La radio comunitaria fomenta la inclusión de las personas refugiadas en Malawi
La radio comunitaria fomenta la inclusión de las personas refugiadas en Malawi
Este refugiado de 28 años trabaja para la emisora de radio comunitaria Yetu en el campamento de Dzaleka desde que comenzó a transmitir hace cinco años.
“Desde niño soñaba con ser periodista”, comenta Arsène. “Cuando la radio comunitaria Yetu empezó sus transmisiones, pensé en intentarlo”.
Empezó como becario, pero pronto trabajó como reportero y presentador. “Lo que me gusta de la radio es que cuando presentas tus programas, educas, entretienes e informas”, asegura. “Las personas te escuchan y consideran a los presentadores como modelos a seguir. Los niños refugiados también nos escuchan. Me piden que les lleve al estudio de radio, quieren ver cómo trabajamos”.
Yetu – que significa “nuestro” en swahili – transmite programas en chichewa (lengua oficial de Malawi), inglés, francés, swahili y kinyarwanda (lengua nacional de Ruanda). Incluyen boletines de noticias locales, nacionales e internacionales, así como programas en directo centrados en temas como violencia sexual y de género, protección de la niñez, medios de vida, salud, desarrollo comunitario y deporte.
Historias de éxito
La emisora emplea a 17 mujeres y hombres – nueve refugiados y ocho de Malawi – como presentadores, reporteros, productores y técnicos. Obtienen el contenido de sus programas entrevistando a personas refugiadas en el campamento sobre sus vidas, problemas y necesidades.
“A muchos refugiados les va bien, tienen negocios y suelen pedir aparecer en mis programas de desarrollo comunitario”, señala Arsène. “Es una buena manera de mostrar los aspectos positivos que genera la comunidad refugiada”.
Los periodistas de Yetu también informan sobre los retos a los que se enfrenta la población refugiada en Dzaleka, especialmente como consecuencia del hacinamiento. El campamento se creó en 1994 para albergar entre 10.000 y 12.000 personas refugiadas que huían del conflicto en la región de los Grandes Lagos. Ahora acoge a más de 50.000 personas, principalmente de Burundi, la RDC y Ruanda. Los periodistas de la emisora alertan regularmente en sus programas sobre el hacinamiento de la niñez en las aulas, las interminables colas para acceder a servicios como pozos de agua o centros de salud, y las dificultades para encontrar espacio para construir viviendas dignas.
Los recientes recortes de alimentos por parte de las agencias de ayuda debido a la falta de fondos han aumentado los niveles de pobreza en el campamento y han forzado a algunas mujeres a recurrir a la prostitución para comprar comida para sus familias.
De acuerdo con Jellium Kamphandira, un malauí de 26 años, director de la emisora de radio Yetu, otro tema delicado es la decisión del gobierno el año pasado de exigir que todas las personas refugiadas que vivían y trabajaban en zonas rurales y urbanas del país que se trasladaran al campamento de Dzaleka.
“Muchos refugiados autosuficientes han sido devueltos a la fuerza a Dzaleka desde zonas urbanas y rurales en los últimos meses”, explica Jellium. “Intentamos contar con la opinión de todos: la de los refugiados, la de ACNUR y la de las autoridades. No siempre es fácil, pero lo intentamos”.
ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, ha señalado que el campamento ya está superpoblado y que la política ejercerá más presión sobre unos recursos ya de por sí desbordados. Las autoridades han argumentado razones de seguridad para desear que toda la población refugiada se reúna en un mismo lugar. Hasta la fecha, han devuelto a cerca de 2.300 personas refugiadas a Dzaleka.
Desafiar los estereotipos
Jellium admite que cuando empezó a trabajar en la emisora de radio tenía ideas equivocadas sobre las personas refugiadas. Pero después de trabajar con ellos, su opinión cambió.
“Nadie elige ser refugiado”, afirma. “Los refugiados son como nosotros. Tenemos valores similares que nos ayudan a seguir adelante. Con el tiempo, mis compañeros periodistas malauianos y yo nos dimos cuenta de que ambas comunidades, la refugiada y la malauiana, necesitan servicios similares para sostener sus vidas. Ambas comunidades tienen las capacidades necesarias para ayudarnos a prosperar”.
La radio comunitaria Yetu también ha contribuido a abordar la hostilidad y los malentendidos entre las personas refugiadas y las comunidades que rodean el campamento.
"Los refugiados son como nosotros".
“A través de sus programas, la emisora de radio ha contribuido a fomentar la inclusión de la población refugiada y la coexistencia pacífica no solo en el campamento, sino en el distrito de Dowa, donde se encuentra Dzaleka, así como en la capital”, explica Cyr Modeste Kouamé, Representante de ACNUR en Malawi. “Como los radioescuchas interactúan tanto con los presentadores y productores refugiados como con los malauianos, esto contribuye a un mejor entendimiento entre las comunidades”.
ACNUR ha financiado todo el equipo de la radio y la emisora está bajo la supervisión de su socio, Plan International Malawi. En 2020, se mejoró la infraestructura de la radio para que pudiera transmitir en un radio de 100 kilómetros. Sus programas pueden escucharse ahora en Lilongwe, la capital de Malawi, a 45 kilómetros de distancia. La radio emite en 107.6 FM y en línea.
Arsène espera que la radio Yetu pueda transmitir pronto a nivel regional y nacional para que la audiencia conozca mejor a las personas refugiadas y cómo pueden ser un activo para el desarrollo del país que las acoge. Dentro de cinco años, se ve trabajando para una radio internacional.
“Me encantaría trabajar para la BBC, sería un sueño hecho realidad”, asegura. “Este trabajo me está dando la increíble oportunidad de relacionarme con personas de diferentes culturas y orígenes... Y, por supuesto, trabajar estrechamente con mis colegas malauíes es muy valioso, ya que me ayuda a comprender mejor su cultura. Al fin y al cabo, todos somos africanos”.