Intervención de Gillian Triggs, Alta Comisionada Auxiliar para la Protección, en la Cuarta Conferencia Anual Nelson Mandela sobre Derechos Humanos
Intervención de Gillian Triggs, Alta Comisionada Auxiliar para la Protección, en la Cuarta Conferencia Anual Nelson Mandela sobre Derechos Humanos
Excelencias, distinguidos invitados, colegas y apreciables estudiantes,
Me honra participar en la Cuarta Conferencia Anual Nelson Mandela sobre Derechos Humanos, que se enmarca en la celebración de su natalicio.
Al pensar en qué diría en este encuentro, descubrí un par de conexiones entre ACNUR y Nelson Mandela, lo cual me entusiasmó. Quienes se encargan de los archivos de ACNUR me contaron sobre el papel que desempeñó ACNUR en la repatriación de 15.000 refugiados sudafricanos en 1991, tras el fin del apartheid. Por su parte, Nelson Mandela escribió un conmovedor texto en homenaje a Sadako Ogata, la Alta Comisionada para los Refugiados en aquel entonces. En su homenaje, agradecía – a la Alta Comisionada y al personal de ACNUR – el liderazgo de la organización en la protección de las personas refugiadas en el exilio.
Además, como era de esperarse, Nelson Mandela se preocupaba en la protección de la libertad individual y reconocía que:
“[...] mientras la pobreza, la injusticia y las grandes desigualdades persistan en nuestro mundo, nadie podrá descansar realmente”.
Nelson Mandela era consciente de la necesidad de abordar, desde la raíz, los factores que provocan el desplazamiento forzado, sea dentro o fuera de las fronteras de un país.
Aprovecho esta oportunidad para reconocer a las personas jóvenes que están estudiando derecho y que están hoy aquí, participando en un ejercicio de simulación sobre derechos humanos desde una óptica internacional. Han venido de distintas partes del mundo para acompañarnos en Ginebra, así que no cabe duda de que en ustedes liderarán los esfuerzos por garantizar que los derechos humanos sigan siendo el motor de la comunidad internacional.
Este año se celebra el septuagésimo quinto aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos, un instrumento que, si bien no es vinculante, durante setenta y cinco años ha sido la base de los compromisos internacionales para proteger a las personas, incluida la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951, que constituye el fundamento legal de la labor de ACNUR.
Uno de los desafíos más preocupantes que enfrenta el mundo en materia de derechos humanos puede verse en las cifras récord de personas que han sido desplazadas por la fuerza (debido a guerras, violencia, persecuciones y, cada vez con mayor frecuencia, el impacto del cambio climático).
En junio de este año, la Agencia de la ONU para los Refugiados publicó el Informe de Tendencias Globales, que indica que, hacia finales de 2022, más de 108,4 millones de personas fueron desplazadas por la fuerza; esta cifra considera los 36 millones de refugiados que hay en el mundo, un número sin precedentes. Más de dos tercios de la población desplazada por la fuerza en el mundo huyó de la guerra en Ucrania, y de la violencia y los conflictos internos en Afganistán, Siria y Venezuela; por tanto, tan solo en el último año, ACNUR declaró 35 situaciones de emergencia adicionales.
Un ejemplo reciente de desplazamiento es el conflicto en Sudán, que ha provocado que más de 380.000 personas sudanesas se hayan dirigido a países vecinos – incluidos Chad, Egipto, Etiopía y República Centroafricana – en busca de seguridad y protección. Además, hay más de 3,5 millones de personas desplazadas dentro de Sudán, las cuales se suman a los 1,1 millones de refugiados a los que el país había dado acogida.
Además del conflicto armado, entre los factores que detonan el desplazamiento se encuentran la inseguridad alimentaria, la degradación ambiental, el impacto socioeconómico de la inflación y los desastres naturales, como el terremoto en Türkiye y Siria.
Al reconocer estos detonantes, nos daremos cuenta de que las causas del desplazamiento yacen en violaciones a los derechos humanos consagrados en la Declaración Universal (es decir, el derecho a la vida; a la igualdad; a la libertad; la seguridad y la protección contra la discriminación, la detención y los arrestos arbitrarios; la educación; el empleo; la libertad de circulación; y la nacionalidad).
Al respetar estos derechos, en un intento por “no dejar a nadie atrás, se estarán abordando las causas detrás de la huida de las personas refugiadas.
Aunque fácilmente podemos describir las crisis humanitarias y de refugiados que hay en el mundo de hoy, ¿qué pueden hacer ACNUR y el derecho internacional para encontrar soluciones?
La Declaración Universal reconoce dos derechos cruciales: el derecho a solicitar y disfrutar del asilo en caso de persecución (artículo 14) y el derecho a una nacionalidad (artículo 15).
Partiendo de la Carta de las Naciones Unidas de 1945 y de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, en su momento, la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 fue punta de lanza en “asegurar a los refugiados el ejercicio más amplio posible de los derechos y libertades fundamentales” (incluidos los derechos económicos, sociales, culturales, civiles y políticos).
