Observaciones de Filippo Grandi, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, en la conferencia de prensa de Addis Abeba
Observaciones de Filippo Grandi, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, en la conferencia de prensa de Addis Abeba
Saludos a todos y a todas: Concluyo hoy mi quinta visita a Etiopía en mi condición de Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados y en primer lugar querría aprovechar esta oportunidad para dar las gracias al Gobierno por haber hecho posible esta visita y por los intercambios que tuve con los miembros del Ejecutivo, desde el Primero Ministro y el Viceprimer Ministro, hasta la Presidenta, la Ministra de Paz y otros funcionarios. Como probablemente ya sepan, Etiopía es uno de los socios más importantes del ACNUR, un país en el que llevamos décadas trabajando y, lo que es más importante y es la razón de que llevemos tantos años aquí, un país que lleva décadas albergando a millones de refugiados: entre 800.000 y 900.000 según recuentos actuales.
Y no solo eso: además, Etiopía ha sido un país ejemplar en muchos aspectos por lo que respecta a la ayuda a personas refugiadas; por esta razón vine en 2019 a invitar al Primer Ministro a ser uno de los cinco organizadores del Foro Mundial sobre los Refugiados que tuvo lugar en Ginebra a finales de ese año. Esto fue consecuencia, claro está, de las políticas muy innovadoras adoptadas por este Gobierno aquí en Etiopía en materia de refugiados, tanto a nivel legislativo como operativo.
El propósito de mi visita ha sido realizar un seguimiento de la situación muy crítica que, como todos sabemos, se ha venido desarrollando en los últimos dos meses en la región etíope de Tigray, con una especial atención a la situación humanitaria general en la región, pero también en concreto a la situación de las personas refugiadas eritreas allí acogidas. Creo que todos han visto las declaraciones que he hecho en los últimos meses. Pensé que había llegado el momento de venir e intercambiar opiniones honestas sobre la situación y de analizar el camino a seguir, y el Gobierno de Etiopía estuvo de acuerdo. Por supuesto, no me reuní únicamente con los líderes del país: también me vi con colegas de Naciones Unidas, ONG nacionales e internacionales, organizaciones de la sociedad civil, personas refugiadas y con otros diplomáticos, asociados donantes y otros actores importantes aquí en el terreno.
Quisiera añadir que también tuve la oportunidad de desplazarme hasta el campamento de refugiados de Mai Aini, en el sur de Tigray, junto con la Ministra de Paz y el Director General de ARRA. ARRA es la Organización Nacional de Refugiados de Etiopía, nuestro homólogo en el país. Esta visita tuvo lugar el sábado y quiero darle las gracias al Gobierno por hacerla posible.
Antes de irme esta noche, aquí están mis conclusiones. La situación humanitaria en Tigray es extremadamente grave; creo que es algo que todos sabemos, pero es importante repetirlo. Se necesita todo tipo de asistencia posible: alimentos, artículos no alimentarios, medicamentos, agua potable, alojamiento. El cierre del sistema bancario y del sistema de telecomunicaciones ha complicado aún más la situación de miles de personas, por lo que la restauración de estos servicios es una prioridad fundamental y, como saben, las Naciones Unidas estiman que cientos de miles de personas se han visto desplazadas y siguen desplazándose – es difícil hablar de cifras en esta situación. Se han producido algunos avances en la situación de seguridad tal y como nos ha informado el Gobierno, si bien siguen produciéndose algunos incidentes aislados o dispersos, pero sí hemos observado –y en algunas zonas seguimos observando– violencia perpetrada por diversos elementos armados y milicias, así como por elementos criminales, como suele ser el caso en estas situaciones militares, lo cual ha resultado en casos de pillaje, violencia, violencia sexual, violaciones. Por desgracia, como saben, seis trabajadores humanitarios han perdido la vida en las últimas semanas.
Así que el primer mensaje que he compartido con el Primer Ministro, el Viceprimer Ministro y otros interlocutores, a los que he encontrado muy receptivos, es de la máxima importancia: los conflictos afectan gravemente a la población civil, y si bien no me corresponde a mí hacer más juicios políticos –ese no es mi papel– sí tengo la responsabilidad de decirle al Gobierno que estamos aquí para minimizar y eliminar el impacto de estas situaciones sobre la población civil.
