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De personas refugiadas a primera generación de capacitadoras en cuidados: la Diplomatura que hace historia en Argentina

Historias

De personas refugiadas a primera generación de capacitadoras en cuidados: la Diplomatura que hace historia en Argentina

Unas 118 personas refugiadas y solicitantes de asilo, obtuvieron a fines de noviembre en Argentina un Diploma en Cuidados Domiciliarios Integrales de Personas. El curso abre la puerta a una primera generación a ser empleadas en un programa nacional de cuidados.
5 Febrero 2021
Los cuidados de la primera infancia también fueron parte de los contenidos abordados en el Diplomado.

Nieves es venezolana. Tiene 49 años y llegó a Argentina un año atrás, a través de la frontera con Chile, a la altura de la provincia de Mendoza. Recuerda la hora exacta en la que cruzó: las 4 am. Desde ese momento, fue solicitante de la condición de refugiado. Pero Nieves es muchas otras cosas más: maestra de profesión, licenciada en Educación Integral y especialista en Enseñanza de la Lengua. Poco antes de salir de su país de origen, obtuvo un título de posgrado en la Universidad Católica Cecilio Acosta. Aún así, la búsqueda de trabajo en Buenos Aires se le ha hecho cuesta arriba. Por eso, el tema de los cuidados se le presenta no sólo como un asunto de su interés sino también como una oportunidad laboral. Ella es una de las 118 personas que el 27 de noviembre pasado finalizaron el Diploma en Cuidados Domiciliarios Integrales de Personas, implementado por la Agencia de ONU para los Refugiados en asociación con el Ministerio de Desarrollo Social y la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), en el marco del proyecto “Fortalecimiento de la protección, recepción e integración de personas refugiadas y migrantes en Argentina”, financiado por la Unión Europea e implementado en conjunto con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

La historia de Diana (61) es algo distinta, aunque también proviene de Venezuela. Conoció Argentina hace doce años, en un viaje que realizó al país para realizar un curso de formación, como parte de su Maestría en Economía Agrícola. Viajó al norte y quedó maravillada con aquellos paisajes que sólo había conocido en las revistas. Volvió a visitar el país como turista y en 2016 se decidió a emigrar. En su caso, la edad se le presentó como la principal barrera para conseguir empleo. “Tuve que hacer muchos trabajos que no me esperaba, pero que me permitieron garantizar mi sobrevivencia, pagar las cuentas y seguir viviendo. He trabajado en oficios de limpieza de casas, restaurantes, recepcionista, volantera, canillita, vendedora ambulante, cocinera, delivery, administrativa y cuidadora”, cuenta. Hoy Diana tiene a su cuidado personas adultas mayores. Como Diana, muchas otras personas se ven frente al desafío de dejar de lado sus profesiones y lanzarse al mundo de los cuidados domiciliarios.

Algo de eso reflejan las estadísticas que integran el informe final en cuya elaboración participó Roberto Candiano, coordinador académico y docente del curso: “La población de esta experiencia fue muy heterogénea. Tuvimos muchos profesionales, abogados, por ejemplo, médicas, maestras, profesoras, enfermeras”. La informalidad en la que muchas veces se sumergen las tareas de cuidados a personas adultas mayores, personas con discapacidad y, vinculado a esto, la posibilidad de conseguir un empleo rápido, han llevado a un sin número de profesionales a insertarse en esta esfera. “Vi fortalezas, vi preparación. Es gente que vino con formación y experiencias”, cuenta Candiano. Algo de eso, explica, se vio reflejado en el hecho de que si bien no hubo una tarea introductoria de inmersión a la plataforma virtual de la UNSAM, todas las personas participantes pudieron superar los obstáculos de la virtualidad. Mucha gente, de hecho, cursó con el teléfono celular.