Al día de hoy, considero que esta convención sigue siendo un fundamento legal viable y efectivo para brindar protección a las personas refugiadas. Sin embargo, el esquema internacional de protección de las personas refugiadas enfrenta grandes desafíos, pues hay quienes aseguran que la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados “ya no cumple con su cometido” y, por tanto, necesita una reforma sustancial.
¿A qué desafíos me refiero? ¿Tienen razón de ser? ¿Qué se puede hacer para construir o reconstruir el compromiso histórico tanto de los países como de la sociedad civil hacia el derecho de los refugiados y, por tanto, lograr que el funcionamiento del sistema sea más efectivo?
Las aparentes deficiencias en el funcionamiento de los sistemas de asilo incluyen la supuesta imposibilidad de enviar a las personas que no necesitan protección internacional de vuelta a su país de origen o de trasladarlas a un tercer país seguro; los lentos y complejos procesos de identificación de personas refugiadas, que han dejado a miles en una penumbra legal; y la inquietud del público con respecto a la migración irregular y los factores de atracción.
En general, las respuestas de ACNUR han procurado facilitar tres soluciones duraderas en favor de las personas desplazadas por la fuerza: el retorno voluntario al país de origen, el reasentamiento en un tercer país, o bien la reubicación local en el país de acogida (por lo regular, en la región donde se encuentra el país del que huyó la persona refugiada).
- El retorno voluntario al país de origen es una opción solo si puede llevarse a cabo en condiciones dignas y seguras.
- Al respecto, por medio de encuestas, ACNUR ha confirmado que la mayoría de las personas refugiadas y desplazadas internas esperan poder volver a sus aldeas, pueblos y comunidades; sin embargo, a causa de conflictos prolongados en distintas partes del mundo (con todo lo que estos conllevan, como inestabilidad política, amenazas de grupos armados irregulares, falta de servicios básicos, escasas oportunidades laborales, riesgo de reclutamiento, cierre de escuelas, disputas por la tierra y agudización de la pobreza), el retorno voluntario es inviable en muchos casos.
- La “mejor” solución sería el reasentamiento en un tercer país seguro; por desgracia, menos de un 0,04% de las personas refugiadas tiene acceso a esta opción. Si bien las cifras de reasentamiento aumentaron ligeramente el año pasado (más de 57.000 refugiados fueron reasentados en 20 países distintos), la realidad es que esta sigue siendo una opción para muy pocas personas en grave situación de vulnerabilidad.
- Por otra parte, las vías complementarias de admisión también ofrecen soluciones como la movilidad laboral, la educación, la reunificación familiar y el patrocinio comunitario. Con la movilidad laboral, por ejemplo, las habilidades y capacidades de las personas refugiadas se empatan con las crecientes necesidades migratorias y de fuerza de trabajo que suelen tener los países donde la población mayor supera a la población joven; por tanto, se trata de una solución que beneficia a ambas partes.
- Por último, la inclusión e integración en las comunidades de acogida son una de las soluciones a largo plazo más prácticas que benefician a millones de personas refugiadas, pues facilitan el acceso a educación, vivienda, empleo, atención médica y medios de vida sin sufrir discriminación. En este caso, no obstante, la responsabilidad recae en los países de renta baja o con menos recursos que ya enfrentan dificultades para satisfacer las necesidades de su propia ciudadanía.
Estas limitantes con respecto a las soluciones “tradicionales” dejan claro por qué es necesario incorporar ideas nuevas e innovadoras para garantizar que la protección que se brinda sea duradera y efectiva.
1. Pacto Mundial sobre los Refugiados
Un enfoque innovador que no tiene implicaciones jurídicas es el compromiso que adquirieron 181 países al sumarse al Pacto Mundial sobre los Refugiados, que adopta dos ideas nuevas: el reparto equitativo de responsabilidades y un abordaje de la protección que involucre a toda la sociedad. Los enfoques unilaterales están destinados a fracasar, pues la eficacia de las soluciones depende de esfuerzos colaborativos y multilaterales. Al respecto, es motivante que el Pacto solicita el apoyo de la comunidad internacional y, sobre todo, de los Estados miembros.
2. Un enfoque integral
ACNUR ha estado colaborando con socios gubernamentales y de la sociedad civil desde un enfoque integral para incorporar las soluciones y la protección durante todo el trayecto de las personas refugiadas y migrantes, quienes, al estar en situación de movilidad humana, suelen no tener acceso a servicios básicos y no siempre cuentan con visas o documentación oficial. Además, son particularmente vulnerables – sobre todo las mujeres y las niñas – a la detención, la trata y la violencia de género.
Con apoyo de ACNUR y de OIM, otras organizaciones internacionales y no gubernamentales, así como las ciudades, las comunidades locales, la sociedad civil y sus gobernantes pueden brindar protección, de manera colectiva e integral, en todas las rutas que recorren las personas refugiadas y migrantes. Al acelerar la identificación de estas personas en las rutas, se acelerarán también el asilo, el reasentamiento y otras vías regulares.
Estados Unidos de América, por ejemplo, anunció hace poco la creación de un programa de “movilidad segura”, en el que, por razones humanitarias y por otras vías regulares, se considerará el ingreso de personas refugiadas y migrantes elegibles a Estados Unidos o a otros países que ofrezcan oportunidades similares.
