Recicladoras sirias ayudan a afrontar la crisis de la basura en el Líbano
Recicladoras sirias ayudan a afrontar la crisis de la basura en el Líbano
De pie y frente a un contenedor lleno de residuos, Gharam, de 36 años, selecciona botellas de plástico y cajas de cartón en un centro de reciclaje de Ouzai, en las afueras de Beirut.
Gharam es una de las seis refugiadas sirias que obtuvo su primer trabajo remunerado en Recycle Beirut. Este proyecto de reciclaje libanés, puesto en marcha hace un año, busca contribuir a la resolución de la prolongada crisis de la basura que ha asolado al Líbano desde 2015. La iniciativa también ofrece oportunidades laborales a los refugiados sirios vulnerables del país, que tanto las necesitan.
"Cuando llegué aquí con mis hijos, tuve que empezar de cero, sin esposo, sin nadie a quien recurrir. Pero cuando me dieron este trabajo, las cosas comenzaron a mejorar", cuenta Gharam, quien, al igual que sus otras cinco colegas sirias, perdió a su esposo en la actual guerra civil del país.
El Líbano acoge a más de un millón de refugiados sirios inscritos, lo cual equivale a casi la cuarta parte de la población del país. La pequeña nación del Oriente Medio acoge a más refugiados per cápita que cualquier otro país.
"Estamos ofreciendo un servicio social y medioambiental al mismo tiempo"
Mientras que el mercado laboral libanés no está abierto a los extranjeros en todos los sectores, aquellos refugiados sirios con residencia están autorizados por ley a trabajar en el sector medioambiental y de limpieza. Sin embargo, las oportunidades laborales son limitadas y muchos sirios tienen dificultades para conseguir trabajo.
"El proyecto beneficia al Líbano, ya que contribuye a la preservación del medio ambiente, y también a los refugiados más vulnerables, les da dignidad y una oportunidad de retribuir a la comunidad que los acoge en exilio", explica Mireille Girard, representante de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) en el Líbano.
"Es un emprendimiento tan creativo y sólido que debería fomentarse y recibir reconocimiento. Ven soluciones positivas para cada desafío", agrega.
Ola, hermana de Gharam, también trabaja en el centro de reciclaje y dice que, gracias a este empleo, su vida en exilio ha cobrado un nuevo sentido. "Antes de conseguir este trabajo, me pasaba los días sentada y sin hacer nada. Me aburría todo el tiempo y me sentía sola. Pero ahora tengo metas, me siento productiva".
Ola y Gharam ganan 20 dólares al día cada una por seleccionar materiales reciclables, como latas, papel y plástico, y clasificarlos según el tamaño y la calidad. Estos materiales se envían, para su posterior reciclaje, a otro lugar del país.
"Parte de nuestro proyecto consiste en generar fuentes de trabajo para ambas comunidades, la libanesa y la siria", precisa Kassem Kazak, cofundador de Beirut Recycle. "Estamos tratando de destacar algunas de las oportunidades que han surgido a partir de la crisis, en vez de considerarla un fenómeno puramente negativo".
El Líbano se enfrenta a enormes desafíos medioambientales. Uno de ellos es la crisis de la basura, que se suscitó el verano pasado tras el cierre del principal vertedero del país. A medida que los residuos se iban apilando por toda la capital, Kazak identificó una necesidad de cambio, y una oportunidad.
"Se nos ocurrió invertir en la situación y lograr que los refugiados sirios, en especial las mujeres, puedan ganarse el sustento de una manera digna y hacer un aporte positivo a las comunidades donde viven", expresa Kazak.
"El proyecto beneficia al Líbano . . . y también a los refugiados más vulnerables, les da dignidad y una oportunidad"
"Por el momento contamos con seis empleadas sirias, todas son refugiadas y se encuentran en una situación social y económica muy difícil. Estamos ofreciendo un servicio social y medioambiental al mismo tiempo", agrega.
La empresa también trabaja con sociedades libanesas y se considera una empresa social, porque tiene como objetivo obtener ganancias y, al mismo tiempo, brindar un servicio positivo a nivel social.
Recycle Beirut capacitó a las seis mujeres en tareas de reciclaje e hizo hincapié en el propósito y la importancia del proyecto. "Al principio se mostraban un tanto escépticas, pero trabajar aquí les ayudó a sentirse productivas. La capacitación las motivó incluso a reciclar residuos en su propio hogar", cuenta Kazak.
La mayor parte del salario de Gharam se utiliza para pagar el alquiler de la familia. A pesar de tener un trabajo y de recibir 189 dólares en asistencia alimentaria todos los meses, le sigue costando bastante llegar a fin de mes.
"Las cosas han cambiado mucho desde que nos fuimos de Siria", comenta. "Cuando estábamos allá, teníamos un vehículo y nuestra casa estaba totalmente equipada. Nuestros hijos iban a la escuela y aprendían inglés". Gharam huyó con sus hijos de su pueblo natal, situado al este de Guta, en 2013.
Pese a las dificultades, Gharam dice que es feliz. La oportunidad de trabajar le da una sensación de seguridad y la esperanza de un futuro mejor.
Por Rima Cherri y Dana Sleiman en Beirut, Líbano.
Gracias a la Voluntaria en Línea Daniela Tonini por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.