Voluntarios impulsan el registro de nacimientos de personas bajau en medio de la pandemia
En un domingo soleado, a las 7:30, Almalyn Akmad está de pie junto a un vehículo estacionado; en la mano tiene un listado de vecinas y vecinos bajaus. Una por una, las personas a su alrededor suben al vehículo cuando escuchan su nombre.
Se dirigen a la oficina del Registro Civil de la ciudad de Zamboanga para las entrevistas que forman parte de la campaña de registro de integrantes de la comunidad que se encuentran en riesgo de apatridia debido a su cultura itinerante y al hecho de que hay generaciones que no han sido registradas.
- Ver también: ACNUR exhorta a gobiernos a acelerar avances y resolver la situación de las personas apátridas en el mundo
En días de entrevistas, Almalyn funge como guía e intérprete para las personas bajaus. Ha sido voluntaria de su comunidad desde 2019; como tal, ha apoyado los esfuerzos por registrar nacimientos. En vista de que ella también es bajau, pasó por un proceso similar para obtener un certificado de nacimiento y, por tanto, sabe que puede suponer un desafío para su comunidad.
“Para algunas personas resulta muy difícil porque no cumplen con los requisitos”, comentó Almalyn.
Con frecuencia, la comunidad bajau deambula – por mar – entre Filipinas, Malasia e Indonesia. Por su estilo de vida itinerante, muchas personas no cuentan con una identificación oficial, lo cual obstaculiza el acceso a servicios educativos, atención médica y oportunidades laborales.
Para que estas personas dejen de vivir en la oscuridad, como parte de una Estrategia Conjunta para acabar con la apatridia infantil, en 2019, la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y UNICEF lanzaron una campaña de registro de nacimientos en la ciudad de Zamboanga. En congruencia con el Plan Nacional de Acción para acabar con la Apatridia en Filipinas hacia 2024, la iniciativa se ha estado implementando junto con los socios gubernamentales de ACNUR.
Por lo regular, al rezagarse el registro de un nacimiento, el gobierno debe emitir documentación de soporte, como contratos matrimoniales, constancias fiscales, expedientes académicos, certificados de vacunación o seguro de salud nacional.
“Antes, cuando llegaba su turno en las entrevistas, solían esconderse por miedo”.
Sin embargo, el proyecto piloto simplifica el proceso de registro para la comunidad bajau. Además, depende de la labor de personas voluntarias, como Almalyn, para generar consciencia y cambiar la percepción de la comunidad, que suele temer a quienes no pertenecen a ella.
“Antes, cuando llegaba su turno en las entrevistas, solían esconderse por miedo. Ahora, nos buscan para registrarse y solicitan nuestro apoyo para hacerlo”, contó Almalyn.
Almalyn y otras dos personas van de casa en casa para informar a los residentes sobre las actividades que tendrán lugar en relación con el registro de nacimientos. Luego, hacen un par de visitas más: primero, poco antes de las citas en la oficina del Registro Civil y, más tarde, para entregar los certificados de nacimiento.
“Ir de un lado a otro es la parte más difícil”, comentó Almalyn mientras reía. Su comunidad forma parte del Pueblo de Kasanyangan, una zona costera densamente poblada. Al igual que muchos pueblos bajau, las casas se encuentran sobre pilotes en el agua y se conectan mediante entablados. Las rondas para compartir actualizaciones y distribuir los certificados de nacimiento pueden tomar horas. En ocasiones, Almalyn regresa a casa hasta que anochece.
Almalyn sueña con que todas las personas en su comunidad cuenten con un certificado de nacimiento para comprobar su identidad, sobre todo tratándose de niñas y niños; así, podrán recibir educación y tener mejores oportunidades en el futuro. El sueño lo comparten otras personas en la comunidad, como Kinsilina Muhamad, de 40 años. Arnel, su hijo más pequeño, está en tercer grado.
“Necesito que mi hijo termine sus estudios porque estoy envejeciendo y no podré estar con él mientras se convierte en un adulto”, comentó mientras agregaba que, si su hijo puede sostener un bolígrafo en la mano, “puede encontrar un empleo en la ciudad”.
Si bien la comunidad bajau valora cada vez más el alfabetismo, sus integrantes de mayor edad nunca aprendieron a leer ni a escribir. En ese sentido, la ayuda que han brindado los voluntarios al leer, traducir y completar los formularios ha sido esencial para facilitar el registro de familias enteras.
“Me alegra ver este certificado de nacimiento porque en verdad lo necesito”.
El proyecto busca llegar a cerca de 1.500 personas bajau que viven en la ciudad de Zamboanga y en la provincia de Tawi-Tawi. Desde su inicio hace dos años, ha permitido el registro del nacimiento de 900 personas. Sin embargo, con la pandemia – que inició un par de meses después del lanzamiento del proyecto –, se han intensificado los desafíos en la implementación y la necesidad de facilitar el acceso de la comunidad a atención médica, programas de vacunación y asistencia en casos de contagio.
“Poder ayudar produce un sentimiento grandioso, sobre todo ahora, porque indudablemente las personas deben contar con un certificado de nacimiento”, indicó Almalyn.
La satisfacción que le produce ser voluntaria se mezcla con la alegría de las personas a las que ha ayudado, con inclusión de Kinsilina, quien, a los 40 años, pudo sostener por primera vez un certificado de nacimiento en sus manos.
“Me alegra ver este certificado de nacimiento porque en verdad lo necesito. Quise tener uno durante mucho tiempo, pero no sabía cómo obtenerlo”, señaló. “Estoy muy agradecida”.
La comunidad bajau no es la única en riesgo o en situación de apatridia; en realidad, millones de personas en el mundo la padecen. Al no contar con una ciudadanía, las personas apátridas no pueden recibir educación ni atención médica, no pueden viajar libremente ni buscar empleo; tampoco pueden adquirir una tarjeta SIM para teléfono móvil.
ACNUR espera acabar con la apatridia hacia 2024 por medio de la Campaña #IBelong para acabar con la apatridia.