Hermanas sursudanesas superan la angustia y empiezan una nueva vida en Etiopía
Nyamach Lul ha conocido más pérdida y tristeza en sus 16 años que la mayoría de las personas han experimentado en toda su vida.
La adolescente de Sudán del Sur primero perdió a su padre en un ataque de un grupo armado y luego a su madre a causa de una enfermedad. Después de que estalló la lucha en su ciudad natal de Guel Guk, estado del Alto Nilo, Nyamach y su hermana menor huyeron a un lugar seguro en Etiopía.
"Nos cuidamos entre nosotras, somos solo nosotras dos".
La única constante en la vida de Nyamach ha sido su hermana, Nyakoang, de 13 años. Durante los últimos cuatro años, las hermanas Lul se han hecho un hogar en Jewi, uno de los siete campamentos que albergan a más de 300.000 refugiados sursudaneses en la región de Gambella en Etiopía. Hay otros 40.000 refugiados de Sudán del Sur que viven en otras partes del país.
"Nos cuidamos entre nosotras, somos solo nosotras dos", dijo Nyamach.
A diferencia de otros hermanos, las chicas tratan de no pelear entre ellas.
"Realmente nos asusta discutir porque no sabemos qué nos deparará el futuro", agregó.
Las hermanas Lul huyeron de Sudán del Sur en 2016, siguiendo a miles de otras personas que también estaban desesperadas por escapar del asesinato, la violación y la destrucción de las aldeas por parte de las partes en guerra.
“Fue muy duro. Huimos sin nada”, agregó Nyamach.
El conflicto de Sudán del Sur ha tenido un impacto devastador en la niñez, que representa más de la mitad de los más de dos millones de sursudaneses que viven en el exilio. La violencia no solo les ha despojado de sus familias, hogares y niñez, sino que también ha dejado a miles de niños valiéndose por sí mismos.
En Etiopía, la mayoría de los niños refugiados viven con sus familias, pero un número significativo, más de 42.000, no están acompañados o están separados de sus padres o tutores. La crisis de desplazamiento tiene una de las proporciones más altas de hogares encabezados por niños en el mundo. A nivel mundial, la cifra es de 150.000.
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Como cabeza de su pequeño hogar de dos, Nyamach ha tenido que crecer demasiado pronto.
"No pienso en mi familia porque ya no están", dijo ella. "Estamos aquí y ellos no, y así son las cosas".
Nyamach mantiene una casa impecablemente limpia y ordenada. Las ollas están bien apiladas, una encima de la otra, el piso ha sido barrido y la escoba colgada en la pared. Tapetes verdes que ella misma ha tejido a ganchillo adornan las paredes. Hay un lugar para todo.
Después de regresar a casa de la escuela, las hermanas Lul se acostumbran a una rutina familiar.
Nyamach prepara las gachas de harina de maíz que se sirven para la cena la mayoría de las noches. Mientras machaca los granos de maíz en harina con una piedra, Nyakoang llena una jarra de arcilla con agua, lava una olla para que Nyamach cocine las gachas y junta la leña para cocinar.
"Ella observa lo que estoy haciendo y aprende paso a paso de mí", dijo Nyamach.
Cuando la comida es escasa, Nyamach insta a Nyakoang a comer primero. Cuando las chicas necesitaban zapatos, Nyamach vendió parte de sus raciones de comida y primero compró un par para Nyakoang.
"Me gusta verla feliz, incluso más que a mí misma", dijo la hermana mayor.
Un vecino vigila a las niñas, pero Nyamach se resiste a la idea de tener padres adoptivos.
“No dejaría que eso suceda. Solo yo cuidaré de mi hermana”, dijo ella, revelando una actitud decidida que la hace parecer mucho mayor.
Patrick Kawuma, jefe de la suboficina Gambella del ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, dice que la situación de los niños de Sudán del Sur sigue siendo una crisis de grandes proporciones, especialmente para menores no acompañados o separados.
“Donde sea posible, ACNUR localiza a los padres desaparecidos y trabaja para reunir a las familias para permitir que los niños sean niños. Tener niños como jefes de familia significa que se están convirtiendo en adultos a una edad muy, muy temprana. Realmente significa que tienen que crecer demasiado rápido y perder la etapa de niñez”.
La prioridad de Nyamach es asegurarse de que ella y su hermana sobrevivan lo mejor que puedan y que permanezcan en la escuela. Su materia favorita es el inglés.
"Espero tener un buen trabajo algún día", dice ella.