Cerrar sites icon close
Search form

Buscar el sitio de un país

Perfil de país

Sitio de país

Mujeres venezolanas reconstruyen sus vidas en Trinidad y Tobago, un jabón a la vez

Historias

Mujeres venezolanas reconstruyen sus vidas en Trinidad y Tobago, un jabón a la vez

Un proyecto en el que trabajan mujeres refugiadas y migrantes les brinda la confianza y estabilidad mientras se dedican a elaborar un suministro esencial en el contexto de la pandemia: jabones.
22 Febrero 2021
Las Mujeres del Colectivo San Rafael usan ingredientes locales para producir diferentes tipos de jabón de leche de cabra, como miel de abeja, papaya, aceite de coco y manteca de cacao. Ellas esperan que el proyecto crezca y se puedan emplear a más mujeres refugiadas y migrantes.

La pandemia de COVID-19 trajo consigo una nueva motivación para las cuatro mujeres venezolanas que trabajan en el Colectivo San Rafael, un proyecto que se dedica a ayudar a las mujeres refugiadas y migrantes en situación de vulnerabilidad que viven en el albergue ubicado en un tranquilo pueblo en el noreste de Trinidad para que se conviertan en emprendedoras. Estas mujeres elaboran jabones, los cuales forman parte de los suministros esenciales en el contexto de la actual emergencia sanitaria.

Por las mañanas, estas mujeres se levantan en sincronía con el sol en cuanto Lola, una de las cabras más parlanchinas del pequeño rebaño que vive en el patio trasero del albergue, las despierta con una serie de balidos que les taladran los oídos. La leche de Lola y de otras cabras es un componente básico de los jabones hechos a mano con ingredientes locales. 

“Elaborar jabones durante la pandemia nos cambió la vida por completo”, dijo Nelenny mientras mezclaba los ingredientes (miel, papaya, granos de avena, aceite de coco, manteca de cacao y, por supuesto, leche de cabra). “Fue una manera de escapar de la pandemia, sobre todo porque para nosotras es difícil encontrar trabajo”.

“Elaborar jabones durante la pandemia nos cambió la vida por completo”.

Estas mujeres agregan en la producción extractos naturales obtenidos de las granjas locales – como aloe, papaya, jengibre, cúrcuma y café –los cuales dan un aroma único y delicado a los jabones. Después, la mezcla se vacía en moldes, donde se endurece y se cura durante más de un mes. Cuando están listas, cada barra de jabón se vende a $25 dólares trinitenses (alrededor de $3 USD) a través de la plataforma de redes sociales @sanrafaelcollective.

El proyecto del colectivo San Rafael, una iniciativa emprendedora que cuenta con el apoyo de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, y la ONG Living Water Community, capacita a su personal no solo en los principios básicos de la elaboración de jabones (una nueva habilidad para buena parte del personal), sino también en el empoderamiento. La idea de quienes crearon el proyecto es devolver la confianza a las mujeres que perdieron todo cuando se vieron obligadas a abandonar sus hogares, y ayudarles a desarrollar nuevas habilidades para reconstruir sus vidas en Trinidad y Tobago.  

“El proyecto les muestra cómo pueden lograr esto y mucho más. Nuestra intención es que crean en su propio potencial y que sigan avanzando”, dijo Mercedes Díaz, Asistente de Emergencias en el Albergue, quien actualmente apoya en la coordinación del proyecto en San Rafael.

Este proyecto es el sustento de personas como Nelenny, una joven venezolana de 20 años que tuvo que abandonar sus estudios de enfermería debido al desabasto generalizado de alimentos y medicinas, así como el aumento interminable de la inseguridad en su país. Nelenny viajó a la nación insular del Caribe y estuvo luchando por un techo hasta encontrar albergue y trabajo en San Rafael, un pequeño pueblo a unos 30 kilómetros de Puerto España, la ciudad capital. “Me motiva porque es muestra de lo que puedo hacer”.

“Este proyecto me ha ayudado a resolver algunos problemas económicos”.

De las más de 5 millones de personas que salieron de Venezuela, se piensa que alrededor de 200.000 fueron acogidas por países en el Caribe. Muchas de ellas llegan sin nada, lo cual dificulta la reconstrucción de sus vidas. Ese es el caso de Elisangela, otra de las trabajadoras del colectivo, quien dice que el proyecto la ha revitalizado.

Originaria de una pequeña comunidad indígena en Venezuela y madre de tres, Elisangela llegó a Trinidad y Tobago en 2019 con las manos prácticamente vacías; solo la seguían sus hijos.

“Este proyecto me ha ayudado a resolver algunos problemas económicos”, dice Elisangela, quien agrega que el proyecto le ha permitido contar con un sustento para su familia en Trinidad y Tobago, y para sus seres queridos que se quedaron en Venezuela. “Si crece, podremos ir a otros lugares y enseñar a las mujeres a hacer jabones; se crearían más empleos para más personas”.

Estas mujeres dejarán que los jabones se endurezcan durante las próximas seis semanas. Esperan que los jabones ayuden a las personas a cuidarse del virus, mientras ellas obtienen algo de ingresos. “El proyecto sin duda cambió nuestra visión de las cosas y nos enseñó algo nuevo en medio de la pandemia. Creo que era algo que todas necesitábamos en momentos como estos”, añadió Nelenny.