Dibujando hogar y esperanza
Dibujando hogar y esperanza
Hangama Amiri tenía siete años cuando los talibanes invadieron Kabul en 1996. La guerra y el caos devastaron su vecindario, dejando a su familia sin más remedio que huir. Obligados a abandonar su comunidad, se embarcaron en un arduo viaje en busca de seguridad, yendo primero a Pakistán y luego a Tayikistán antes de ser reasentados en Canadá en 2005.
Mientras su familia se trasladaba de un lugar a otro, Hangama siempre llevaba lápiz y papel. Dibujar sus experiencias a temprana edad le dio una “sensación de libertad”, comenta. Hoy, a los 31 años, ha convertido esa práctica temprana en una exitosa carrera como artista. Sus coloridas piezas textiles, que recuerdan y reconfiguran su ciudad natal de Kabul, están expuestas en galerías de todo el mundo.
Ahora, Hangama ha diseñado un emoji que ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados y Twitter están lanzando hoy para conmemorar el Día Mundial del Refugiado. El emoji, que estará disponible en Twitter del 13 al 23 de junio, presenta un corazón azul ahuecado entre dos manos.
Sentada en su estudio iluminado por el sol cerca del campus de la Universidad de Yale, donde se graduó en 2020 con una Maestría en Bellas Artes, Hangama respondió algunas de nuestras preguntas sobre arte, hogar y esperanza. La conversación se ha editado por duración y claridad.
Cuéntanos cómo te convertiste en artista y qué significa el arte para ti.
Me interesé por el dibujo cuando era niña, cuando me convertí en refugiada después de la guerra en Afganistán. Cuando vivíamos en Tayikistán, había un programa de arte de ACNUR que ofrecía a niñas y niños refugiados la oportunidad de crear arte, de estar ocupados con su imaginación. También hubo un concurso, y para este concurso dibujé una reconstrucción de los Budas de Bāmiyān que fueron destruidos en 2001 por los talibanes. Fue una imagen realmente esperanzadora para Afganistán. Esa pieza obtuvo el primer lugar y, afortunadamente, ingresé en una facultad de arte y diseño en Dushanbe, Tayikistán. Desde entonces, sigo haciendo arte y soy la persona más privilegiada para ser artista en la actualidad.
¿Puedes contarnos más sobre el diseño que has creado y el mensaje detrás de el?
Decidí tener una idea en torno a la esperanza, la unión y el amor al mismo tiempo. Creo que estas tres palabras son realmente fuertes en relación con lo que significa la inmigración o ser una persona refugiada. Es la unión. Es tener a mi familia a mi alrededor. Es tener el amor a mi alrededor porque esas son las únicas cosas de las que nos sostenemos. También quería hacer algo muy simple pero también muy poderoso. La mano es un gesto muy fuerte. El corazón, que tiene una forma muy simple, también es universal. Quería hacer este gesto de una mano que viene del Este y la otra que viene del Oeste, que desde Este y Oeste estamos apoyando este amor que se mantiene en el medio. El color del corazón también es azul, lo que significa la Tierra azul.
¿Quiénes son las personas cuyo impacto llevas contigo a donde quiera que vayas?
La figura que siempre ha jugado un papel muy importante para mí como artista es mi madre. Estando a su lado y habiendo visto sus experiencias moviéndose de un país a otro, creo que es una de las mujeres más fuertes que he conocido. También pienso en mis tías, las mujeres de Afganistán en general. Son las supervivientes más valientes.
¿Ha sido el arte una forma de lidiar con la incertidumbre a lo largo de tu viaje?
No es que el arte me dé una respuesta, sino que crear arte me da la conciencia de algo. No prefiero que todo sea tan perfecto en mi mundo porque mi mundo nunca fue perfecto, y nunca lo será porque sigo viviendo en una tierra extranjera. Entonces esa imperfección tiene mucho sentido para expresar en mi mundo.
Una de las fortalezas que me mantuvo en marcha fueron mis recuerdos de la infancia, esos frágiles recuerdos de la infancia que todavía llevo hasta el día de hoy. Cuando era niña, veía la guerra o veía otros conflictos en público o en todo el país, no sabía lo que estaba pasando. Estos recuerdos y experiencias siguieron creciendo y creciendo. Y es por eso que cada vez que empiezo a trabajar, siempre vuelvo y vuelvo a visitar estos recuerdos y trato de ver qué tipo de historias voy a pintar o dibujar hoy. Trabajar con la memoria es uno de los puntos fuertes para aprender sobre mí y quién soy como artista.
Cuéntanos qué significa “hogar” para ti.
En estos días, el hogar es un recuerdo para mí. Se ha vuelto más un sentimiento que pensar realmente en el hogar como un territorio o como una cosa física. El hogar está en mi corazón. Pero es algo que no puedo oler, que no puedo tocar, que no puedo caminar sobre el suelo. Tengo [muchos] hogares. Mi estudio es un hogar para mí a veces porque me da una sensación de libertad, una sensación de quién soy, una sensación a lo mejor de paz. Afganistán siempre estará en mi trabajo.
¿Qué esperas para el futuro?
Uno de mis objetivos futuros como artista es volver algún día a Afganistán y abrir una institución de arte. Quiero crear esa comunidad de artistas e invitarlos a estar en esta zona creativa.