Un Pastor refugiado burundés en Mineápolis encuentra su camino a través de la fe
Un Pastor refugiado burundés en Mineápolis encuentra su camino a través de la fe
Durante casi dos décadas, Jean Pierre fue Pastor de personas refugiadas en Kakuma, un extenso complejo de campamentos en el caluroso y polvoriento norte de Kenia. Hace poco, mientras caían tormentas de nieve y las temperaturas bajaban del punto de congelación en Mineápolis, encendió una vela de adviento en la iglesia de Northwood, y recordó su largo viaje y su difícil pasado.
“Me hizo recordar aquellos años en los que estaba luchando”, comentó Jean Pierre. “Aquellos años era una persona sin nacionalidad, moviéndome por todas partes. Aquellos días me recordaron lo que hizo Jesús, porque empezó por la paz”. Pero primero hubo guerra.
“¿Por qué estoy aquí? ¿Qué puedo hacer?”
Jean Pierre nació en Ruanda de padres refugiados que habían huido de la violencia en la vecina Burundi, y que se vieron forzados a huir de nuevo durante el genocidio ruandés de 1994, estableciéndose finalmente en Kakuma.
Estas experiencias pusieron a prueba su fe cristiana. “Tenía muchas preguntas”, contó. “Si Dios existe, ¿por qué mueren personas inocentes? ¿Por qué mueren niños inocentes? ¿Por qué yo?”. Cuando vio llegar a Kakuma a otras personas de toda la región que huían de diversos conflictos, las preguntas que se hacía empezaron a cambiar. “Me di cuenta de que probablemente estoy aquí en Kakuma por una buena razón. Así que tuve que empezar a encontrar [respuestas]. ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué puedo hacer?”.
Durante los años en que fue Pastor en Kakuma, la personalidad cálida y acogedora de Jean Pierre fue su mayor fortaleza, lo que le permitió reunir a personas bajo un mismo techo, ofreciendo paz y esperanza a quienes habían sobrevivido a algunas de las peores cosas que podían pasar en el mundo.
Las creencias religiosas, insiste, desempeñan un papel complementario al de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, y otras organizaciones de ayuda. “Pueden dar comida, pueden dar cobijo, pueden dar todas esas otras cosas, pero cuando se trata del lado de la esperanza, la iglesia o las organizaciones religiosas son quienes pueden brindar esa esperanza”.
Al descubrir su propósito en Kakuma, Jean Pierre desempeñó un papel decisivo en la unión de más de 167 iglesias diferentes para crear la primera organización interreligiosa del campo, las Iglesias Unidas de Refugiados y Acogida. “Trabajábamos juntos por la paz”, afirma. “Compartir lo que Dios ha estado haciendo en nuestras vidas, compartir diferentes perspectivas, esa es la clave para dar esperanza a la gente”.
Fue a través de este trabajo que Jean Pierre conoció a Brian Doten, Pastor de la iglesia Northwood de Mineápolis, que estaba visitando Kakuma con la Asociación Internacional para los Refugiados, una organización cristiana sin fines de lucro que apoya a las personas desplazadas por la fuerza.
“Inmediatamente me di cuenta de que el Pastor Gatera era un líder. Tenía un aire especial”, comentó Brian. “Es quien es, tanto en público como en privado. Eso es lo que buscan las personas: líderes auténticos”.
Un nuevo comienzo
Después de largos años de espera, Jean Pierre y su familia fueron reasentados en Estados Unidos. La congregación de la Iglesia de Northwood se movilizó para ayudarles, recogiéndoles en el aeropuerto, ayudando a las hijas de Jean Pierre a instalarse en sus nuevas escuelas y enseñándole a conducir un auto en las carreteras a veces congeladas.
“Ahora forman parte de nuestra iglesia. No son solo una familia de refugiados, sino que forman parte de la vida de la iglesia de Northwood”, afirma Brian.
A pesar de todos los cambios en su propia vida, Jean Pierre sigue comprometido con la misión de unir a las personas en la fe. “Todos necesitan protección, todos necesitan una comunidad, todos necesitan oportunidades”, declaró Jean Pierre.
Joshua Mahuta, miembro de la congregación, aseguró que Jean Pierre ha sido un gran apoyo, especialmente en los momentos difíciles. El Pastor le decía: “Espera y ten paciencia. Todo llegará. Solo debes tener fe. Sigue perseverando en cualquier situación”. Para Joshua, sus palabras son inspiradoras y, añade, las pronuncia con alegría. “Siempre está riendo, ¡todo el tiempo!”.
De Burundi a Ruanda, a Kenia y finalmente a Minnesota, a Jean Pierre lo mueven la esperanza, la fe y el propósito. “Encender la vela y leer las escrituras me recordó que sigo teniendo una gran responsabilidad porque hay muchas personas que sufren y necesitan ayuda, en diferentes partes del mundo”, señaló. “Me hace seguir adelante”.