Miles de libios huyen de los combates en el oeste hacia Túnez
Miles de libios huyen de los combates en el oeste hacia Túnez
ACNUR está siendo testigo de un aumento del número de refugiados libios que llegan a Túnez desde las regiones montañosas del oeste de Libia. El pasado fin de semana, unos 6.000 libios llegaron a la región de Dehiba, en el sur de Túnez. En total, se estima que 10.000 libios han cruzado a esta zona en los últimos 10 días.
Muchos de los recién llegados son familias procedentes de la norteña ciudad de Nalut, a unos 50 kilómetros de la frontera con Túnez. Nos han confirmado que las zonas montañosas del oeste sufren el asedio de las fuerzas gubernamentales desde hace un mes, y que la presión sobre la población civil aumenta día a día. Muchos de los llegados declararon que habían huido de sus casas por temor a los combates y bombardeos, que se han intensificado significativamente durante la semana. Según se informa, el conflicto se ha desplazado hacia Nalut. Desde la región de Dehiba se podían ver el lunes columnas de humo negro y oír las explosiones en Libia.
Los refugiados también contaron al equipo de ACNUR que les llevó unas cuatro horas el viaje en coche a través de las tortuosas montañas hasta llegar sanos y salvos a Túnez. En circunstancias normales, se tarda menos de una hora en ir desde Nalut a Túnez. Una vez en Túnez, estos refugiados se dirigieron al paso fronterizo oficial de Dehiba para registrar su entrada y legalizar su estancia.
Los refugiados libios abundan ahora en la ciudad fronteriza de Dehiba, donde el número de coches libios se ha triplicado en los últimos días. La mayoría de las familias recién llegadas (compuestas por una media de seis miembros) han encontrado refugio en comunidades locales o en casas de familias de acogida. Algunas también están siendo acogidas en edificios comunitarios o en alguno de los tres campos instalados por las autoridades locales, la Media Luna Roja de los Emiratos Árabes Unidos y ACNUR.
Esta misma mañana nuestro campo en Remada estaba acogiendo ya a casi 1.000 personas, y se están estableciendo más tiendas de campaña para responder a la creciente necesidad de cobijo. Se han instalado ya el agua, las letrinas, las duchas y la electricidad.
Por otra parte, en el este de Libia, el sábado llegó un barco desde Misrata a Bengasi que entre sus centenares de pasajeros transportaba a un grupo de 22 familias iraquíes – refugiados y solicitantes de asilo – que describieron a nuestro personal la terrible situación en Misrata, donde los misiles y las bombas a menudo golpean zonas residenciales de la ciudad. Los iraquíes elogiaron a las comunidades libias por haber compartido con ellos durante semanas su comida, agua y casas, y sobre todo por acompañarles hasta el puerto para tomar el barco que les llevaría a una zona más segura mientras tenían lugar los bombardeos. Los iraquíes también declararon que no querían abandonar a sus anfitriones libios, pero que la situación se había deteriorado demasiado como para poder continuar en Misrata. Se mostraron muy preocupados por el impacto psicológico de otro conflicto sobre sus hijos.
En Bengasi, las autoridades locales han registrado a 35.000 desplazados internos (IDP en sus siglas en inglés). Estimamos que el número puede aproximarse a las 100.000 personas, ya que se piensa que muchos residentes de la cercana Ajdabiyya han huido a Bengasi. Muchos de los desplazados internos libios están siendo acogidos por familias locales. Unos 6.000 viven en varios asentamientos en la ciudad. Además, se han identificado otros grupos de desplazados internos a lo largo de la costa de Bengasi a Tobruk. Esta semana enviaremos un equipo a la zona para dar asistencia a estas poblaciones desplazadas.
El creciente aumento en el número de refugiados y otros grupos desplazados por los combates en Libia está generando más presión a los organismos humanitarios, que se encuentran en una situación crítica de escasez de fondos. Dada la naturaleza cada vez más prolongada de los disturbios en Libia, a menos que se proporcione financiación de manera urgente, se tendrán que reducir una serie de programas de protección y de asistencia a lo largo de las zonas fronterizas y en el interior del país.