Capacitación y formación técnica y vocacional

La capacitación y formación técnica y vocacional (TVET, en inglés) abarca formación, capacitación y desarrollo de habilidades relacionadas con un amplio rango de áreas profesionales, productivas, del sector de servicios y de medios de vida. No se limita a la niñez ni a la juventud, sino que incluye también el desarrollo profesional, así como la adquisición y actualización de habilidades y conocimientos de personas adultas. La inclusión de la juventud refugiada en cursos de capacitación y en diplomados formales y oficiales le abrirá espacios de aprendizaje seguros, contribuirá a la cohesión social y fomentará la autosuficiencia.

La estrategia educativa de ACNUR, Educación para las poblaciones refugiadas para el año 2030, hace hincapié en la importancia de permitir que la población estudiantil encamine sus estudios hacia futuros sostenibles. La mejora del acceso a oportunidades de capacitación y formación técnica y vocacional desempeña un papel fundamental en el apoyo que reciben las personas refugiadas para adquirir las habilidades que requiere el mercado; además, les permite llevar vidas plenas e independientes.

En el Foro Mundial sobre los Refugiados de 2019, veintiséis compromisos – incluidos aquellos adquiridos por diez Estados – se enfocaron en la ampliación y la mejora del acceso de las poblaciones refugiadas a la capacitación y formación técnica y vocacional. Apoyar a las personas refugiadas y a las comunidades de acogida en el fortalecimiento de las habilidades y de los perfiles que busca el mercado laboral permite transitar de la educación a un mundo de trabajo digno; de manera que las personas refugiadas y desplazadas podrán cubrir las necesidades de sus familias mientras utilizan sus habilidades y talentos para retribuir a las comunidades de acogida.

Para ampliar el alcance de las estrategias basadas en evidencia para la inclusión de las personas refugiadas en la capacitación y formación técnica y vocacional, ACNUR y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la Corporación Alemana para la Cooperación Internacional (GIZ, en alemán) y Finn Church Aid están llevando a cabo un estudio que busca identificar modelos probados en el terreno para ampliar o crear iniciativas que incluyan a las personas refugiadas en programas oficiales de capacitación y formación técnica y vocacional. El estudio cubre los programas de capacitación y formación técnica y vocacional en Etiopía, Jordania, Kenia, Uganda y Sudán; además, se espera que arranque en abril de 2021.

Con base en la experiencia derivada de estos programas y con el objeto de facilitar el acceso a instituciones nacionales que los ofrecen, ACNUR y sus socios promueven:

• iniciativas y programas que se basan en el mercado y que se dirigen a poblaciones estudiantiles refugiadas o pertenecientes a las comunidades de acogida;
• la expansión de opciones innovadoras creadas o mejoradas durante la respuesta a la COVID-19, tales como trabajo virtual y oportunidades virtuales o semipresenciales de capacitación y formación técnica y vocacional;
• la inclusión sostenible de las personas refugiadas en programas nacionales de capacitación y formación técnica y vocacional con la participación de los ministerios competentes y en congruencia con los planes nacionales de desarrollo;
• la incidencia para garantizar que las políticas públicas y los marcos normativos nacionales incluyan a las personas refugiadas y desplazadas por la fuerza en los servicios de capacitación y formación técnica y vocacional, lo que incluye la transición al campo laboral una vez concluidos los programas de estudio;
• la combinación de perfiles profesionales con cursos para la adquisición de habilidades básicas que permitan al estudiantado integrarse a cierto campo; y
• la inclusión de contenidos relativos al desplazamiento forzado, la construcción de paz y la cohesión social en los planes de capacitación y formación técnica y vocacional.

La capacitación y la formación técnica y vocacional son un pilar esencial de la hoja de ruta 15/30 de ACNUR, que consiste en lograr que, para 2030, el 15% de la juventud refugiada haya iniciado y concluido estudios superiores. Si se amplía el acceso a los programas oficiales de capacitación y formación técnica y vocacional, más personas refugiadas podrán formarse a nivel técnico o profesional, podrán prepararse para un futuro sostenible, y podrán retribuir a los países y comunidades de acogida.