Declaración del Alto Comisionado en la Conferencia de Bruselas sobre Siria
Declaración del Alto Comisionado en la Conferencia de Bruselas sobre Siria

Muchas gracias, presidente.
Año tras año he estado en este foro para abogar por la población de Siria, sobre todo por los millones de personas que durante catorce años han sido forzadas a abandonar su hogar (13 millones de ellas – incluidos los cinco millones de refugiados que permanecen fuera de Siria – no han podido volver a su lugar de origen).
Año con año he solicitado más apoyo para los países que han dado acogida a las personas sirias refugiadas a pesar de la disminución de los recursos internacionales: Jordania, Líbano Türkiye y otros, que han cumplido con el compromiso de brindar protección y asistencia hasta que los refugiados puedan volver a su lugar de origen de manera voluntaria y en condiciones seguras, según el programa que se conoce como 3RP.
Los retornos se han convertido en una posibilidad desde el 8 de diciembre.
Más de un millón de sirios ha vuelto a su lugar de origen desde esa fecha: 350.000 personas estaban en países vecinos y muchas más al interior de Siria. Se espera que el número de retornos aumente considerando que la primavera está por llegar, que el Ramadán está por finalizar y que se acerca el cierre del curso académico. Las encuestas llevadas a cabo recientemente por ACNUR sugieren que el 80% de los refugiados esperan volver a su lugar de origen en algún momento; concretamente, un 27% expresó que desea hacerlo en el transcurso del año próximo (este porcentaje ha incrementado en las últimas semanas).
En el marco operativo sobre retornos que ACNUR publicó en febrero y que ahora hace parte de un plan de acción mucho más amplio de las Naciones Unidas se estima que alrededor de 3,5 millones de personas sirias – tanto refugiadas como desplazadas internas – podrían retornar en los próximos meses.
Seré muy claro: ACNUR no está promoviendo los retornos. De hecho, es importante que todos los países que han dado acogida a personas sirias refugiadas actúen con mesura: es muy pronto para eliminar las salvaguardas de protección. En ese sentido, aplaudo la postura de varios Estados miembros de la Unión Europea y de la Comisión Europea, que va en esa misma línea.
Al respecto, habría que permitir que las personas sirias refugiadas vuelvan de visita a su país sin temor a perder su condición de refugiados, ni el acceso a los derechos y a la ayuda que eso conlleva en los países de asilo. Eso les permitirá tomar decisiones informadas en relación con un retorno permanente.
La realidad es que muchos sirios están optando por el retorno, así que debemos apoyarlos con información, documentación, transporte y pequeñas subvenciones.
De cualquier forma, el mayor desafío, que es también el más apremiante, es lograr que los retornos sean sostenibles; es decir, cómo garantizar que al retornar las personas cuenten con lo mínimo indispensable (en particular, alojamiento, electricidad, agua, saneamiento, educación y empleo, o sea, oportunidades para imaginar un futuro en Siria para ellas mismas y sus familias), y cómo garantizar su seguridad y que se respeten sus derechos porque las oportunidades no existen en un contexto inseguro.
Si no logramos ayudarles a permanecer en Siria, no cabe duda de que el resultado será desastroso: no solo no habrá más retornos, sino que quienes consiguieron retornar – y posiblemente no solo esas personas – se desplazarán nuevamente.
Son de suma importancia los compromisos que hemos escuchado de la Unión Europea y de otras partes; espero que escuchemos más compromisos similares. Sin embargo, por estos días, en algunos países europeos y en otras latitudes el debate está dando prioridad a la seguridad por encima de la asistencia.
Es innegable que la seguridad es importante; sin embargo, con demasiada frecuencia se plantea que hay que sacrificarla para proporcionar asistencia humanitaria. Esto no solo es moralmente reprobable, sino que también constituye un grave error estratégico porque la asistencia abona a la estabilidad (en Siria, en los países vecinos, en Europa y más allá). La prueba está, precisamente, en los movimientos poblacionales.
Por lo tanto, hay que considerar las consecuencias que tiene optar por suspender la asistencia, algo que están haciendo muchos de ustedes. La estabilidad en Europa se vincula con la seguridad de las personas sirias. El 2015 no es una época lejana.
Ahora, con un panorama mucho más prometedor para la población siria, estamos en una encrucijada.
Por un lado, la postura cómoda de siempre, o sea, la timidez, las medidas que se quedan cortas, las largas declaraciones, la falta de acciones y un discurso que se repite: “los recursos son insuficientes”.
Por otro lado, una vía mucho más compleja que conlleva asumir riesgos calculados: invertir aún más en la recuperación temprana, levantar las sanciones para que reinicien las inversiones y el crecimiento, y brindar asistencia humanitaria vital. En el contexto actual me he dado cuenta de lo que ello implica… De cualquier forma, esa es la vía si verdaderamente nos interesa encontrar soluciones en favor de Siria y de las personas sirias refugiadas, y para no tener que desembolsar mucho más dinero más adelante.
Para concluir, quisiera sumar mi voz a las muchas que se han pronunciado antes que yo para decirle, respetuosamente, al Gobierno interino de Siria: como bien saben, la seguridad de la población del pueblo sirio empieza con ustedes. Apoyaremos sus importantes declaraciones en cuanto a construir un país en el que todas las personas puedan participar en la edificación de un futuro común.
Muchas gracias.