En Burkina Faso, a través de la educación, la “Madre del Sahel” aviva la esperanza de niñas y niños desplazados por la fuerza
En Burkina Faso, a través de la educación, la “Madre del Sahel” aviva la esperanza de niñas y niños desplazados por la fuerza
Ella y sus hermanas fueron las primeras mujeres de la familia en ir a la escuela. Todas aprovecharon la oportunidad. Así, Maimouna descubrió el poder que tiene la educación. “Considero que mi vida cambió por haber recibido educación. Lo veo así porque me formé, y porque la vida de mi familia también cambió”, aseveró.
Maimouna estudió mercadotecnia a nivel universitario. Sin embargo, en lugar de construir una trayectoria en su campo, se comprometió a cambiar la vida de otras personas a través de la educación; así, aviva la esperanza... y, quizás, logre consolidar la paz en su país, que ha sido duramente golpeado por el conflicto. “Creo que la educación es el instrumento más poderoso para cambiar el mundo”, recalcó.
Conflictos y desplazamiento
Burkina Faso ha estado sumida en violentos conflictos e inestabilidad política desde 2016. En consecuencia, más de dos millones de personas han sido desplazadas por la fuerza dentro del país y más de 200.000 han cruzado la frontera con los países vecinos, lo cual las convierte en refugiadas. Aun haciendo frente a estos desafíos, Burkina Faso ha dado acogida a casi 41.000 personas refugiadas y solicitantes de asilo que provienen, sobre todo, de Malí. El 60% de esta población se ha establecido en la región del Sahel, que comparte frontera con Malí y Níger.
Maimouna vive en el Sahel, una región que se ha visto particularmente afectada por la crisis de desplazamiento: un gran número de personas desplazadas internas ha llegado a Dori, la capital del Sahel. Considerando que ha dado acogida a personas refugiadas de Malí, la sobrepoblación se hace presente en Dori.
Cuando las personas desplazadas – mujeres, niñas y niños componen la mayor parte – empezaron a llegar a Dori, Maimouna se preguntó: “¿Cómo avivar la esperanza de estos niños y cómo lograr que las mujeres vivan en condiciones dignas?”.
En respuesta a la interrogante, en 2020, Maimouna y dos de sus hermanas constituyeron la organización Women for the Dignity of the Sahel (Lucha femenina por la dignidad en el Sahel), con el propósito de cubrir la matrícula de niñas y niños desplazados, así como ofrecer capacitación a las mujeres desplazadas.
Maimouna recaudó fondos, sumó esfuerzos e instó a que otras personas la acompañaran de manera voluntaria. Desde entonces, con el programa One Child, One Sponsor (Un niño, un patrocinador), patrocinadores individuales cubren la matrícula de niñas y niños en situación de vulnerabilidad; más de 120 niñas y niños se han inscrito en el programa tan solo en este curso académico.
Los patrocinadores no se limitan a cubrir la matrícula. Si bien sus bagajes varían, todos están dispuestos a ser amables, a brindar apoyo psicosocial y a hacer donaciones en efectivo. Maimouna busca que nazca una relación entre los patrocinadores y los niños; así, dice ella, ambas partes se benefician.
“No sé si conocen ese sentimiento... O sea, cuando sabes que una persona que había caído en la desesperanza por encontrarse en una situación que parecía inmutable y difícil de resolver ahora ve otras posibilidades”, dijo Maimouna, con una enorme sonrisa en el rostro. “Por la labor que realizo, ese sentimiento me invade todos los días... Y eso me hace sentir útil; también me lleva a pensar que podemos lograrlo, siempre y cuando seamos perseverantes”.
“No me considero una heroína”, añadió. “Simplemente soy una persona que lucha por lo que cree. Pienso que no hace falta hacer demasiado para cambiar el mundo, sino que el cambio empieza en lo individual”.
La Madre del Sahel
Maimouna es una mujer alta que adora los vestidos coloridos y los chitenges – una especie de turbantes – que combinan con ellos. Si bien tiene apenas 28 años, por la labor que realiza se le conoce como Maman Sahélienne, es decir, la “Madre del Sahel”. Para reconocer su compromiso con la educación de la niñez desplazada en Burkina Faso, Maimouna ha sido seleccionada como ganadora del Premio Nansen para los Refugiados de 2024 para África.
“La educación es una de las mejores vías para combatir el extremismo y la violencia que lo acompaña, la falta de cohesión social y la ausencia de paz, que nacen de la ignorancia”, aseguró. “Espero que los hijos del Sahel abandonen las armas (sin importar cuáles sean sus convicciones), que recapaciten y que comprendan que los ancestros tienen razón cuando dicen que el fuego no se extingue con más fuego y que, si bien el proceso será lento, el desarrollo es posible”.
Además de trabajar a favor de niñas y niños, la organización de Maimouna ayuda a las mujeres desplazadas a adquirir las habilidades necesarias para abrir pequeños negocios que les permitan obtener ingresos suficientes para que sus hijas e hijos vayan a la escuela; también para que puedan satisfacer sus propias necesidades.
“Pienso que no hace falta hacer demasiado para cambiar el mundo, sino que el cambio empieza en lo individual”.
Hay quienes consideran que quizás no existe solución alguna a la multifacética crisis en Burkina Faso; sin embargo, Maimouna no está de acuerdo. “Siempre he sido una soñadora”, comentó. “Mis metas siempre han sido ambiciosas; incluso llegué a pensar que nunca las alcanzaría”.
Para explicar la convicción que tiene con respecto al hecho de que las soluciones a la crisis que atraviesa el país deben venir de su población, Maimouna citó un proverbio:
“La vida se acaba cuando un huevo se quiebra; sin embargo, cuando eclosiona, la vida apenas empieza”, compartió. “Estoy convencida de que, para que haya un cambio (o sea, para que mejore la situación en el Sahel), este debe empezar en la región, con el compromiso de sus hijas e hijos”.
"Siempre he sido una soñadora".