Voluntarios ecuatorianos apoyan en la integración de refugiados en Guayaquil
Voluntarios ecuatorianos apoyan en la integración de refugiados en Guayaquil
GUAYAQUIL, Ecuador, 22 de mayo de 20114 (ACNUR) – Doña Nancy muestra con orgullo su camiseta donde dice "Voluntaria". Con una carpeta y largas caminatas, esta mujer ecuatoriana de mediana edad, conoce palmo a palmo su barrio, el Guasmo, en Guayaquil. Una barriada inmensa crecida alrededor del río que se come la ciudad. Y donde la población refugiada se invisibiliza. Nancy les visita, les conoce, les guía.
"Cuando me propusieron este proyecto de atención a las familias refugiadas, mucha gente me dijo que por qué iba yo, como ecuatoriana, a implicarme en algo así. Pero me dije: yo me voy a arriesgar, aunque me digan que es peligroso", asegura esta mujer robusta y curtida que desde hace varios meses ofrece orientación a población refugiada o en necesidad de protección en esta zona periurbana de la gran ciudad ecuatoriana.
La idea de trabajar con población ecuatoriana para llegar a los refugiados surge de una necesidad: reducir la invisibilidad de una población en alta movilidad, muchas veces riesgo de exclusión, con miedo de sentirse expuesta y dificultades para el acceso al proceso de determinación de la condición de refugiado.
De los 2,3 millones de habitantes que tiene esta gran ciudad, caracterizada por un vibrante sector económico, 3.053 personas han sido reconocidas como refugiadas por el Estado ecuatoriano, mientras 10.649 son solicitantes de la condición de refugiado a la espera de una respuesta a su caso. Sin embargo, a través del trabajo de diversas organizaciones, como ACNUR, que tiene presencia en la provincia desde 2011, se piensa que habría alrededor de unas 5.000 personas en situación de invisibilidad e irregularidad.
Desde esta preocupación, y en un contexto donde la población refugiada se dispersa en grandes suburbios, nace el proyecto de voluntarios de ACNUR y la Organización Hebrea de Ayuda para Inmigrantes y Refugiados (HIAS). Gracias a la colaboración de seis voluntarios ecuatorianos que viven en los barrios más populosos de Guayaquil, alrededor de novecientas personas entre refugiados y solicitantes han recibido asesoría, orientación, y acompañamiento. Lo que ha permitido conocer mejor la realidad de estas personas.
"Gracias al trabajo de personas como Nancy, hoy sabemos que alrededor del 55% de estas personas no tienen documentos de ningún tipo: ello supone que se encuentran inhabilitados para el acceso o exigencia de derechos y expuestos a riesgos de protección, como la deportación", explica Manuel Dos Santos, jefe de la oficina del ACNUR en Guayaquil.
"Nosotros ofrecemos información sobre dónde solicitar la condición de refugiado, cómo inscribir a los niños en la escuela, sobre los derechos que tienen. También les orientamos para que acudan al Punto de Apoyo, donde se les ofrece asesoría legal de un abogado, hay servicio psicológico y pueden acceder a capacitaciones sobre medios de vida", añade Nancy.
Como explica Paúl, del Comité permanente por los Derechos Humanos (CDH), la integración es uno de los grandes desafíos de barriadas como esta. "En esta zona no hay espacios de integración, de esparcimiento. La gente se apropia de la calle, juega a fútbol los domingos. Desde las organizaciones intentamos favorecer estas iniciativas con un enfoque de cultura de paz, y ayudar a prevenir así conductas de riesgo".
La Hermana Teresa, de origen español pero que conoce bien Guasmo, donde vive hace tres décadas, asegura que la educación puede ser una llave para mejorar las oportunidades de futuro de esta población. "Es importante el acompañamiento a las poblaciones invisibles. A veces, las personas mismas ocultan que son colombianos, por miedo o desconfianza, y están expuestos a más riesgos en un entorno de por sí cargado de problemas para toda la población que vive en condiciones muy precarias".
Sin embargo, la tasa de niñas y niños (entre 5 y 14 años) que no asistieron a la escuela en el 2013 fue del 18%, que contrasta con el 6,4% de niños ecuatorianos de la misma edad. Dato que podría estar relacionado con la precariedad de las condiciones socioeconómicas de estas familias, donde el 25% está en situación de desempleo y el factor étnico acrecienta la exclusión.
A pesar de las dificultades, cada día Nancy camina y visita puerta a puerta a las familias. Visitas donde también se abren nuevas oportunidades y perspectivas de futuro.
"Yo llegué aquí hace unos meses y aunque fue difícil, estoy más tranquila", explica Yanira*, que huyó de Cali para evitar el reclutamiento forzado de su hijo mayor en una comuna de la ciudad del Valle del Cauca. "Estoy feliz porque él hoy tiene la oportunidad de ir a hacer una prueba con un equipo de fútbol de la ciudad".
*Nombre cambiado por motivos de protección.
Por Sonia Aguilar en Guayaquil, Ecuador