Certificados de nacimiento aseguran un futuro mejor para la niñez apátrida en Kenia
Certificados de nacimiento aseguran un futuro mejor para la niñez apátrida en Kenia
Emma Muguni sonríe entre lágrimas mientras exhibe en sus manos los certificados de nacimiento de sus seis hijos. A partir de ahora ya no tendrá que preocuparse por su futuro aquí, en Kenia.
Forman parte de los 600 certificados de nacimiento que el Gobierno ha emitido recientemente y por primera vez en favor de niños y niñas apátridas de la comunidad Shona, en Kenia.
“Siempre rezaba para que no tuvieran que pasar por las mismas dificultades que yo pasé”, dice Emma. “Siempre los mandaban a casa de la escuela para que llevaran sus certificados de nacimiento. Ahora, con este papel, pueden ir de un sitio a otro y vivir sus propias vidas”.
Los miembros de la comunidad Shona llegaron a Kenia desde Zimbabue en la década de 1960 como misioneros cristianos. Tenían pasaportes de Rodesia y fueron registrados como súbditos británicos. Después de la independencia de Kenia en 1963 tuvieron un período de dos años para inscribirse como keniatas; muchos perdieron esta oportunidad y acabaron convirtiéndose en apátridas.
“Ahora, con este papel, pueden vivir sus propias vidas”.
“Así es como se llega a la apatridia”, dice Wanja Munaita, oficial de protección de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados. “En aquel momento, los miembros de la comunidad no sabían que podían o debían inscribirse”.
Sin prueba de nacionalidad, los Shona y otras comunidades apátridas no podían acceder plenamente a derechos básicos tales como educación o seguro médico. No podían viajar, ser propietarios, tener empleo formal ni acceder a servicios financieros, entre otros derechos de los que sí disfrutaban los ciudadanos keniatas.
La decisión del Gobierno de emitir certificados de nacimiento ha sido celebrada como un paso importante para erradicar la apatridia en esta comunidad de unas 3.500 personas, la mitad de ellas menores de edad.
“Nunca han tenido ningún documento legal que dijera quiénes eran en realidad”.
“Se trata de una herramienta de protección”, dice Munaita. “Puedes conocer su edad, así que puedes ver que no deberían casarse si no han cumplido 18 años, ni deberían trabajar. Pero ante todo, es un documento legal, y ellos nunca han tenido ningún documento legal que dijera quiénes eran en realidad. De modo que tiene un enorme impacto en niños y niñas”.
ACNUR colabora estrechamente con el Gobierno y la sociedad civil en Kenia para resolver la cuestión de la apatridia. En 2016, unos 4.000 Makonde fueron reconocidos como la 43ª tribu de Kenia, lo cual supuso un importante avance.
“En el momento en que tienes la nacionalidad tienes derecho a protección, tienes un gobierno que te reclama y ante el que puedes reclamar, y que tiene la obligación principal de protegerte como ser humano”, cuenta George Kegoro, Director Ejecutivo de la Comisión de Derechos Humanos de Kenia, que ha venido colaborando estrechamente con ACNUR en defensa de las comunidades apátridas.
“No se puede aspirar a conseguir los objetivos de desarrollo marcados si existen partes de la población que no pueden aspirar a dichos objetivos porque no tienen acceso a la nacionalidad”.
Emma es Shona de tercera generación. Nació en Kenia en 1986. Sus padres murieron cuando ella era joven, y tanto ella como sus hermanos y hermanas fueron criados por su abuela.
Al no tener certificado de nacimiento, el acceso a la educación fue una lucha. Su abuela no se podía permitir enviarlos a una escuela privada, que en ocasiones son más tolerantes. Así que Emma se quedó en casa y se casó siendo adolescente, como la mayoría de chicas jóvenes de su comunidad.
“Dejé el colegio en la guardería”, dice. “Me dolió entonces y me sigue doliendo mucho aún ahora. Ojalá supiera por lo menos escribir o mandar un mensaje desde mi celular. Podría haber sido maestra”.
“Con sus certificados de nacimiento, mis hijos… tendrán un futuro brillante”.
Emitir certificados de nacimiento para niños y niñas Shona no supone que dejen de ser apátridas, pero Emma es optimista y espera que sea una señal de un nuevo comienzo para toda la comunidad Shona.
“Nací en Kenia y no he ido nunca a Zimbabue: Kenia es mi país. Si consigo una tarjeta de identidad keniata me liberaré de las ataduras de existir sin pertenecer. Con certificados de nacimiento, ya no mandarán a mis hijos a casa de la escuela y tendrán un futuro brillante”.
Se estima que en la actualidad viven en Kenia unas 18.500 personas apátridas, incluidos diferentes grupos como las personas de origen Pemba y Shona, así como otros de personas de ascendencia burundesa, congoleña, india y ruandesa.