Los refugiados y las comunidades de acogida confían en un futuro mejor en Pakistán
En un pequeño rincón de un bullicioso mercado en el sur de Pakistán, Mohammad Azeem pasa los dedos por un barril de paprika rojo brillante. El sonríe. Sus especias se venden bien hoy.
Durante años, como refugiado afgano sin acceso al sistema bancario, Mohammad se vio obligado a depender de sus amigos para cobrar cheques y mantener su dinero a salvo. Ahora el negocio está en auge después de que las nuevas leyes le permitieron abrir una cuenta bancaria el año pasado.
"Antes, solo comerciaba en efectivo", dice, desde el pequeño puesto que dirige en la plaza Al-Asif, en Karachi, en el sur de Pakistán.
“Es un peligro tener esa cantidad de efectivo en casa. Tener una cuenta bancaria es realmente importante. Depositamos efectivo en la cuenta y luego podemos retirar efectivo en el cajero automático. El dinero está a salvo allí. Nos ha ayudado”.
"Antes, solo comerciaba en efectivo".
Mohammad se encuentra entre los 2,7 millones de refugiados afganos registrados que viven fuera de su tierra natal casi 40 años después de que estalló el conflicto, el 90% vive en los vecinos Pakistán e Irán.
A finales de este mes, el Secretario General de la ONU, António Guterres, el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Filippo Grandi, y el Primer Ministro de Pakistán, Imran Khan, asistirán a una conferencia de dos días en Islamabad en busca de una mayor repartición de la carga y solidaridad para la situación de los refugiados afganos.
Durante cuatro décadas, Pakistán ha trabajado para incluir a los refugiados en sus sistemas educativos y de atención de la salud nacional, así como para aumentar el apoyo a las comunidades de acogida.
En febrero de 2019, también se permitió a los refugiados afganos como Azeem abrir cuentas bancarias, brindándoles acceso a formas más seguras de administrar sus finanzas mientras estaban en el exilio.
Entre los beneficiarios se encuentra el refugiado afgano Sifat Ullah, de 23 años, que trabajó como aprendiz de sastrería durante seis años, antes de abrir su propia tienda de alfombras.
Como refugiado, se vio obligado a depender del efectivo y pedir prestado a su jefe para recaudar capital para su negocio. Ahora, con una cuenta bancaria, Sifat puede hacer pagos regulares a su acreedor y ahorrar para el futuro.
"Solía ser difícil encontrar el dinero", dice. "Ahora estamos en un punto en el que podemos pagar a nuestros acreedores y mantener a mi familia".
La próxima conferencia en Islamabad del 17 al 18 de febrero preguntará qué otros países pueden aprender del compromiso de Pakistán. También arrojará luz sobre las condiciones que los refugiados afganos desean ver para su regreso voluntario.