Palabras del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados en la Reunión Ministerial de la Declaración de Los Ángeles sobre Migración y Protección
Palabras del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados en la Reunión Ministerial de la Declaración de Los Ángeles sobre Migración y Protección
Señor Presidente,
Ministros y Ministras,
Distinguidos delegados,
Señores y Señoras,
Muchas de las intervenciones que me precedieron subrayaron la magnitud y complejidad de la movilidad humana en la región. A finales de 2023, la región acogía más de 23 millones de personas desplazadas o que, de una u otra forma, necesitan protección internacional. No hace falta recordarles que las cifras son aún mayores ahora… ni hablar de los retos que esto representa; lo han mencionado muchos de ustedes.
La movilidad humana en la región no tiene precedentes en términos de cifras; también es multifacética en su naturaleza y excepcional en su complejidad: cientos de miles de personas refugiadas y migrantes de la región y de distintas partes del mundo utilizan las mismas rutas en todas las direcciones (de sur a norte, de norte a sur, y de un país en el sur a otro).
Se exponen a riesgos similares que atentan contra su vida, seguridad, integridad y dignidad, que incluyen peligros naturales, así como robos, extorsiones, trata de personas, violencia sexual y de género, desapariciones o, incluso, la muerte.
Se trata de mujeres, hombres, niñas, niños y adolescentes (o sea, son personas, algo que no debemos olvidar). No son cifras sin rostro, sino personas que, en realidad, buscan seguridad, protección y una vida mejor a lo largo y ancho de las Américas. He conocido personalmente a algunas de estas personas: ayer, aquí en Guatemala; hace unos días en Chile; y cuando estuve en Colombia hace algunos meses, pero también en Honduras, México, Estados Unidos de América y en muchos otros países de esta región.
Al igual que la geografía de este hemisferio, estamos todos interconectados… y debemos continuar trabajando de manera conjunta e integral.
Hace apenas dos años, aplaudí la adopción de la Declaración de Los Ángeles sobre Migración y Protección, que constituye un gran paso hacia una respuesta regional coordinada al desplazamiento forzado y la migración irregular, y que se basa en los principios de cooperación internacional, solidaridad, responsabilidad compartida y respeto de los derechos humanos.
Desde entonces, los gobiernos, diversas agencias de la ONU, organizaciones no gubernamentales, actores para el desarrollo, personas refugiadas y migrantes, la sociedad civil, el sector privado y las comunidades de acogida han estado construyendo un enfoque hemisférico integral, considerando qué puede hacerse para fortalecer la capacidad de diversos estados, así como ofrecer seguridad y oportunidades a las personas en los países de origen, tránsito, destino y retorno.
Debemos esforzarnos por atajar las causas subyacentes.
Hemos visto que los sistemas de protección y los esfuerzos de regularización han beneficiado a millones de personas a lo largo y ancho del continente, y pronto habrá más oportunidades.
Asimismo, hemos logrado movilizar el gran apoyo de las instituciones financieras y de desarrollo en favor de situaciones de desplazamiento forzado: se calculan USD 5.200 desde 2019 – esta cifra va en aumento – para promover la inclusión y beneficiar también a las comunidades de acogida.
Por otra parte, hemos colaborado en el fortalecimiento de otro tipo de soluciones, que incluyen construir o reconstruir oportunidades de reasentamiento y ofrecer otras vías regulares de admisión a cientos de miles de personas que las necesitan.
Estando aquí reunidos no podemos permitir que los desafíos opaquen los grandes logros que hemos alcanzado en los últimos años, sino que debemos partir de ellos y seguir poniendo en práctica el enfoque hemisférico que mencioné.
Resulta esencial redoblar esfuerzos en los países de origen para ayudar a garantizar que las personas en situación de riesgo – incluidas las personas desplazadas internas y otras en la comunidad – no se conviertan en refugiadas en el futuro.
Es necesario que, considerando las necesidades de protección, sigan ampliándose el reasentamiento y otras vías regulares dentro y fuera de la región como medidas para compartir responsabilidades.
No obstante, esto debe hacer parte de un conjunto de acciones que es necesario emprender para garantizar que las personas refugiadas tengan acceso al territorio, para construir sistemas de asilo justos y eficientes en los países de tránsito o de primer asilo, y para apoyar a los países de acogida. De igual forma, es imperativo que se tomen duras decisiones, que incluyen garantizar que se cuente con mecanismos de retorno y de readmisión que sean eficaces y sensibles a la protección.
Por otra parte, sigue siendo fundamental que se impulsen los esfuerzos de inclusión e integración de las personas refugiadas, desplazadas y migrantes (incluso recurriendo a los recursos financieros de los donantes y a los avances en materia de política pública que han hecho los países de acogida), lo cual redundará en beneficio de las comunidades de acogida. Como lo han demostrado América Latina y el Caribe, esta es la mejor forma de cambiar la narrativa, de combatir la xenofobia y de fomentar oportunidades de desarrollo tanto para los países como para las personas.
Tenemos las bases; también los mecanismos de respuesta: pensemos en el MIRPS, el Proceso de Quito, el Proceso de Cartagena+40, entre otros. Solo hay que trabajar para mejorar y resolver algunos aspectos de nuestro enfoque colectivo y para expandir otros.
Sé que lo que estamos proponiendo no es sencillo, sino todo lo contrario: requiere una labor ardua y más coordinación; también exige mirar más allá de nuestras fronteras. Ante todo, se requiere coraje y determinación… para asumir riesgos políticos, para innovar, para probar nuevas respuestas y enfoques – y aprender de las buenas prácticas y también de los errores – y, sobre todo, para comprometernos a seguir buscando soluciones.
Trabajando de manera coordinada con las distintas agencias del sistema de Naciones Unidas (en particular, la OIM), desde ACNUR reitero nuestro compromiso de trabajar con ustedes en la implementación de la Declaración de Los Ángeles y todo el potencial que ella nos ofrece.
¡Muchas gracias!