron para decirme que tenía una hora para irme, de lo contrario, matarían a mi hijo, a mi marido y a mí”. Agobiada por el miedo, Patricia huyó con su familia, dejando todo atrás.
"Las pandillas te encuentran dondequiera que vayas en Honduras”.
Tales amenazas no son infrecuentes en Honduras, donde las bandas criminales extorsionan, secuestran, amenazan y matan a diario. Para muchas familias como la de Patricia, la única manera de sobrevivir es huyendo.
“Nos mudamos dentro del país varias veces en busca de un lugar seguro para vivir. Pero el miedo y la inseguridad no nos dejaban vivir en paz, las pandillas te encuentran dondequiera que vayas en Honduras”, explica.
Sin otra opción, Patricia y su familia escaparon a Belice, donde unos pocos miles de refugiados han encontrado un lugar seguro para reconstruir sus vidas.
A finales de 2018 había unos 95.400 hondureños refugiados y solicitantes de asilo en todo el mundo. La mayoría se dirige a Estados Unidos, México, Canadá y España.
“Hay personas y organizaciones de buen corazón que nos han apoyado aquí. Mi hijo finalmente está en la escuela y afortunadamente mi esposo encontró trabajo en una granja”, apunta Patricia.
La integración en Belice no ha sido fácil para Patricia y su familia, debido a las dificultades para acceder al procedimiento de asilo. Pero por lo menos ahora puede pensar en un futuro en el que la violencia no esté del otro lado de la línea telefónica.
Encontrando la seguridad en Belice
Belice tiene una rica historia de garantizar la protección de los refugiados y soluciones para las personas que huyen de la persecución que se remonta a la década de 1980. En 2010, la creciente violencia en los países vecinos condujo nuevamente a muchas personas a buscar seguridad en el país.
En 2017, Belice se unió al Marco Integral Regional para la Protección y Soluciones (MIRPS), la aplicación regional del Pacto Mundial sobre los Refugiados, para responder al aumento en el número de solicitantes de asilo del Norte de Centroamérica. Con este gesto, el gobierno de Belice pretende mostrar su solidaridad y compromiso al apoyar la respuesta regional al actual desplazamiento que ha obligado a miles de familias a huir de sus hogares.
Belice, como parte del MIRPS, ha desarrollado un plan de acción nacional que busca fortalecer el sistema de asilo y la integración local. ACNUR apoya al gobierno para mejorar el acceso y la calidad del asilo, fomentar el diálogo hacia una mejor coordinación regional y compartir responsabilidades, además de trabajar con todas las partes para abordar las grandes necesidades de los refugiados y solicitantes de asilo.