El curso, que en principio iba a ser bimodal – el plan inicial era comenzar virtual y culminar con una jornada presencial de dos días, en territorio, con el objetivo de integrar todos los ejes temáticos – finalmente, debido al contexto, fue enteramente online. Diana, por ejemplo, subraya que la Diplomatura le ayudó a “consolidar conocimientos y adquirir otros que complementan el ejercicio profesional en el área de los cuidados”. En el tema específico de las personas con discapacidad, un aspecto en el que está particularmente interesada, le ayudó a sensibilizarse: “Hasta los momentos no he cuidado personas con alguna discapacidad, y la cursada ha sido pensada de una manera excelente, desarrollada con una muy buena metodología y el profesorado ha tenido un muy buen nivel académico y humano”.

Seis “nodos” – grupos de 30 a 40 participantes con una tutora a cargo del seguimiento – estructuraron el curso. Tres de esos nodos se ubicaron en el área metropolitana de Buenos Aires, un cuarto en Córdoba, otro en Mendoza, y uno en Salta: la idea fue contemplar distintas zonas geográficas de Argentina. El Diplomado, que comenzó con una fase más general de cuatro semanas, se complementó luego con una fase especializada de formación complementaria para la formación de evaluadoras/es y capacitadoras/es en competencias profesionales, con una duración de dos semanas. Como Nieves o Diana, la mayoría de las personas que participaron son de origen venezolano, pero también las hubo de Colombia, Ecuador y Perú. En su enorme mayoría -casi un 90 por ciento- mujeres, otro indicador de cómo los temas de género atraviesan, de principio a fin, los cuidados de personas dependientes.

Ahora, gracias al convenio de cooperación tripartito entre ACNUR, el Ministerio de Desarrollo Social y la Comisión Nacional para los Refugiados, firmado el 6 de junio de 2020, quienes aprobaron el Diplomado formarán parte de una primera generación de personas capacitadoras que serán empleadas por el programa nacional “Economía del Cuidado”. Vanesa Wainstein, Directora de Asuntos y Relaciones Internacionales del Ministerio, considera que el proyecto tiene “un gran valor como aporte a la población que se ha capacitado y formado en el curso”, en la medida que “les proporciona una herramienta de trabajo esencial y determinante para el desempeño en el sistema de cuidados domiciliario y comunitarios, a fin de poder desempeñarse laboralmente con la certificación que proporciona la Universidad”. Wainstein también destaca la articulación del Ministerio con el ACNUR y la Universidad en el marco del proyecto con la Unión Europea como “una instancia ejemplificadora de concertación de actores institucionales para el fortalecimiento de una política pública de inclusión social posibilitando la replicabilidad del Diplomado y su expansión en las provincias y municipios de la Argentina, tanto en formato virtual como presencial”.

El sector de los cuidados, adelanta Candiano, “va a ser un tema crítico en la era post COVID-19, por varios factores, pero principalmente porque la pobreza va a obligar a muchas personas, y sobre todo mujeres, a salir a trabajar, y la demanda de estos perfiles va a ser grande”. Por eso, dice, “Es muy acertada la política de ACNUR de legitimar esta profesión, buscando mayores niveles de transparencia en un ámbito donde hay mucha explotación de estas personas”. Ese objetivo está llevando a ACNUR, UNSAM, y a toda la red de instituciones que participaron de la primera edición, a perfeccionar algunas aristas para posibles réplicas: “Tenemos el desafío de hacerlo extensivo para cuidadores de personas en instituciones, incorporando contenidos, por ejemplo, primeros auxilios, profundizando en pautas nutricionales y trabajando en la diferencia entre un cuidador y un enfermero. Y también trabajar en las características de las instituciones de cuidado en primera infancia, personas mayores y personas con discapacidad”.

Otras enseñanzas exceden a los contenidos académicos. Nieves, por ejemplo, dice que el curso “ha levantado mi autoestima”. Diana asiente. Ella lo resume en una palabra, repetida muchas veces: “Gracias”.

Esta iniciativa se enmarca en la puesta en marcha de la respuesta regional para la recuperación socioeconómica de la población de interés en las fases de emergencia y post emergencia COVID-19 diseñada por la Oficina Regional del ACNUR para el Sur de América Latina, y responde a los objetivos generales de la Estrategia de Soluciones Duraderas 2020-23, que prevé la cooperación con entidades del estado, en la creación de canales de acceso de la población de interés a programas y servicios nacionales.