Declaración del Alto Comisionado en París en relación con el conflicto en Sudán
Declaración del Alto Comisionado en París en relación con el conflicto en Sudán
La guerra en Sudán ha desatado una de las crisis humanitarias y de desplazamiento de mayor proporción en el mundo. Aun así, sigue siendo trágicamente ignorada.
Por tanto,
estimado ministro,
estimada ministra,
comisionado,
Muchas gracias por haber organizado este encuentro.
La guerra que estalló hace un año ha destruido vidas e infraestructura. Cerca de nueve millones de personas han sido desarraigadas por la violencia, el incumplimiento flagrante del derecho internacional humanitario y el hecho de que las partes buscan, desastrosamente, una solución militar.
Desde mi punto de vista, según la organización que represento, no cabe duda de que, sin un alto el fuego, si las partes y sus colaboradores no se esfuerzan por restablecer la paz, si no se cuentan con fondos para financiar la respuesta, si no mejora el acceso humanitario (tanto en las fronteras como en las líneas de combate), sin importar la persistencia ni la valentía de las agencias humanitarias, el número de personas que necesitarán asistencia continuará creciendo; además, las personas que han sido desplazadas al interior de Sudán terminarán por convertirse en refugiados.
Se sumarán a los casi dos millones de personas que han huido y continúan huyendo a países vecinos, que, si bien han abierto sus fronteras, deben lidiar con las cifras, la logística, las amenazas a la seguridad y comunidades de acogida empobrecidas; al mismo tiempo, deben hacer frente a sus propios desafíos. Todo esto lo hacen por su cuenta, con muy poca ayuda de la comunidad internacional.
La generosidad de los países con los que Sudán comparte frontera no debe darse por sentada. Además, no bastan los compromisos internacionales que hemos escuchado reiteradamente.
Les ruego no decir que algunas cuestiones tienen más prioridad que otras. Ya lo sabemos, pero no puede ser una excusa.
Este descuido, por cierto, es miope, ya que profundiza el sufrimiento de las personas afectadas por aquellos que ignoran a su propia ciudadanía: estas personas deben vivir con el trauma provocado por bombardeos, violaciones, hambre y falta de servicios. En ese sentido, si bien la financiación no puede evitar que la situación continúe agravándose (solo la paz lo hará), innegablemente será de gran ayuda. En el último año hemos visto que el número de personas que ha llegado a Europa desde Sudán creció un 500%. Quizás, esto sea apenas el inicio.
Permítanme concluir con una observación personal.
Mi trayectoria en la ONU empezó en Sudán, hace 36 años. Viví ahí cuando era joven, entre personas comunes. Aprendí a valorar su hospitalidad, su moderación y su honradez.
Esta guerra también está destruyendo a la clase media urbana, que ha sostenido a Sudán durante décadas aun con la inestabilidad política y la mala gobernanza. Pude verlo con mis propios ojos cuando estuve ahí en febrero.
Me permito hacer eco de lo que, con gran elocuencia, dijo Shaheen hace rato: ¿qué quedará del país tras el desplazamiento y la destrucción de la sociedad civil y de la clase media? ¿Quién se encargará de reconstruirlo?
Debe prevalecer la paz antes de que sea demasiado tarde. Algunos de ustedes pueden influir sobre una u otra parte; usen ese poder para acabar con la guerra, no para prolongarla. Les ruego que hagan todo lo que esté a su alcance para lograrlo.
Muchas gracias.