En Kenia, programa de ayudas en efectivo para construir viviendas empodera a las personas refugiadas y a sus anfitriones
En Kenia, programa de ayudas en efectivo para construir viviendas empodera a las personas refugiadas y a sus anfitriones
Cuando Florence Idiongo, madre sursudanesa, se unió a las miles de personas refugiadas que huyeron hacia Kenia hace tres años, tuvo que compartir una tienda de plástico con otras doce personas, entre ellas sus hijos, hermanos menores y otros parientes.
Hacía calor, el espacio estaba abarrotado y ofrecía una protección mínima para ella y su familia, de modo que tenían que vigilar constantemente la comida y sus demás posesiones.
“A veces teníamos que cocinar dentro de la tienda durante la temporada de lluvias, y esto suponía un gran riesgo para la salud de los niños”, añade.
Por suerte, su situación ha mejorado. Con una tarjeta de débito y algo de orientación por parte de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, ha podido retirar fondos y unirse a las más de mil personas refugiadas que están construyendo hogares mejores, más seguros y que se adapten a sus necesidades en el asentamiento de Kalobeyei.
“A veces teníamos que cocinar dentro de la tienda durante la temporada de lluvias, y esto suponía un gran riesgo para los niños”.
El proyecto se inició en 2015, cuando Kalobeyei abrió las puertas para aliviar la sobrepoblación en el veterano campamento de Kakuma, en las cercanías. Entre los principales objetivos del asentamiento se encontraba la mejora de las condiciones socioeconómicas de las personas refugiadas y de las comunidades de acogida.
Una clave para esta asistencia mejorada han sido las innovadoras intervenciones basadas en dinero en efectivo del ACNUR, en las que personas refugiadas como Florence reciben dinero en metálico en unas tarjetas de débito especiales que les permiten comprar cemento, arena, bloques de piedra y otros materiales para construir casas y letrinas.
“Queríamos conceder una mayor dignidad a las personas y darles libertad de elección”, cuenta Moffat Kamau, asociado senior de intervenciones basadas en efectivo de ACNUR, con base en Kakuma.
Kamau añade que esta estrategia va en línea con el objetivo de Kalobeyei de garantizar la integración socioeconómica de las personas refugiadas en la comunidad local mediante la reducción de su dependencia de la asistencia humanitaria.
“Los refugiados tienen el control del proceso de construcción y encima mejora la relación calidad-precio, ya que pueden construir casas mejores con un menor coste”, añade.
Millones de personas refugiadas y otras personas de interés en numerosos países de todo el mundo han podido tomar un mayor control de sus vidas desde que ACNUR empezó a extender la asistencia monetaria en 2016. La asistencia en efectivo forma parte de una amplia gama de iniciativas a través de las cuales ACNUR, en colaboración con países donantes, gobiernos y el sector privado, está reforzando la nueva respuesta a las situaciones de refugiados en todo el mundo.
El programa aspira a ayudar a personas refugiadas, solicitantes de asilo, retornadas, desplazadas internas y apátridas a cubrir sus necesidades con dignidad, asegurando que consiguen una mayor protección y una mayor resiliencia. En los últimos tres años ha ayudado a más de 16 millones de personas en más de 100 países a construir o reformar sus hogares, pagar el alquiler, comprar medicinas, saldar deudas o incluso empezar negocios, entre otras actividades. En este momento ACNUR proporciona más ayudas en efectivo que en especie.
En Kalobeyei, cada complejo de alojamientos consta de 12 o 14 casas que pueden construirse en una media de 22 días. Las personas refugiadas tienen capacidad de negociación cuando compran materiales de construcción ya que se asocian con sus vecinos para adquirirlos al por mayor. Este uso eficaz y eficiente de los fondos les permite gastar el dinero sobrante en mejoras para el hogar o en otras necesidades básicas, como jabón o material de cocina.
“Al dar a las personas refugiadas dinero en efectivo para construir sus propias casas, estamos empoderando a la comunidad entera para que cambien sus vidas”, añade Kamau. “Este proceso ha mejorado sus relaciones con la comunidad local, ya que el dinero invertido revierte en la economía local”.
ACNUR colabora con Equity Bank en Kenia para abrir cuentas bancarias para personas refugiadas, que después utilizan estas tarjetas de débito especiales para acceder al efectivo con el que construyen sus hogares. El dinero se entrega en tres plazos para asegurar que las familias edifican sus viviendas de manera estructurada y respetando los estándares de construcción desarrollados por los expertos de alojamiento de ACNUR.
“Este proceso ha mejorado las relaciones con la comunidad local, ya que el dinero invertido revierte en la economía local”.
Florence tiene una gran familia, por lo que tiene acceso a ayuda para construir dos casas permanentes; ya ha terminado una de ellas.
“Estoy feliz. Al ver cómo ha quedado la casa, tan diferente, me siento cómoda en ella”, dice con una sonrisa. “Puedo comprar ropa para los niños y también puedo comprar un colchón, sillas y cortinas. Me siento bien”.
Hasta la fecha, mil personas refugiadas como Florence han podido construir viviendas más seguras y duraderas por medio de este proyecto, que cuenta con el apoyo de países donantes clave como el Gobierno de Japón.
El éxito del proyecto se va a presentar esta semana en la Conferencia Internacional sobre Desarrollo Africano de Tokio, un evento anual dirigido por el Gobierno de Japón en colaboración con el PNUD, la Comisión de la Unión Africana y el Banco Mundial.
En el Foro Mundial sobre Refugiados que se celebrará en el mes de diciembre, los países explorarán iniciativas y nuevos modos de compartir y reforzar mejor la respuesta internacional ante situaciones de refugiados.
Se utilizarán historias de éxito como la del proyecto de viviendas en Kalobeyei para ilustrar cómo las respuestas integrales están transformando ya las vidas de personas refugiadas como Florence y sus comunidades de acogida en muchas partes del mundo. También resultan esenciales para inspirar a la comunidad internacional a desarrollar en el futuro contribuciones de impacto que hagan avanzar el impulso del Pacto Mundial.
El foro sigue los pasos del Pacto Mundial sobre los Refugiados, acordado en diciembre de 2018 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, y será una oportunidad para reunir a gobiernos, organizaciones internacionales, autoridades locales, sociedad civil, sector privado, miembros de la comunidad de acogida y a las propias personas refugiadas.
Florence está esperando su quinto hijo y mira al futuro con una esperanza renovada.
“Quiero que el futuro de mis hijos mire hacia delante. Gestionaré este dinero para construir otra casa”, dice. “Estoy muy feliz”.