Como vimos en Mai Aini y otros colegas vieron en otras ubicaciones, existen muchas personas que han sufrido traumas graves y necesitan ayuda, y lo que nos han dicho las autoridades provisionales de Tigray… Por cierto, que el mismo día que yo me encontraba en Mai Aini había otra misión de las Naciones Unidas visitando Mekelle encabezada por el Secretario General Adjunto y Jefe del Departamento de Seguridad; esa misión se centró en ese aspecto particular de nuestro trabajo y hubo un fuerte llamamiento por parte de las autoridades temporales para la llegada de más ayuda de la comunidad internacional para poder hacer frente a estas necesidades. Muchos colegas de Naciones Unidas y de ONG, de ministerios competentes, el Ministerio de Sanidad, el Ministerio de Agua, dicen lo mismo: que tenemos que incrementar el apoyo. Como decía, la situación es muy grave y muy urgente. Empeorará si no hay se adoptan más medidas. Quiero valorar lo que el Gobierno está haciendo ya para enfrentar esta situación, y reitero que tanto las Naciones Unidas como la comunidad humanitaria internacional están listas para ayudar y redoblar sus esfuerzos, y creo que este mayor esfuerzo, como le dijeron al Primer Ministro, es muy importante si queremos evitar que aumente el sufrimiento de las personas. En mi experiencia, si no se atiende a esta crisis humanitaria creciente, las necesidades se volverán tan graves y de tal magnitud que será mucho más difícil hacerles frente. A pesar de todo el sufrimiento que ya se ha producido, creo que todavía tenemos tiempo de intervenir ahora, y por eso doy una efusiva bienvenida a las conversaciones muy constructivas sobre este tema que hemos mantenido con el Gobierno.
Es muy positivo que en los últimos días se hayan conseguido autorizaciones para entregar mercancía en los almacenes de Tigray, sobre todo en Mekelle. Creo que el siguiente paso debería ser garantizar que estos bienes, esta mercancía, en concreto los alimentos pero también artículos no alimentarios, sean distribuidos y lleguen a las personas que los necesitan en la población civil, en todo el territorio del país; me produjo mucha alegría oír al Viceprimer Ministro hablar de la necesidad de elaborar evaluaciones conjuntas entre Naciones Unidas, las ONG y el Gobierno, con objeto de seguir ajustando nuestra intervención. Hemos hablado mucho de necesidades, socorro, acceso. Ahora tenemos que ser más específicos: donde sea posible y más urgente, tenemos que ir y hacerlo, y esto necesita evaluación y movimiento.
Por supuesto, esto me lleva a la cuestión muy importante que he venido discutiendo con el Gobierno y que mis colegas aquí presentes llevan bastante tiempo discutiendo con el Gobierno desde el acuerdo alcanzado en noviembre: el acceso es fundamental para las Naciones Unidas y las ONG. En total 16 agencias de Naciones Unidas y 25 ONG han presentado solicitudes de autorización. Lo que he comentado con todos los interlocutores, con la Ministra de Paz y el Viceprimer Ministro, así como con el Primer Ministro, es la importancia de tener un sistema de gestión de accesos, un sistema de gestión de autorizaciones que sea rápido y eficaz y que esté tan próximo a las operaciones en el terreno como sea posible. Mi experiencia en estas situaciones es que la volatilidad puede aumentar fácilmente, la inseguridad puede variar, y por eso es importante que estos procesos sean muy ágiles y garanticen la seguridad de los trabajadores humanitarios. Esta es una responsabilidad importante del Gobierno, y el Gobierno está tomándosela muy en serio, pero hay que evitar limitar el acceso hasta el punto de que sea insuficiente, como es el caso ahora mismo. De modo que necesitamos alcanzar un equilibrio, y escuché claramente del Viceprimer Ministro un compromiso para que todos estos procedimientos de acceso se hagan rápidamente tan flexibles y eficaces como fuera posible; es algo que tenemos que adoptar y haremos un seguimiento sobre la cuestión.
Sobre el tema concreto de las personas refugiadas eritreas en Etiopía, como he dicho, el sábado visité el campamento de refugiados de Mai Aini. Como saben, creo que todo el mundo lo sabe pero lo diré para quienes no lo sepan, en Tigray existían cuatro campamentos de refugiados eritreos antes de comienzos de noviembre: dos en el norte de la región (Hitsats y Shimelba) y dos en el sur (Mai Aini y Adi Harush). Visitamos los que se encuentran en el sur, en realidad Mai Aini, uno de los que se encuentra en el sur, y nos encontramos con la Ministra de Paz y su delegación y hablamos con ellos, así como con las personas refugiadas residentes. Algunas, la mayoría, llevan muchos años viviendo allí, quizá hasta diez años en Mai Aini, pero también tuvimos ocasión de encontrarnos con algunas de las casi 3.000 personas refugiadas que han sido reubicadas –o se han reubicado por sí mismas– recientemente desde los otros dos campamentos en Hitsats y Shimelba. Ahora sabemos, todo el mundo lo sabe, que esos dos campamentos fueron escenario de conflictos y que han sufrido una grave destrucción y daños en sus infraestructuras, y muy probablemente abusos contra las personas refugiadas que quedaron atrapadas en el fuego cruzado, especialmente al comienzo de la operación; sabemos que esas personas refugiadas han huido. Se trata de una situación muy traumática para ellas en especial, pero también para los refugiados de Mai Aini y Adi Harush, quienes nos expresaron su temor por su futuro. Nos dijeron que no querían que se viviera allí la misma situación y me gustó escuchar a la Ministra de Paz asegurarles en varias ocasiones que la situación en los dos campamentos del sur era segura, que eran bienvenidos allí y que recibirían apoyo y asistencia.
