Palabras del Alto Comisionado en la clausura de las Reuniones del Funcionariado de Alto Nivel
Palabras del Alto Comisionado en la clausura de las Reuniones del Funcionariado de Alto Nivel
Me uno al embajador Jürg Lauber para agradecer a todas las personas que han hecho posible todo esto.
Y, en primer lugar, no solo a todos los participantes, que tanto han contribuido, sino también al Secretariado de estas reuniones.
Quisiera agradecer a Gillian Triggs, la Alta Comisionada Auxiliar para la Protección, quien nos acompaña en esta sala y ha aportado un liderazgo constante durante todo el proceso. Me uno a Jürg para agradecer a Perveen Ali, y, por supuesto, también a Ellen Hansen, aquí a mi lado, y a sus equipos por el fantástico trabajo que han realizado.
Agradezco a los intérpretes, a los colegas de TI: esta fue una reunión virtual con cientos de personas, por lo que realmente tuvieron que hacer milagros.
Agradezco a los países co-convocantes que estuvieron con nosotros en el podio y, por supuesto, a nuestros coanfitriones suizos por su sobresaliente apoyo y flexibilidad cuando tuvimos que migrar a la modalidad virtual hace un par de días. Contaremos con eso, es decir, con todo el apoyo (no con estar en línea), cuando comencemos a planificar el Foro Mundial sobre los Refugiados dentro de dos años.
La participación ha sido extraordinaria. Estimamos que más de 1.300 personas han participado y nos han acompañado en línea durante los últimos dos días. No tenemos todas las estadísticas, pero estimamos que alrededor de 130 personas refugiadas han participado, principalmente en línea. Esto es realmente extraordinario: un gran salto en comparación con el Foro Mundial sobre los Refugiados y una respuesta a su propio estímulo para que participen más, al igual que el sector privado, las ONG, los grupos confesionales, las redes de ciudades, las agencias de Naciones Unidas y, por supuesto, los Estados y sus representantes.
Sentado aquí, en este podio, durante dos días sin parar, a pesar de la virtualidad sentí la presencia de una energía real en esta gran sala virtual. Coincido con Jürg en que hubo una actitud de “poder hacer” que realmente dio una dimensión concreta a la reunión. Quedé muy impresionado por mucho de lo que escuché en términos del avance logrado, a pesar de todos los desafíos, en los tres años desde el Pacto y en los dos años desde el Foro. Espero que ustedes sientan lo mismo. Si no están convencidos, consideren las declaraciones de los países de acogida. Dos años después del Foro, escuchamos hasta el último minuto, hasta la última intervención, exposición tras exposición, versiones actualizadas de los compromisos adquiridos dos años atrás.
Por supuesto, el llamado de los países de acogida es muy claro: necesitan mejores recursos, necesitan más ayuda humanitaria y de desarrollo. Pero también es alentador lo que escuchamos de los donantes: que la responsabilidad compartida, desde su punto de vista, también está prosperando. Sí, por supuesto, siempre tenemos que hacer más financieramente, pero también en materia de política pública, en términos de apoyo práctico. Piensen en las promesas hechas al Asylum Support Group, donde en realidad se trata de construir sistemas de asilo en todo el mundo.
Recordemos lo que ha manifestado el sector privado en sus varias intervenciones. Lego, Vodaphone, Manpower, Uniqlo, la Coalición Amahoro y muchos otros han destacado los conocimientos especializados que poseen y lo que pueden aportar. Además, volviendo a lo que dijo el representante de Manpower, han destacado el por qué. Escuchar al sector privado decir “Porque es lo correcto”, haciendo eco de mis comentarios de apertura, fue algo muy reconfortante.
Se anunciaron algunas iniciativas nuevas, impulsadas durante los últimos días, lo cual es muy importante. Lanzamos una estrategia para la sostenibilidad ambiental en nuestras respuestas. De igual forma, creamos un Fondo de Protección Ambiental para Personas Refugiadas. Por su parte, la Corporación Financiera Internacional – los escuchamos hablar en el último panel junto con nosotros – lanzó una iniciativa conjunta sobre Soluciones del Sector Privado para las Personas Desplazadas y sus comunidades de acogida, una iniciativa muy importante que despegará en los próximos meses. Y, por supuesto, también lanzamos el Desafío de Educación Conectada para los Refugiados.
Esta no fue una conferencia de donantes ni estaba destinada a serlo. Pero al menos escuchamos – y este es el recuento de Perveen –50 compromisos adicionales, incluida la compatibilidad de promesas existentes entre donantes y anfitriones. Esto demuestra que seguimos comprometidos e involucrados, y seguimos edificando sobre el Foro Mundial sobre los Refugiados. También significa que el sistema de seguimiento y rastreo de compromisos que hemos implementado en los últimos años es eficaz para promover buenas políticas y la movilización de recursos.
