Millones de personas en el este de Ucrania sufren las heridas invisibles de la guerra
Millones de personas en el este de Ucrania sufren las heridas invisibles de la guerra
Tras cinco años de conflicto en el este de Ucrania, la idea de resguardarse una noche más en su sótano oscuro y húmedo hace temblar a Maryna*, de 56 años.
Aunque los frecuentes bombardeos en el exterior resultan aterradores, es el silencio eterno entre explosiones lo que más miedo le da.
“Cuando todo se queda en silencio tengo la sensación de que nada va a cambiar”, dice Maryna, sastra y madre de dos hijos. “Tengo la sensación de que este conflicto es eterno”.
Maryna es una de los millones de personas que viven en la zona de conflicto y están pagando un elevado peaje psicológico por la violencia continuada en Ucrania.
Hasta la fecha, el conflicto ha desarraigado ya aproximadamente a 1,4 millones de personas, mientras otras muchas padecen frío, hambre, adversidades y la amenaza de una muerte repentina en su hogar. En total, 3,4 millones de personas precisan asistencia y protección humanitarias.
Casi un 40% de los habitantes de las regiones de Donetsk y Luhansk han vivido traumas que se han traducido en cuadros de depresión, ansiedad y trastorno de estrés postraumático (TEPT) como consecuencia de la violencia, de acuerdo con un reciente estudio.
“Estaba al límite, no quería vivir”.
Para muchas personas como Maryna, superviviente de cáncer que vive con su anciana madre a tan solo dos kilómetros del frente, la vida en el conflicto ha resultado devastadora.
“Estaba al límite, no quería vivir. Nada me ayudaba. Por primera vez en la vida, tenía la sensación de que me iba a morir”, dice. “Incluso cuando en 2005 me diagnosticaron un cáncer, no tuve la sensación de que fuera una mala noticia”.
No es ni mucho menos la única persona en sentirse así.
Una de cada cinco personas que han experimentado la guerra u otro tipo de conflicto en los 10 años previos padecen secuelas mentales, según un estudio de la Organización Mundial de la Salud. En torno al 5% padecen enfermedades graves, como trastorno bipolar, psicosis o formas graves de depresión o TEPT, entre cuyos síntomas pueden incluirse flashbacks, pesadillas y casos de ansiedad grave.
Por suerte, hay ayuda disponible para las personas que viven cerca del frente en el este de Ucrania. Proliska, una organización socia de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, es uno de los grupos de ayuda que redoblan sus esfuerzos para prestar asistencia psicológica a personas que han visto cómo el conflicto hacía añicos sus vidas.
Desde octubre de 2018, los 11 psicólogos de Proliska han ido contactando con comunidades en áreas controladas por el gobierno. Las necesidades son inmensas, pero desde comienzos de 2019 han prestado terapia a 1.100 personas, de las que el 72% eran mujeres.
“Queremos mostrar que, a pesar de que no podemos “apagar la guerra”, podemos ayudar [a la gente] a sobrevivir a lo que está pasando”, nos cuenta Olha Klymovska, coordinadora de actividades de apoyo psicosocial de Proliska. “El modo en que gestionamos una situación, el modo en que utilizamos nuestros recursos internos, puede desempeñar un papel decisivo”, añade.
La psicóloga Svitlana Doroshenko forma parte del equipo de difusión. En sus visitas a las comunidades en el frente, enseña técnicas y habilidades para hacer frente a situaciones difíciles que se basan en respiraciones y ejercicios físicos y que ayudan a las personas a controlar su respuesta emocional.
“Les explico que curarse es un proceso largo”.
“Les explico que curarse es un proceso largo y que es posible encontrar obstáculos en el camino”, nos cuenta Svitlana. “Lo importante es saber qué métodos y técnicas se pueden usar para ayudar a las personas a salir de este agujero negro”.
Entre las personas con las que trabaja se encuentra Maryna, cuyos dos hijos se marcharon al comenzar el conflicto y no han vuelto a casa. Svitlana habla con ella sobre su pérdida y le enseña técnicas de relajación para superar el insomnio y la ansiedad.
Esto le está ayudando poco a poco a encontrar un camino hacia delante en su vida: un camino que la saque de la desesperación que sentía atrapada en su oscuro sótano.
Su sonrisa ha vuelto y ha sacado fuerzas para renovar su vivienda, cuyas ventanas habían sido destruidas por las bombas. Maryna comparte su experiencia para ayudar a otras personas, y por fin está pensando en retomar la actividad que amaba antes de que empezara el conflicto: diseñar vestidos para bailes de graduación.
“Para mí, en tanto que persona creativa que lo veía todo de color de rosa, fue muy difícil darme cuenta de repente de que todo lo que me rodeaba era gris”, explica. “Pero ahora vuelvo a ser capaz de reconocer otros colores”.
A finales de 2018 las guerras y la persecución habían expulsado de sus hogares a 70,8 millones de personas. Peter Ventevogel, oficial sénior de salud mental de ACNUR, explica que la salud mental y el apoyo psicosocial deberían formar parte integral de la respuesta humanitaria ante situaciones de crisis y emergencia en todo el mundo.
Para promover la rápida adopción de estos servicios, personas refugiadas y personal de ACNUR participarán los días 7 y 8 de octubre de 2019 en una conferencia internacional organizada por el Ministro de Comercio Exterior y Cooperación Internacional de los Países Bajos.
“El trabajo de Proliska en Ucrania es alentador y el número de personas atendidas es impresionante”, dice Ventevogel.
“Sin embargo, muchas más personas necesitadas en todo el mundo aún no tienen acceso a cuidados básicos de salud mental ni a servicios de apoyo psicosocial. Todos los colaboradores humanitarios, gobiernos, agencias de Naciones Unidas y agencias no gubernamentales necesitan redoblar sus esfuerzos para que estos servicios formen parte de la respuesta humanitaria”.
* Los nombres se han modificado por motivos de protección