Las personas procedentes de los otros dos campamentos con las que hablamos reportaron situaciones que nos parecieron muy preocupantes. Nos contaron que, como ya sabemos, se había interrumpido todo apoyo y asistencia durante varias semanas. Algunos nos dijeron y le explicaron a la Ministra cómo habían tenido que comer hojas porque no había ningún otro alimento, pero también narraron cómo, sobre todo al principio de la operación militar, cuando quedaron atrapados en el fuego cruzado, se habían producido infiltraciones de actores armados en los campamentos, asesinatos, secuestros y algunos retornos forzosos a Eritrea a manos de las fuerzas eritreas presentes en la zona. También informaron de que otras personas refugiadas habían elegido libremente regresar a Eritrea dada la inseguridad dominante en la región.
Escuchamos muchas denuncias, no solo el sábado sino también en otras ocasiones, y por supuesto estos abusos nos causan gran preocupación; creo que el firme llamamiento que realicé al Gobierno quedó patente durante nuestra visita, y es de la máxima importancia poner fin a estos abusos si es que aún se están produciendo: es muy difícil saberlo sin tener acceso. En concreto, como sabemos, las deportaciones son una violación flagrante del derecho internacional, como ya señalé a las autoridades.
Ahora las prioridades son pues las siguientes: en primer lugar, es urgente volver a entrar en contacto con las personas refugiadas que huyeron de Hitsats y Shimelba; se lo he planteado al Gobierno y hemos tenido una conversación muy honesta y constructiva sobre esta cuestión. Estimamos que pueden ser entre 15.000 y 25.000 personas, quizá algunas menos, y que están dispersas en áreas a las que no tenemos acceso. Si bien la reubicación a los campamentos del sur prosigue, creo que tenemos que acelerar la operación y, para conseguirlo y devolver a las personas a un entorno seguro, lejos de zonas de peligro, es importante que ARRA, la Organización Nacional de Refugiados de Etiopía, tenga acceso a estas áreas con nuestro apoyo.
El Primer Ministro me dijo que comprendía muy bien esta importante prioridad y que haría personalmente un seguimiento para garantizar que así sucedería; después discutimos la medida de forma más detallada con el Viceprimer Ministro. De modo que seguiremos pendientes de este tema.
Entretanto, otra gran prioridad es la ampliación de la asistencia en Mai Aini y Adi Harush, puesto que van a recibir más personas. ARRA nos dijo que negociarán con las autoridades locales para encontrar espacio en el que acomodar a una población mayor, y seguiremos trabajando juntos para que así sea.
Pero existe una cuestión más amplia, claro está, generada por estas alegaciones de violencia y abuso, y es que las personas refugiadas procedentes de eritrea, tanto en Mai Aini como refugiados urbanos en Addis Abeba, en todo el país, se encuentran en una situación de miedo y ansiedad. Temen que la hospitalidad y la protección que Etiopía les ha brindado durante tanto tiempo vaya a reducirse, y esto es algo que he planteado en todas mis reuniones; me complace haber escuchado que este no será el caso. El Primer Ministro, el Viceprimer Ministro y la Ministra de Paz me dijeron que el compromiso de Etiopía con la protección de las personas refugiadas procedentes de Eritrea se mantiene inquebrantable, y creo que es importante que esto se sepa y se repita para enviar un mensaje de tranquilidad a todas las personas refugiadas del país.
Quisiera añadir algunos elementos. Como saben, a finales de noviembre, tras el comienzo de la operación militar, estuve en Sudán, en la frontera con Etiopía, donde me reuní con personas refugiadas etíopes que tenían miedo ante la situación en Tigray y estaban cruzando la frontera hacia Sudán. El número de refugiados que han tomado esa decisión supera ya las 60.000 personas. Pasé bastante tiempo allí hablando con los refugiados, un par de días, y lo que escuché se correspondía en cierto modo con lo que habíamos escuchado a algunas de las personas refugiadas procedentes de Eritrea, si bien el contexto es levemente distinto.