No son solo estadísticas (1.400 compromisos), sino que se trata efectivamente de acción y concreción. La actitud de “poder hacer” produce resultados concretos en todos los campos. Como mencioné, las contribuciones financieras, la capacidad de asilo, el registro civil, la autosuficiencia – a través de la educación, la salud y otros servicios esenciales –, e incluso la apatridia obtuvieron algunas promesas de “efectos secundarios”, algo que me llena de satisfacción.
Me siento especialmente alentado por los compromisos adquiridos en el tema de reasentamiento. El reasentamiento es el compromiso no financiero más visible de distribución de la responsabilidad, a la vez que beneficia a las personas refugiadas más vulnerables. Disminuyó durante años, pero apunta hacia arriba de nuevo. Mantengámoslo en el buen camino.
Recuerdo que, en el Foro hace dos años, el Secretario General habló acerca de compartir la responsabilidad y, como saben, habló en calidad de experto, como mi predecesor. Dijo que compartir la responsabilidad no puede establecer una división entre quienes acogen y quienes pagan. Debe haber una verdadera responsabilidad compartida. Es por eso que enfaticé este punto en mi discurso de apertura. De hecho, lo tuiteé esta mañana. Preservar la protección y defender el derecho de asilo es el primer y más importante gesto de responsabilidad compartida. No podemos permitir que se erosione.
Por otra parte, quiero hacer eco de un punto planteado, creo, por los Países Bajos, pero también repetido por otros: no se trata solo de los principales países de acogida y principales países donantes, sino que necesitamos que otros se sumen. Necesitamos que todos los miembros de las Naciones Unidas vengan y apoyen este esfuerzo. Todos podemos compartir esa responsabilidad.
Y aquí quiero hacer una mención particular a otros aspectos de los Estados, de los poderes públicos (las ciudades, por ejemplo) y de los gobiernos locales. Los hemos escuchado. Recuerden que están en primera línea así que enfrentan problemas prácticos y necesitan apoyo.
Entonces, a medida que avanzamos, debemos centrarnos en las brechas y los problemas críticos que ustedes han planteado: más cooperación para el desarrollo; más impulso hacia la adaptación local; mayor acceso a la educación para personas refugiadas, especialmente al nivel secundario; más oportunidades de medios de vida en este entorno COVID (incluso para las comunidades de acogida). Hablé sobre reasentamiento e inversiones en la consolidación de la paz (lo escuchamos hoy) y sobre creación de condiciones para retornos seguros y voluntarios. Mucho de esto, si no es que todo, coincide con las prioridades de mi organización. Estamos por publicar la segunda versión (cinco años después de la primera) de nuestras direcciones estratégicas, y muchos de los puntos son los mismos.
El Cardenal Czerny, de la Santa Sede, recordó las palabras del Papa Francisco cuando estuvo con las personas refugiadas en Lesbos, hace apenas unos días. Antes de terminar, quiero citar una frase que el cardenal pronunció en aquella ocasión. Cito al Papa Francisco, quien dijo: “Combatamos de raíz la mentalidad dominante que gira en torno a nosotros mismos, a nuestro propio interés (personal y nacional), y se convierte en la medida y el criterio de todo”. Y no se me ocurre mejor cita para cerrar esta reflexión.
Es difícil el contexto en el que prepararemos y llevaremos a cabo el Foro Mundial sobre los Refugiados en dos años (y, cabe esperar, con nuevos compromisos). No debemos hacernos ilusiones al respecto: es políticamente difícil y será económicamente difícil por las consecuencias de la pandemia. Pero el sentimiento que me llevo, al haber estado con todos ustedes estos últimos días, es que, si trabajamos juntos, podemos marcar una diferencia en la vida de las personas, en la vida de las personas que han sido desarraigadas y en la vida de quienes generosamente siguen acogiéndolas, sobre todo en los países más pobres.
Y creo que nuestro esfuerzo tiene dos fundamentos. El primero es que debemos concentrarnos para tratar de lograr una verdadera responsabilidad compartida, que no es un concepto abstracto. Solo puede lograrse mediante un conjunto de medidas concretas. Hemos escuchado muchas, pero necesitamos más.
El segundo fundamento, siguiendo el espíritu de lo que dijeron el Papa Francisco y muchos otros, es que necesitamos hacer esto con un espíritu de solidaridad. Dar prioridad a las personas, por encima de la política, porque, sin solidaridad, no habrá responsabilidad compartida. Pero, sin una responsabilidad compartida significativa, no lograremos la solidaridad. Entonces esta doble vía no es fácil, pero es lo que tenemos por delante en los próximos años. Así que avanzaremos por esos dos caminos y, si así lo hacemos, si lo logramos, si acudimos al Foro Mundial sobre los Refugiados – presumiblemente en diciembre de 2023 – con una mayor responsabilidad compartida, con más espíritu de solidaridad, quizás no habremos logrado todo, pero sí mantendremos viva la esperanza. Y esto es lo que más nos importa, pero es aún más significativo para las personas en situación de movilidad humana.
Gracias a todos.