Los refugiados deben participar en la puesta en marcha del acuerdo de paz para garantizar un futuro más sólido para Sudán del Sur
Los refugiados deben participar en la puesta en marcha del acuerdo de paz para garantizar un futuro más sólido para Sudán del Sur
Hace poco menos de una década, el 9 de julio de 2011, los habitantes de Sudán del Sur celebraron convertirse en ciudadanos del país más joven del mundo. La independencia había llegado por fin, pero con el estallido de la guerra civil que siguió rápidamente, la alegría duró poco. Hoy en día, Sudán del Sur tiene la trágica singularidad de generar el mayor número de refugiados en el continente africano: 2,2 millones de personas, y lo peor es que el 63% de la población de refugiados tiene menos de 18 años. Esto se traduce en más de 1,4 millones de voces jóvenes en riesgo de ser ignoradas, invisibilizadas y, por lo tanto, perdidas.
Como Coordinador Regional para los Refugiados y Asesor Especial para la Situación de Sudán del Sur en la Agencia de la ONU para los Refugiados, he tenido la oportunidad de conocer a cientos de refugiados en campamentos, asentamientos y ciudades en los países de asilo vecinos. Les he escuchado decirme una y otra vez cómo anhelan la paz en su tierra natal.
Cuando visité un campamento de refugiados en el condado de Adjumani, en Uganda, conocí a una adulta mayor. Estaba sentada sobre una estera con su nieto en brazos, a la puerta de su tienda de campaña. Parecían absortos en una conversación, aferrándose a lo que mejor conocen: la esperanza de que algún día podrán regresar a su tierra natal, un Sudán del Sur en paz. Me senté a su lado, en la estera, y la escuché atentamente mientras me contaba su terrible experiencia, una historia de resiliencia, dolor, pérdida y esperanza.
Llegó por primera vez al campamento durante la guerra civil, junto con sus cuatro hijos, aliviada por haber sobrevivido a las miserias del viaje. El mayor, casado y bendecido con un hijo, partió para Sudán del Sur después de que se firmase el acuerdo de paz anterior. Poco después, sus otros tres hijos siguieron su ejemplo. En otras dos ocasiones, sus hijos regresaron y volvieron a marcharse desde Sudán del Sur, volviendo a convertirse en refugiados en Uganda, mientras el país basculaba entre el conflicto y la paz.
En esta ocasión, ella estaba en Uganda con su nuera y su nieto y había perdido el contacto con sus hijos, de quienes no había tenido noticias desde que regresaron por última vez a su patria, devastada por la guerra. Ante mí se encontraban sentadas tres generaciones en el exilio, esperando el regreso de sus familiares y parientes: hijos, padre, esposo, tíos, jóvenes, todos ellos desaparecidos por los estragos de la guerra. Una viuda cuidaba de su anciana suegra y de su hijo mientras anhelaban regresar a Sudán del Sur.
En septiembre de 2018, las distintas partes en conflicto depusieron las armas y firmaron el Acuerdo Revitalizado sobre la Resolución del Conflicto en la República de Sudán del Sur bajo los auspicios de la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo (IGAD). La paz en general se está manteniendo. Hay un mejor acceso humanitario. Sin embargo, aún sigue habiendo retos respecto a actividades clave previas a la implementación del acuerdo, estando aún sin resolver cuestiones como la reforma del sector de la seguridad o las disputas por la tierra.
Debo reconocer al gobierno de Sudán del Sur, la oposición, la sociedad civil y los países de la región que participan en las negociaciones de paz, su disposición a incluir a los refugiados en la discusión. A lo largo del período que llevó a la firma del acuerdo de paz de 2018, los refugiados fueron incluidos en las negociaciones, asistieron a reuniones a puerta cerrada e incluso tuvieron la oportunidad de compartir sus preocupaciones directamente con las partes. ACNUR facilitó, con orgullo, la participación de los refugiados en las conversaciones políticas que culminaron en Jartum el 4 de septiembre. Los refugiados plantearon preguntas difíciles y buscaron compromisos del gobierno, la oposición y otras partes interesadas. Las personas mejor situadas para articular las esperanzas y aspiraciones de quienes se ven obligados a huir no son otros que las propias personas refugiadas y las poblaciones desplazadas.
El Acuerdo de Paz Revitalizado reconoce a los refugiados y desplazados internos como titulares de derechos, por ejemplo, para el registro y la identificación. Otros aspectos cruciales incluidos son la existencia de disposiciones relacionadas con la justicia, la reconciliación y la resolución de disputas. Estos mecanismos y procesos están ahí para encontrar soluciones y reparar las injusticias que la gente de Sudán del Sur, incluidos los refugiados, ha sufrido a causa del brutal conflicto. Sin embargo, para que sean efectivos, necesitan reflejar la visión de las personas a quienes están destinados. Esto significa que las partes interesadas deben seguir incluyendo a los refugiados y desplazados internos de Sudán del Sur en las discusiones referentes a la implementación del Acuerdo de Paz Revitalizado. Pero añadiría que lo más importante es la participación de los jóvenes refugiado, que no solo es buena para la reconstrucción de la nación, sino que también es necesaria para lograr las metas previstas en el Acuerdo. Sin empoderar a 1,4 millones de personas hoy, ¿quiénes serán los líderes del mañana?
Insto a los líderes a incluir a los refugiados durante el período de Pre-Transición y Transición establecido en el Acuerdo de Paz Revitalizado e insto a la comunidad internacional a que apoye a los gobiernos y las comunidades de acogida para que puedan brindar programas educativos y juveniles para los niños y niñas desplazados.
Es hora de que cada voz de Sudán del Sur sea escuchada para que así puedan unirse para reconstruir su país. Los ciudadanos de este nuevo país merecen dejar atrás el exilio y el desplazamiento forzado y, en cambio, celebrar pacíficamente su independencia durante las próximas décadas.
Arnauld A. Akodjenou es el Coordinador Regional para los Refugiados y Asesor Especial para la Situación de los Refugiados en Sudán del Sur para el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados. Lleva trabajando en favor de la protección de los refugiados desde más de tres décadas.
Este artículo se publicó en su versión original en inglés en Medium.