Nos hablaron del miedo a los combates, claro, algo que es muy normal en el caso de cualquier población civil, pero también del miedo a abusos y violencia no a manos de las fuerzas federales, sino de milicias, milicias irregulares, y esto es algo que he compartido hoy con las autoridades. Tengo que decirles que la mayoría me dijeron que querían volver a Etiopía lo antes posible, y por supuesto el ACNUR está preparado; hoy hemos discutido este tema con las autoridades para dar nuestro apoyo a este retorno, siempre claro está que sea una decisión tomada libre y voluntariamente por los refugiados; Etiopía respeta totalmente esta condición, pero también aconsejé al Gobierno que debemos abordar la cuestión del abuso por parte de personas o grupos si queremos fomentar el regreso de esta población. Es muy importante que el Gobierno diga y siga diciendo que las personas pueden regresar. El Viceprimer Ministro me explicó cómo se está implementando un plan para reducir cualquier tipo de violencia irregular y restablecer el orden público en la zona; creo que si se aborda esta cuestión de la violencia esto supondría un buen contexto para las personas y animaría al menos a algunas a regresar con una sensación de seguridad y de contar con el apoyo que necesitan.
Permítanme repetirlo: muchas personas quieren regresar. Les falta la cosecha –algunos la han perdido–, echan de menos sus casas, las posesiones que dejaron atrás al huir a menudo apresuradamente, así que es importante que esto se aborde de manera urgente. También forma parte del proceso de consolidación de la paz que tengo entendido el Gobierno pretende asumir cuando acabe la operación militar, o incluso ahora mientras prosigue la operación militar; creo que es importante abordar estas alegaciones que hemos escuchado de violencia a manos de milicias, de fuerzas extranjeras, etc. Me complació mucho escuchar durante mi visita al campamento junto con la Ministra de Paz y otras autoridades un compromiso por parte del Gobierno de Etiopía para investigar lo que ha sucedido.
Mi principal prioridad, nuestra principal prioridad es tener acceso para poder llevar ayuda y protección, garantizar ahora la seguridad de todas las personas, pero también es importante que se aborde lo que ha sucedido con total transparencia, y eso es algo que he visto en numerosas situaciones de conflicto. Mi mandato no es este, esto corresponde más al ámbito de los derechos humanos, pero mi firme recomendación tras haber visto esto una y otra vez es que el Gobierno de Etiopía lleve a cabo una investigación con total transparencia; una investigación que tiene que ser todo lo imparcial y creíble que sea posible, de modo que haga lo que tenga que hacer, exija la rendición de cuentas de las personas que puedan tener responsabilidades, con independencia del bando en el que estén o del grupo al que pertenezcan, y también al mismo tiempo para garantizar la existencia de un proceso justo de reparación tras lo sucedido, con objeto de tranquilizar a la población civil afectada. Por cierto, como saben se está hablando mucho de estas cuestiones en redes sociales y en el dominio público. Cuando se realiza una visita como la mía del sábado, se da uno cuenta de que la situación es muy compleja, de que ha habido mucho fuego cruzado, numerosas violaciones por parte de ambos bandos, y todo esto tiene que ser objeto de una investigación imparcial; creo que es muy importante incluir a las personas refugiadas en la investigación del impacto del conflicto o de las operaciones sobre la población civil.
La última idea que quiero compartir es la acertada preocupación del Gobierno por los recursos que necesitamos para dar respuesta a esta crisis; me gustaría seguir gestionando todas las demás operaciones humanitarias y de desarrollo en este país. Les recuerdo que el ACNUR, con la sola ayuda de ARRA, se hace cargo de los refugiados sursudaneses en Gambella, los refugiados somalíes en la región de Somali, de los refugiados sudaneses en Assosa, así como de las áreas en las que sigue habiendo operaciones relativas a personas desplazadas internas ya que, aunque la población desplazada interna haya dismunuido en el país en otras zonas a excepción de Tigray, existen áreas en las que siguen necesitando ayuda; creo que para todo esto es necesaria por su puesto la asistencia internacional. Le he dicho al Gobierno que el acceso a las personas necesitadas y la presencia de organizaciones internacionales en apoyo de los esfuerzos nacionales serían muy bienvenidas como una señal de cobertura de costos y para animar a la comunidad internacional a dar su apoyo –también económico– a las operaciones que llevan a cabo el Gobierno, las Naciones Unidas y las ONG. Como saben, las Naciones Unidas han hecho un llamamiento para recaudar 170 millones USD específicamente para las operaciones en el norte de Etiopía; la respuesta ha sido positiva y un 65% de la financiación ya está cubierta, pero necesitamos seguir avanzando porque, en mi opinión, la magnitud de la situación va a crecer a medida que avancemos. También en Sudán hemos hecho un llamamiento para la población refugiada por un importe de unos 150 millones USD, casi la mitad de los cuales ya está cubiertos gracias en parte a una reciente e importante aportación de los Estados Unidos, pero de nuevo necesitamos apoyo para estos esfuerzos hasta que consigamos encontrar una solución a la crisis y podamos avanzar en todas las direcciones que he expuesto. Muchas gracias.