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Estudiantes refugiados se esfuerzan para realizar sus sueños académicos

Historias

Estudiantes refugiados se esfuerzan para realizar sus sueños académicos

24 Enero 2024
Estudiantes sentados en sus mesas colocadas dentro de una tienda blanca en el campamento de refugiados de Kakuma

Estudiantes en el campamento de refugiados de Kakuma.

 

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Los programas de preparación y de inclusión universitarios dan a los estudiantes las herramientas para triunfar.

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Diing Manyang, una joven refugiada sursudanesa, es una apasionada de la defensa de la educación para las personas refugiadas.

Tras terminar el bachillerato, Diing impartió clases a estudiantes más jóvenes en la Escuela Secundaria para Refugiados de Kakuma, en el campamento de refugiados de Kakuma, al norte de Kenia. Las personas refugiadas han huido de la guerra en Sudán del Sur desde principios de la década de 1990. Lo que estaba destinado a ser un albergue temporal es ahora el hogar de más de 170.000 personas, y para muchas de las personas que viven en el campamento, el acceso a la educación superior como estudiantes jóvenes refugiados parece inalcanzable.

“Después del bachillerato, no hay muchas opciones educativas para la población refugiada”, afirma Diing. “Hay retos como el acceso al inglés, que puede afectar tu capacidad para obtener mejores calificaciones en los exámenes o rellenar solicitudes”.

Diing superó estas barreras por sí misma con la ayuda de un programa educativo con sede en Ruanda que empezó a reclutar estudiantes de Kakuma. Consiguió una beca en la Universidad George Washington de Washington D. C. y, un par de años después se graduó en ingeniería de sistemas.

Sin embargo, el programa que ayudó a Diing a reforzar su solicitud de ingreso en la universidad y a conseguir una beca dejó de aceptar estudiantes de Kakuma durante la pandemia de COVID-19. De repente, su pasión adquirió un enfoque aún más nítido: aumentar el acceso de la población refugiada a la educación superior y ayudar a otras personas a conseguir lo que ella ha logrado.

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El talento está en todas partes, pero el acceso y las oportunidades no

La educación superior  – que en Estados Unidos incluye universidades, colegios comunitarios y escuelas de formación profesional – es una herramienta para abrir oportunidades que cambian la vida, la autosuficiencia y la seguridad general de las personas que tienen acceso a ella. Y para los estudiantes refugiados como Diing, el acceso a la educación superior también puede significar seguridad a largo plazo y la oportunidad de construir una nueva vida.

Para muchas personas refugiadas, como las de Kakuma, la educación superior suele estar fuera de su alcance. De acuerdo con ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, solo el 6 por ciento de la población refugiada de todo el mundo tiene acceso a ella, en claro contraste con el 40 por ciento del resto de la población. El mes pasado, gobiernos, empresas, universidades, refugiados y organizaciones de la sociedad civil se reunieron en el Foro Mundial sobre los Refugiados para comprometerse a ampliar el acceso de los refugiados a la educación superior, con el objetivo de alcanzar el 15 por ciento en 2030. Personas, instituciones y países ya están dando un paso adelante para cumplir este compromiso.

Infografía que representa 23 figuras humanas en blanco con solo 1,5 de color amarillo para representar el 6 por ciento de los refugiados que tienen acceso a la educación superior, mientras que, a continuación, 10 de las 23 figuras son amarillas para representar el 40 por ciento de la población no refugiada que tiene acceso

Ayudar a otros a acceder a la educación superior

Diing Manyang cofundó Elimisha Kakuma, “Educar a Kakuma” en swahili, un programa que ayuda a la población refugiada de Kakuma con orientación universitaria, incluidos conocimientos de inglés, cómo solicitar asistencia universitaria y financiera, tutoría y apoyo académico. Muchos estudiantes van a la universidad en Estados Unidos. Ella y sus otros cofundadores  – Dudi Miabok, quien creció en Kakuma y ayudó a construir el centro de Elimisha Kakuma, y Mary Maker, Embajadora de Buena Voluntad de ACNUR – llevan tres años capacitando a estudiantes refugiados.

