La población civil que huye de Sudán denuncia violaciones de los derechos humanos y violencia sexual
La población civil que huye de Sudán denuncia violaciones de los derechos humanos y violencia sexual
La población civil de Sudán sigue sufriendo una gran cantidad de violaciones de los derechos humanos, abusos y violencia sexual. De acuerdo con un nuevo informe de protección de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados.
A pesar del alto al fuego acordado y de los compromisos de las partes de respetar el derecho internacional humanitario, y dado el colapso de la situación de orden público y la criminalidad generalizada relacionada con ello, la población civil sigue corriendo un riesgo inminente de sufrir ataques: asesinatos, heridas, agresiones y robos, especialmente en las zonas de intensos combates en los estados de Jartum, Kordofán y Darfur.
Los informes de nuestros equipos de protección y sobre el terreno en los vecinos Chad, República Centroafricana, Egipto y Sudán del Sur también han descrito el terrible sufrimiento al que se enfrentan las mujeres y las niñas en Sudán. Mujeres y niñas que han huido del conflicto han denunciado incidentes terribles de violencia sexual, como violaciones, agresiones sexuales, explotación sexual y violencia física. Según los informes, estos incidentes son perpetrados por combatientes, delincuentes y traficantes contra civiles en Jartum y otras zonas, así como contra quienes se desplazan.
Además de las consecuencias duraderas para la salud física, sexual, reproductiva y mental, algunas supervivientes han llegado a países vecinos embarazadas como consecuencia de las violaciones. Aunque las mujeres y las niñas se ven desproporcionadamente afectadas por la violencia sexual, también se informa de que hay niños y hombres entre los supervivientes. Sin embargo, los servicios especializados siguen siendo limitados en los centros de tránsito y acogida.
Las mujeres también han reportado el riesgo de sufrir violencia de género como motivo de su huida de Sudán, temiendo por su seguridad personal y la de sus hijos. Algunas han denunciado que los combatientes saquean casas y agreden sexualmente a mujeres y niñas, mientras que otras han denunciado casos de acoso y explotación sexuales, incluso en los puestos de control o durante sus viajes para ponerse a salvo. Las adolescentes se enfrentan a un mayor riesgo de matrimonio infantil, ya que algunas familias se ven forzadas a recurrir a esta práctica nociva, al parecer en un intento de “protegerlas” de nuevos riesgos de violencia sexual, agresión o explotación.
Niñas y niños también siguen expuestos a un grave riesgo de sufrir daños físicos y psicológicos, en medio de informes sobre asesinatos, mutilaciones y reclutamiento de jóvenes en las fuerzas armadas en Sudán. Algunos han sido separados de sus familiares u otros cuidadores, o los han perdido, lo que los hace aún más vulnerables. Pueden sufrir graves consecuencias psicosociales y de salud mental por la experiencia del conflicto y la huida, con mayor riesgo de abandono, violencia y explotación en situaciones de desplazamiento. Privados de los sistemas de apoyo y atención de la familia y la comunidad, niñas y niños corren un riesgo aún mayor de ser víctimas de trabajos forzados, reclutamiento, tráfico o violencia de género, especialmente en Sudán Oriental.
Aunque ya existían redes de tráfico de personas antes del conflicto, sobre todo en el este de Sudán, los riesgos de trata y tráfico de personas están aumentando claramente. Esto puede deberse en parte a la falta de oportunidades alternativas para llegar a la frontera y a la urgencia de las personas por escapar de la inseguridad y las privaciones, lo que les obliga a recurrir a tomar rutas peligrosas. Las personas refugiadas que huyen de ciertas zonas, entre ellas Sudán Oriental, han denunciado que algunos traficantes están ajustando su manera de operar, cambiando las rutas para satisfacer la demanda y cobrando cantidades exorbitantes por los viajes a los países vecinos.
La terrible serie de violaciones de derechos humanos – incluidos los ataques y la violencia contra la población civil – debe cesar. Las mujeres, las niñas, los hombres y los niños que intentan acceder a seguridad, protección y asistencia dentro o fuera de Sudán deben poder hacerlo de forma segura y no discriminatoria. El acceso continuado y efectivo de los actores humanitarios, incluidas las ONG nacionales e internacionales, es también crucial para garantizar que la ayuda crítica pueda llegar inmediatamente a la población más vulnerable.
ACNUR reitera su llamamiento a todos los Estados para que mantengan sus fronteras abiertas a la población civil que huye de Sudán y eliminen cualquier impedimento a la entrada, con el fin de garantizar que las personas – incluidas aquellas que carecen de documentación – puedan acceder de forma efectiva a la protección y la asistencia, mitigar los riesgos de violencia y explotación adicionales y evitar que las personas tengan que recurrir a la ayuda de traficantes.
Para más información sobre este tema, favor de contactar:
- En Sudán, Assadullah Nasrullah, [email protected], +249 912 178 991
- En Nairobi (regional), Faith Kasina, [email protected], +254 113 427 094
- En Dakar (regional), Alpha Seydi Ba, [email protected], +221 773 457 454
- En Amán (regional), Rula Amin, [email protected], +962 (0)790 045849
- En Ginebra, Shabia Mantoo, [email protected], +41 79 337 7650
- En Ginebra, Olga Sarrado, [email protected], +41 797 402 307
- En Ginebra, Eujin Byun, [email protected], +41 79 747 87 19
- En Nueva York, Kathryn Mahoney, [email protected], +1 347 574 6552
Nota para los medios:
Después de dos meses de conflicto, más de 470.000 personas han huido de Sudán. Más de la mitad, alrededor del 56 por ciento, son mujeres y niñas. En Chad y la República Centroafricana, el 90 por ciento de las personas refugiadas que han llegado son mujeres, niñas y niños.
En los países vecinos, como Egipto, Chad, Sudán del Sur, la República Centroafricana y Etiopía, que acogen a las personas recién llegadas de Sudán, ACNUR les brinda, a través de sus socios, servicios y apoyo que salvan vidas, como asistencia médica, apoyo psicosocial y otro tipo de asistencia de emergencia. En algunas zonas, se están estableciendo espacios seguros para mujeres y niñas, así como centros de atención y centros adaptados para la niñez, que tienen horarios específicos para mujeres y niñas, y hombres y niños, respectivamente, con el fin de que todos puedan acceder a los servicios contra la violencia de género, dado que los varones también pueden haber sido víctimas de violaciones.
En los países vecinos, ACNUR y sus socios están trabajando para reforzar las intervenciones de prevención, mitigación y respuesta a la violencia de género, promoviendo el liderazgo de las mujeres y niñas refugiadas. Los especialistas en violencia de género de ACNUR también han sido desplegados en lugares clave y están apoyando la ampliación de los servicios de calidad contra la violencia de género y contribuyendo a los esfuerzos de fortalecimiento de capacidades, realizando también un mapeo de los servicios de violencia de género y actualizando las vías de derivación para garantizar el acceso oportuno a los servicios para todos los sobrevivientes. ACNUR también lidera la coordinación interinstitucional en materia de violencia de género en los asentamientos de refugiados.
Aunque ACNUR sigue movilizando medios de protección y asistencia dentro de Sudán y en los países vecinos, los recursos son escasos, a pesar de las crecientes necesidades humanitarias. A la fecha, se ha recibido menos del 9 por ciento de los fondos dedicados a necesidades por un total de 253,9 millones de dólares (USD) para apoyar la respuesta humanitaria de ACNUR dentro de Sudán y en países vecinos como Chad, Egipto, Sudán del Sur, República Centroafricana y Etiopía.