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A.E. Ramassá: el fútbol como vía de integración para las mujeres refugiadas en España

Historias

A.E. Ramassá: el fútbol como vía de integración para las mujeres refugiadas en España

El Equipo Femenino Inclusivo de A.E. Ramassá, apoyado por la Fundación FC Barcelona y ACNUR, facilita la integración de mujeres refugiadas en España, utilizando el fútbol como motor de desarrollo social.
11 Noviembre 2022
El A. E. Ramassà comenzó sus primeros entrenamientos en Barcelona en mayo de 2021 y cuenta con el apoyo de la Fundación FC Barcelona para favorecer la integración de mujeres refugiadas a través del fútbol.

Marix Núñez empezó a jugar al futbol con ocho años. En su Honduras natal este deporte era solo cosa de chicos. “No había un equipo femenino establecido, solo de varones. Nosotras los buscábamos y nos metíamos a jugar con ellos”, cuenta ahora desde las gradas de las instalaciones deportivas de la Universidad de Barcelona, donde entrenan.


“Para mí, el fútbol viene de familia. En mi colonia había un campo de fútbol, y en cada casa teníamos un balón. Vengo de un país donde el fútbol es la máxima del entretenimiento y eso ha ido de generación en generación”, rememora la jugadora del A.E Ramassá.

Marix llegó a España hace tres años, y lo que nunca se había imaginado es que podría pertenecer a un equipo femenino oficial, el A.E. Ramassá: “Siento que aquí nos han dado la oportunidad de cosas que ya deseábamos hacer en nuestro país y no podíamos”.

El Equipo Femenino Inclusivo del A.E Ramassá, que nació con el objetivo de facilitar la integración de mujeres refugiadas y solicitantes de asilo recién llegadas a España, comenzó sus entrenamientos en Barcelona en mayo de 2021. Hoy son ya 35 jugadoras.

Como Svitlana, que llegó de Ucrania escapando de la guerra y que, aunque nunca antes jugó al fútbol, dice haber encontrado un refugio en el equipo: “Jugar al fútbol me alegra. Aquí tengo amigas con las que puedo hablar. Siento que tengo mucha más energía después de entrenar y de hablar con mujeres como yo”.

O como Fereshteh Rafat, periodista y activista afgana que tuvo que huir de los talibanes, y para quien ser parte del A.E. Ramassá tiene dos efectos:  “El primero es que nos ayuda a integrarnos en la comunidad de España. El segundo es que nosotras sabemos que en España no estamos solas. Aquí todas somos refugiadas, tenemos un mismo nivel de vida, con problemas similares”.

La visita de Aitana Bonmatí

A principios de octubre, las jugadoras del AE Ramassá recibieron una visita muy especial. Aitana Bonmatí, jugadora del FC Barcelona femenino, se unió a las futbolistas en una charla donde hablaron de los retos y barreras que afrontan las mujeres tanto en el mundo del deporte, como en muchos otros contextos sociales: “Sé que todas vosotras habéis tenido caminos difíciles. Al final somos mujeres y tenemos muchas adversidades”, dice la centrocampista azulgrana ante la mirada atenta del resto de jugadoras.

Durante el encuentro, fruto de la alianza entre el FC Barcelona y ACNUR, la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados, Aitana también compartió con las demás mujeres las dificultades que ha vivido en carne propia. “Ha sido como un camino de perseverancia, de lucha constante y de no bajar los brazos nunca. Lo que está pasando en estos últimos dos años aquí es muy fuerte porque hemos llenado el Camp Nou dos veces, y esto era impensable cinco años atrás”.

Como dice Aitana, aunque los caminos de estas mujeres hayan sido distintos, todas han encontrado en el A.E. Ramassá un punto de unión, y aunque su situación actual sea diferente, no pueden evitar pensar en lo que otras mujeres, en su país de origen, viven. “Mi madre vivió en un tiempo de Afganistán que teníamos democracia. A ella le encanta ver el fútbol”, se sincera Fereshteh, visiblemente emocionada. “Ahora que estoy aquí, para mí jugar al fútbol es un tipo de protesta ante muchos tabús que nosotras tenemos en Afganistán”. Y no puede evitar acordarse de su sobrina. “Tiene 12 años, está en Afganistán, y ahora ya no le dejan ir al colegio”.

Durante la soleada mañana del encuentro, las mujeres también conversaron sobre la falta de referentes femeninos. “Es difícil tener referentes. Yo he crecido solo con referentes masculinos”, dice Aitana.  Aunque las cosas están cambiando. “Cuando estaba en Honduras, mi jugadora favorita era Alex Morgan”, confiesa Marix, refiriéndose a la delantera del club femenino estadounidense San Diego Wave. “Ahora Aitana es mi nueva jugadora favorita”, dice entre las risas del resto de sus compañeras.

Aitana  condensa en palabras lo que todas las mujeres sienten. “Ojalá el mundo vaya cambiando y las sociedades se vayan concienciando de que nosotras también hemos nacido para ser iguales, para tener los mismos derechos”.


El apoyo mutuo

Las mujeres, colocadas en círculo, se expresan, escuchan y asienten, porque todas se pueden ver reflejadas en lo que otra de sus compañeras dice. La camaradería se hace notar. “Hemos aprendido a conocernos, a comunicarnos entre todas, aunque no tengamos el mismo idioma y nuestras culturas sean muy distintas”, comenta Vanesa, que lleva en el equipo desde el inicio. “Somos una gran familia”, dice otra de las chicas, ante las miradas de confirmación de sus compañeras. Unión, lealtad y compañerismo, son las palabras que más se repiten cuando las jugadoras del A.E. Ramassá describen cómo se sienten al formar parte del conjunto femenino.

Todas saben que el camino pasa por el apoyo mutuo. “Yo, precisamente madre de una hija que juega al fútbol, sé que si nosotras, las madres, no las apoyamos, no tendrán apoyo de nadie”, confiesa Marix. “Mi sueño sería que mi hija también jugara en un equipo femenino”.