"No se trata de una falta de capacidad o de voluntad por parte de las personas refugiadas, sino de una falta de oportunidades y de conocimientos sobre el proceso complejo de una solicitud de admisión a la universidad".

Diing Manyang

“Queríamos asegurarnos de que un mayor número de estudiantes tuvieran las oportunidades que tuvimos nosotros, en lugar de detenernos”, explica Diing. Junto con sus cofundadores, Diing se basa en sus experiencias personales para superar las barreras de la educación superior. Por ejemplo, Elimisha Kakuma entiende que las personas refugiadas, que han huido de la violencia, la guerra y la persecución, pueden no tener todos sus expedientes académicos. Para algunos estudiantes, sus escuelas secundarias han sido destruidas durante el conflicto. No tener documentos de viaje suele ser un obstáculo o un retraso para los estudiantes, incluidos quienes obtienen becas. La realización de exámenes de inglés, a menudo exigidos a los estudiantes nacidos en el extranjero por las universidades estadounidenses, también puede ser un obstáculo para las personas refugiadas debido al costo y al acceso a los lugares donde se realizan los exámenes.

Profesores, mentores y consejeros de Elimisha Kakuma ayudan a estudiantes refugiados a encontrar soluciones. Ayudan a las universidades a entender por qué los estudiantes potenciales pueden no tener todos los documentos requeridos. Ofrecen alternativas, como el examen en línea Duolingo, ampliamente reconocido, para certificar la comprensión del inglés.

Los estudiantes de Elimisha Kakuma han ido a la Universidad de California en Berkeley, al Dartmouth College y a la Universidad de Elmhurst, entre otras. Demuestran que no es la falta de capacidad o de ganas de las personas refugiadas, sino la falta de oportunidades y de conocimiento de procesos complejos lo que impide el acceso a la educación superior.

Elimisha Kakuma también apoya a estudiantes refugiados una vez que han llegado al campus.

“Sin esa persona u organización estudiantil que les ayude, puede resultar extremadamente duro y solitario”, afirma Diing.

Del campamento de refugiados de Kakuma a los campus universitarios de todo el mundo

En los campus estadounidenses, el éxito de los estudiantes refugiados depende tanto o más del compromiso de las instituciones de enseñanza superior.

La Universidad de Arizona ofrece las mejores prácticas para aceptar, apoyar y promover a estudiantes refugiados. Troy Campbell, Director Asociado para la Promoción de Iniciativas Estudiantiles, afirma que el compromiso de la universidad figura en sus estatutos. La institución “no se mide por a quién excluye, sino por a quién incluye y cómo triunfan”.

La iniciativa universitaria Education for Humanity (Educación para la Humanidad) colabora con socios de todo el mundo para combinar el aprendizaje digital y los programas de educación superior para refugiados. Un programa de inglés imparte clases en el campus y en lugares como el campamento de refugiados de Za'atari, en Jordania. Los departamentos universitarios también colaboran con organizaciones comunitarias que disponen de los recursos y los conocimientos adecuados para prestar atención a los refugiados, como asesoramiento sobre el estrés y apoyo a la salud mental.

En el día a día, Campbell responde a preguntas sobre finanzas, ayuda a los estudiantes a entender los documentos de viaje que necesitan para llegar a su primer semestre, les ayuda con los cambios de domicilio cuando consiguen alojamiento y pone a los estudiantes en contacto con servicios dentales. En su opinión, ayuda con “cualquier cosa que pueda causar estrés” a los estudiantes refugiados, ya que son elementos importantes para que tengan éxito en su vida personal, académica y luego profesional.

La educación superior ofrece potencial y poder, especialmente para los estudiantes que se han visto forzados a huir de sus hogares. Personas como Diing Manyang, organizaciones como Elimisha Kakuma e instituciones como la Universidad de Arizona lo saben bien y trabajan para transformar la vida de más personas refugiadas.

“No solo estamos influyendo en las generaciones actuales, sino también en las futuras y en las pasadas”, afirma Campbell.