Es necesario probar distintos proyectos para identificar las necesidades más apremiantes de las personas en situación de movilidad humana, así como proporcionarles información precisa sobre vías regulares y seguras.
Aun así, es imperativo que prevalezca la claridad. Un enfoque integral no puede adoptarse a expensas del derecho de acceso territorial para solicitar asilo, sino que se trata de un todo que no debe aplicarse a conveniencia. En realidad, este enfoque debe ayudar a proteger el acceso al territorio para solicitar asilo, al tiempo que se garantizan opciones viables y seguras para que las personas refugiadas y migrantes reciban protección.
3. Un pasaporte “Nansen 2”, con reconocimiento internacional
No contar con documentación para viajar es uno de los grandes obstáculos que enfrentan las personas refugiadas. Una propuesta innovadora consiste en crear un documento de viaje que tenga reconocimiento internacional; esto fue sugerido, en 1921, por Fridtjof Nansen, el Alto Comisionado para los Refugiados de la Liga de las Naciones. Sobre esta cuestión, se espera que el Foro Mundial sobre los Refugiados, que tendrá lugar en diciembre de 2023, motive a los Estados miembros a asumir el compromiso de crear una nueva versión del pasaporte Nansen que se adecúe a la realidad del siglo XXI.
4. Colaboración con instituciones financieras internacionales y socios para el desarrollo para atender las causas del desplazamiento
En lo que respecta al apoyo que se brinda a los gobiernos, se ha comprobado que son sumamente útiles las subvenciones o préstamos en condiciones favorables a los países que han dado acogida a las personas refugiadas. Miles de millones de dólares se han distribuido en los últimos tres años gracias a la colaboración de ACNUR con el Banco Mundial y otros bancos regionales e internacionales.
Para finalizar, me permito hacer referencia al cambio climático como detonante del desplazamiento forzado.
El Informe sobre el Desarrollo Mundial de 2023 del Banco Mundial estima que un 40% de la población mundial – es decir, 3.500 millones de personas – viven en sitios que son vulnerables al impacto del cambio climático, pues en ellos son comunes la escasez de agua, las sequías, las olas de calor, el aumento del nivel del mar y otros fenómenos extremos, como inundaciones, incendios y ciclones tropicales, que intensifican los conflictos y el desplazamiento.
Este último año, Somalia ha sufrido sequías, y en toda África hay inseguridad alimentaria. Además, Türkiye y el noroeste de Siria fueron golpeados por terremotos; Pakistán, por inundaciones; y Canadá, por incendios. Aunado a ello, en el mundo hay inflación, escasas oportunidades económicas y olas de calor (durante el verano).
ACNUR adoptó el Marco estratégico para la acción climática y, por tanto, insta a que se reconozca la condición de refugiado cuando el desplazamiento haya sido provocado por el cambio climático y este, a su vez, se relacione con persecuciones, violencia, conflictos u otros riesgos de sufrir graves daños o acontecimientos que pudieran alterar gravemente el orden público.
En suma, habrá personas que califiquen como “refugiados climáticos” cuando los estragos del cambio climático se interrelacionen con la violencia y los conflictos armados.
- En 2021, por ejemplo, al secarse el lago Chad y sus afluentes, la creciente escasez de recursos hídricos llevó al estallido de violencia intercomunitaria entre agricultores, pescadores y pastores al norte de Camerún. Cientos de personas murieron o sufrieron lesiones; docenas de aldeas fueron quemadas; y decenas de miles de personas huyeron a Chad y a otras partes de Camerún para ponerse a salvo.
- Además, en febrero de este año, el grupo temático de protección que ACNUR codirige brindó apoyo a los centros de evacuación en la provincia de Maputo, en Mozambique, tras las inundaciones que afectaron a 44.000 personas y desplazaron a otras 16.500. En este mismo contexto, ACNUR brindó protección por explotación y abusos sexuales e identificó necesidades en materia de salud mental, documentación civil, violencia sexual y de género, y protección de la infancia.
Conclusiones
ACNUR confía en que en el próximo Foro Mundial sobre los Refugiados, que tendrá lugar en diciembre de 2023, podrá verse que la comunidad internacional desea y está dispuesta a colaborar y compartir responsabilidades no solo frente a las personas desplazadas, sino también con el propósito de encontrar soluciones a largo plazo.
ACNUR tiene el firme compromiso de permanecer, cumplir y brindar servicios de protección a las personas desplazadas por la fuerza, pues reconoce que los desafíos siguen aumentando en el mundo. Al respecto, ACNUR espera poder colaborar con los Estados miembros, los socios de la ONU, la sociedad civil, la comunidad académica, las alcaldías, las comunidades locales y los grupos confesionales. Solo podremos prevenir, brindar protección y ofrecer soluciones mostrando solidaridad y actuando de manera colaborativa.
Me parece que Nelson Mandela habría apoyado el Pacto Mundial sobre los Refugiados, pues este representa un enfoque comunitario en torno al desplazamiento forzado, así como un llamado a la acción mediante muestras de solidaridad de todo el mundo.
Muchas gracias.